Revolución en la ciencia: puedes alargar la vida de tu perro hasta 24 años humanos


Durante mucho tiempo, la ciencia ha tratado de encontrar la fórmula de la inmortalidad, tanto en humanos como en animales. Sin embargo, lo que podías imaginan es que los perros iban a ser los primeros en probar los avances biotecnológicos en este ámbito. En Estados Unidos, dos ensayos clínicos (el proyecto STAY, liderado por la compañía biotecnológica Loyal, y el ensayo TRIAD, parte del Dog Aging Project) están investigando la posibilidad de alargar la vida del perro con una pastilla diseñada específicamente para ralentizar el proceso de envejecimiento.
Ambos proyectos buscan extender la vida de los perros entre un 20% y un 30%, de manera que, si nuestro compañero de cuatro patas normalmente viviría 12 años, podría alcanzar los 15 o 16. En términos humanos, ese aumento equivale a ganar hasta 24 años adicionales de vida. Sin embargo, los investigadores insisten en que no se trata únicamente de ganar años, sino de garantizar una buena calidad de vida. «El objetivo no es tener perros ancianos y enfermos, sino mayores, pero activos y saludables», explican desde el Dog Aging Project.
La primera pastilla para alargar la vida del perro
El ensayo STAY incluye a más de 1.300 perros de edad avanzada y pequeño tamaño, tratados en colaboración con más de 70 clínicas veterinarias estadounidenses. El fármaco experimental, denominado LOY-002, se presenta en forma de pastilla diaria y, según sus desarrolladores, actúa imitando los beneficios de la restricción calórica.
¿Por qué este enfoque? Diversos estudios en roedores han demostrado que reducir la ingesta de calorías, sin llegar a la malnutrición, ralentiza procesos asociados al envejecimiento, como la inflamación crónica o el deterioro metabólico. Sin embargo, aplicar esa estrategia a animales domésticos sería poco práctico y hasta cruel. De ahí la apuesta por compuestos capaces de replicar esos efectos sin alterar la dieta. La empresa ha recaudado más de 150 millones de dólares para financiar esta investigación.
En paralelo, el Dog Aging Project, en colaboración con Texas A&M University, desarrolla el ensayo TRIAD, que involucra a unos 850 perros de razas grandes y medianas. Aquí el medicamento protagonista es la rapamicina, un inmunosupresor ampliamente utilizado en humanos, sobre todo en trasplantes.
La rapamicina tiene una historia curiosa: se descubrió en la Isla de Pascua como un antifúngico, pero pronto se identificaron sus propiedades para inhibir una proteína clave en el metabolismo celular (mTOR). Estudios previos en ratones demostraron que este compuesto podía prolongar la vida hasta un 20-30%, además de mejorar funciones cardiovasculares y cognitivas.
Los primeros resultados en perros indican que dosis bajas de rapamicina son seguras, lo que permite avanzar hacia la siguiente fase: comprobar si realmente prolonga la vida y retrasa la aparición de enfermedades relacionadas con la edad, como la artritis, la insuficiencia cardíaca o el cáncer.
«Los perros son modelos translacionales únicos para la investigación del envejecimiento humano», afirma Celine Halioua, fundadora de Loyal. Según la científica, si se demuestra que un medicamento es capaz de alargar la vida de un perro sin efectos adversos.
Dilemas éticos y sociales
La posibilidad de alargar la vida del perro abre un abanico de cuestiones ética. En primer lugar, en relación con el bienestar animal, hay quienes se preguntan si es justo prolongar la vida de los animales de manera «artificial» y las implicaciones que podría tener a largo plazo, sobre todo en lo relacionado con la aparición de dolencias asociadas a la edad.
Otro aspecto sobre el que existe cierto debate es el coste económico. Loyal ha calculado que el precio de su tratamiento podría rondar los 100 dólares al mes. Este riesgo plantea un dilema social: ¿es justo que el acceso a una vida más larga para los perros dependa del nivel de ingresos de sus dueños?
También hay voces expertos que se preguntan si alargar «artificialmente» la vida de los perros no supone interferir en la naturaleza de la especie. A lo largo de la historia, los canes han evolucionado de forma paralela al ser humano, pero su esperanza de vida siempre ha estado marcada por factores biológicos propios.
«Estamos ante el inicio de un nuevo paradigma, no solo en medicina veterinaria, sino también en la economía del envejecimiento», señala un informe de la consultora Grand View Research. Si los ensayos clínicos en perros confirman su eficacia, el paso lógico será iniciar pruebas en humanos. «Si la gente ve que sus perros ganan años de vida y calidad, estarán más dispuestos a pensar que ellos también pueden hacerlo», concluye Halioua.
Hoy en día, la idea de dar una pastilla diaria a nuestros perros para que vivan más suena casi a ciencia ficción. Sin embargo, esto podría ser una realidad mucho antes de lo que pensamos. Si LOY-002 y la rapamicina demuestran eficacia real, seremos testigos del nacimiento de una nueva era en la investigación de la longevidad, donde los perros podrían convertirse en los primeros pioneros del futuro de la medicina antienvejecimiento.