¿Por qué te muerde el gato cuando juegas con él?
Al igual que nos ocurre a los humanos, cada gato tiene su propia personalidad. Hay algunos mininos que son muy cariñosos y aceptan con gusto las caricias, mientras que hay otros que son mucho más independientes y les gusta estar tiempo a solas. Si tienes un gato como animal de compañía cuya personalidad encaja con la del segundo grupo, es muy probable que te muerda cuando le vas a acariciar o a dar un abrazo.
Lo primero que debes entender es que cuando tu gato te muerde no lo hace con mala intención. Forma parte de su naturaleza, y en muchos casos es el miedo el que le lleva a actuar de esta manera. Los expertos explican que esto ocurre en mayor medida en gatos con problemas de socialización durante los últimos meses de vida.
Cuando separan a los cachorros de su madre y de sus hermanos al poco tiempo de nacer significa que no han tenido tiempo de jugar con ellos, y no han aprendido cosas básicas como los límites de morder. Esta es una de las razones por las que tu gato te puede morder sin ni siquiera ser consciente del daño que te está causando.
Ahora bien, el animal también puede morderte porque no le gusta lo que estás haciendo, como por ejemplo acariciarle la barriga. Si se tumba boca arriba y deja su barriga expuesta, no significa que quiere que le acaricies esta zona, sino que está a gusto.
Debes tener en cuenta que cuando adoptas a un gato que todavía es cachorro, tienes que saber marcar límites para que el animal poco a poco vaya adquiriendo buenos hábitos y su comportamiento sea el correcto. Si es un gato de pocos meses y te muerde cuando juegas con él, quizá no le des importancia porque lo consideras parte del propio juego. Pero debes tener en cuenta que seguirá haciéndolo cuando crezca, y más adelante será muy complicado cambiar la conducta.
Consejos para que el gato no te muerda
Cuando el gato te muerda para advertirte de que algo no le gusta, la solución es muy simple: sólo tienes que dejar de molestarle. Si no le entiendes a la primera, puede ponerte la pata en la mano o darte un zarpazo.
Si te muerde sin que estés haciendo nada, suelta la mano, el brazo o la pierna con firmeza y entona un «no» muy rotundo. Recuerda que pegarle o amenazarle nunca es una opción porque lo único que vas a conseguir es que te tenga miedo.
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