Ayuntamiento de Palma

El alcalde de Palma retira «símbolos fascistas» pero ningunea a las víctimas de los republicanos

Los partidos de izquierda rechazan una propuesta para homenajear a las víctimas de los bombardeos populares

Lección de historia al alcalde de Palma por considerar "franquistas" a dos héroes de Trafalgar

alcalde de Palma
El alcalde de Palma, el socialista José Hila. (Foto: Europa Press)
Tomeu Maura
  • Tomeu Maura
  • Redactor jefe de Deportes en OKBaleares, 40 años en la profesión cumplidos en 2023 tras más de media vida en El Mundo

Obsesionado por retirar lo que él considera «símbolos fascistas», aunque sean nombres de ilustres marineros que participaron en la batalla de Trafalgar contra la armada inglesa o ciudades de reconocido crisol cultural como Toledo, el alcalde socialista de Palma, José Hila, carece de la misma sensibilidad cuando de lo que se trata es de recordar a los más de 100 vecinos de la ciudad que él dirige que perdieron la vida a causa de los bombardeos republicanos durante la Guerra Civil. Tanto el PSOE como sus dos socios de pacto, Podemos y el partido soberanista Més, han bloqueado en varias ocasiones una propuesta de Ciudadanos para erigir una placa en memoria de los palmesanos fallecidos, la última vez en octubre de 2020, cuando las tres fuerzas de izquierdas votaron en contra.

El 19 de julio de 1936 las tropas levantadas contra la República se hicieron con el control de Mallorca, Ibiza y Formentera, mientras que Menorca permanecía fiel al frente popular. La Generalitat catalana, obsesionada con recuperar el archipiélago, mandó a la isla menorquina al antiguo aviador hispano-cubano Alberto Bayo para que desde ahí organizara la reconquista, pero antes se encargó de sembrar el pánico entre la indefensa población mallorquina. El 23 de julio un bombardero que había despegado desde Reus arrojó tres proyectiles sobre la ciudad, pero con tan mala puntería que todos cayeron al mar.

Cinco días más tarde se reprodujeron los ataques. Ahora con mayor eficacia. La calle Sant Miquel, una de las principales arterias comerciales de Palma, quedó parcialmente destruida y fallecieron los dos primeros civiles, la dueña de la alpargatería Ferragut y un dependiente de la tienda de lana Mercadal. Muchos otros quedaron heridos.

Aquel segundo bombardeo desató el pánico. Se habilitaron refugios antiaéreos y muchos vecinos abandonaron la ciudad para cobijarse en pueblos cercanos. Con Bayo y sus milicias catalanas instalados ya en Menorca continuaron los ataques sobre Mallorca, la única isla que resistía el empuje republicano porque Ibiza y Formentera ya habían sido reconquistadas. Así, el 14 de agosto de 1936 se produjo la mayor de las masacres. Siete aviones del frente popular arrojaron un centenar de proyectiles sobre Palma y los cercanos pueblos de Lluchmayor y Santa María. Se contabilizaron 150 muertes, 100 de ellas vecinos de la capital, todos paisanos salvo dos Guardias Civiles.

Dos días más tarde, en la madrugada del 16 de agosto, las tropas de Bayo desembarcaron en la isla, dispuestas a aprovechar la confusión creada por la tragedia de los bombardeos, pero su incursión resultó ser un fracaso porque ya habían llegado en auxilio de los nacionales los refuerzos que Franco le había pedido a Mussolini. El 4 de septiembre el socialista Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República, ordenó a Bayo retirar su columna. Mallorca siguió bajo el control de los sublevados.

Muchas familias de Palma quedaron afectadas para siempre. Los que no perdieron a un ser querido vieron cómo sus negocios o incluso sus hogares quedaban destrozados. Casi 90 años más tarde, mientras los socialistas levantan cunetas en busca de las víctimas del franquismo, siguen sin ser reconocidos porque los partidos de izquierdas, con el alcalde José Hila a la cabeza, se niegan a que se les instale una simple placa. La doble moral socialista puesta una vez más en evidencia.

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