El alcalde de Palma da al padre del «racismo científico» catalán la calle de un «franquista» muerto en ¡1909!
El Almirante Cervera y Topete, héroe de la Armada española y cuyos restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz), ha dejado de tener su nombre en una calle de Palma por decisión de PSOE y Podemos. Pese a haber fallecido en 1909, el consistorio le considera un «franquista». Su sitio en el callejero lo ocupa ahora Pere Rosell, un diputado de ERC durante la Segunda República que es considerado el padre del «racismo científico» en Cataluña. Una figura polémica que ha sido señalada por sus ideas «fascistas» por parte de prestigiosos catedráticos de historia. Llegó a sostener que el «mestizaje» y los matrimonios «mixtos» entre castellanos y catalanes producían «aberraciones mentales» y «degeneración biológica».
La renovación del callejero que ha llevado a cabo el ayuntamiento de Palma, gobernado por el socialista José Hila, ha dejado por el camino a figuras históricas y héroes militares del siglo XIX como el Almirante Churruca o Federico Gravina. Ambos nombres destacados en la Batalla de Trafalgar (el primero murió en ella) pero que, según ha entendido el PSOE y su socio municipal Podemos, eran puramente «fascistas» y estaban vinculados con el franquismo, pese a que vivieron un siglo antes que el general nacido en El Ferrol.
Entre los marinos ilustres de la historia española que desaparecen del callejero de Palma está el del almirante Pascual Cervera y Topete, considerado un héroe de guerra de la segunda mitad del siglo XIX. Estuvo destinado en Filipinas y dirigió a la flota española en la Guerra de Cuba (1895), recibiendo una de las mayores condecoraciones de su época como fue la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica.
En cambio, los nombres de estas calles en Palma han sido sustituidos por políticos de izquierdas y anarquistas de la Segunda República, como el caso de la ministra de Sanidad Federica Montseny o el diputado de ERC Pere Rosell. Una figura controvertida, ya que es considerado por los estudiosos como un firme defensor de la implantación de políticas racistas en Cataluña como base para un estado independiente.
El padre del «racismo» catalán
La Raza o Diferencias entre catalanes y castellanos son dos de las obras de Pere Rosell, veterinario de formación, en las que plasmó su idea de racismo científico catalán, movimiento del que es considerado padre y que encumbraba genéticamente a los catalanes frente a los castellanos. Nacido en Olot en 1882 y fallecido en Barcelona en 1933, Rosell dedicó su vida a impulsar el independentismo en Cataluña desde una visión puramente racial.
Su ideal de un estado catalán independiente, tal y como lo describió en su obra, debería basarse en la raza. «La política de la libertad completa, individual y colectiva, tiene un nombre: política raciológica”, dejó escrito en La Raza quien ahora tendrá su nombre en una calle de Palma.
«Con los enunciados que componen la raciología se podría pensar que esta ciencia se ocupa tan solo de la parte corporal de los grupos humanos. No es así. Las razas poseen una mentalidad particular y ellas son las únicas forjadoras de las culturas. Sin raza no hay cultura, y allá donde la población es mestiza, la ausencia de cultura es absoluta», escribió Rosell en 1930, poco antes de llegar a las Cortes como diputado de ERC.
En Diferencias entre catalanes y castellanos, de 1917, Rosell abogaba por evitar a toda costa el «mestizaje» entre la raza catalana y la castellana: «Si por el contrario, la mezcla de razas persiste, se origina un conflicto tanto más grande cuanto más numerosos son aquéllas». Unos postulados tan radicales que rozaban la eugenesia y que incluso llamaban a evitar a toda costa los «matrimonios mixtos» entre castellanos y catalanes, ya que llevarían a «aberraciones mentales, degeneración biológica y descomposición moral».
Decía, además, que la raza castellana sólo generaba «místicos y dominadores», mientras que de Cataluña salían «hombres de ciencia».
A día de hoy, la de Rosell sigue siendo una figura controvertida para los historiadores españoles. El catedrático emérito de la Universidad Pompeu Fabra, Enric Ucelay-Da Cal, lo considera un «personaje con opiniones más o menos fascistas, muy germánicas en cuanto a lo étnico». Aún así, tendrá su calle en Palma pese a quitársela a una figura histórica acusada, precisamente de fascista.