OKDIARIO visita el complejo de lujo en el que se refugia el Rey emérito en la isla privada de Zaya Nurai
OKDIARIO ha visitado en exclusiva la espectacular mansión en la que está viviendo el Rey emérito Juan Carlos I en Abu Dabi. La vivienda está ubicada en una isla privada perdida en las aguas del Golfo Pérsico. Allí recibe tanto a la cúpula del poder político y económico de Emiratos Árabes Unidos como a su familia y amigos.
Se trata de la isla de Zaya Nurai, un paraje de ensueño ubicado a poco más de 50 minutos en coche del centro de la ciudad de Abu Dabi. Es un complejo residencial exclusivo rodeado de aguas cristalinas, arena fina blanca y abundante vegetación exótica. Cuenta con dos restaurantes y uno de los mejores spa del mundo, donde practican la técnica del hammam, un fuerte masaje árabe. El resort cuenta también con decenas de piscinas y tres helipuertos.
OKDIARIO ya desveló en exclusiva que el Rey emérito tan sólo había permanecido cuatro meses instalado en el lujoso hotel Emirates Palace. Este periódico logró entrar en la misma suite en la que se había alojado Su Majestad, a razón de 11.000 euros la noche. A cambio, unas prestaciones de lujo bañadas, literalmente, en oro y plata. Desde los pomos de las puertas, pasando por los grifos y la bañera hasta las mismísimas patas que sostienen la cama.
Para acceder a la isla de Zaya Nurai hay que presentarse en su Welcome Center, es decir, el centro de bienvenida. Se trata de una pequeña oficina ubicada en los bajos de un puerto de embarcaciones de mercancías pesadas en otra isla, la de Saadiyat. Una vez allí sólo hay dos maneras de poder acceder al lujoso paraje: alquilando una de sus villas o comprando un pase diario.
Los precios de esas villas son de los más variado. La más cara, que es la que usa el Rey, cuesta 30.000 euros la noche. La vivienda mediana, 11.200 euros, y la pequeña, 1.300 euros. Hay otra opción, que es obtener el pase diario, tan sólo tiene un coste de 107 euros, 480 dirhams, la moneda local. Sin embargo, no es fácil adquirir uno de estos pases, puesto que hay una larga lista de espera y tan sólo se admite a 20 personas al día.
Cada hora sale un barco del Welcome Center con destino a la isla de Zaya Nurai, donde está viviendo el Rey emérito desde el pasado mes de noviembre. El viaje en la embarcación dura poco más de diez minutos. Es una lancha de dimensiones muy reducidas con capacidad para quince personas, que viajan sentadas en pequeños sillones de color azul turquesa. Durante el trayecto, la embarcación hace un ruido infernal y desprende un olor desagradable a combustible.
Al llegar a la isla el visitante debe tomar uno de los buggys, similares a los cochecitos que se usan en los campos de golf. El resort es tan pequeño –de punta a punta, caminando, hay poco más de media hora– que no tiene las calles propias de una ciudad. Tan sólo estrechos caminos asfaltados rodeados de infinidad de plantas. Y sobre ellos, los buggys. El primer destino es el hall del complejo. Allí te invitan a una copa de Champagne Dom Pérignon. O a café. Seguidamente, te llevan a tu villa. Y si sólo has ido a pasar el día, a una de las playas privadas, al spa o cualquiera de los restaurantes.
Hay una discreción total, a pesar de que gran parte del personal de la isla sabe que allí se aloja un huésped perteneciente a la realeza española. A pesar del enorme secretismo, OKDIARIO logró entablar una conversación con uno de los jefes de seguridad del complejo, que explicó a este periódico hace diez días que el Rey emérito, efectivamente, se encontraba viviendo allí. “Entra y sale mucho. Algunas veces en un yate impresionante y otras en helicóptero”, confesaba.
En la mansión en la que reside actualmente, el Rey emérito ha recibido a muchísima gente. En primer lugar a sus hijas, las infantas Cristina y Elena, quienes, al menos, han viajado en tres ocasiones hasta Emiratos Árabes para hacer compañía a su padre. Pero esa casa la han pisado más personas. Desde sus amigos más íntimos y su médico de confianza, hasta personas allegadas a la cúpula del Estado, que simplemente han querido conocerle. Es el caso de las hermanas Al Qubaisi, ambas pilotos de carreras de Fórmula 1, quienes compartieron un almuerzo con Su Majestad el pasado lunes.
Otra de las personas que visita al Rey emérito de manera habitual es Mohammed bin Zayed bin Sultan Al-Nahyan, príncipe heredero de Abu Dabi, con quien le une una estrechísima relación de amistad desde hace bastantes años. Es una de las autoridades con más poder de todo el país. De hecho, expertos en geopolítica lo definen como “el árabe más poderoso del mundo”.
Las personas que están alojadas en las villas, como es el caso del Rey emérito, reciben la comida diariamente en el interior de la casa. Llaman a la recepción y encargan todo aquello que deseen. Después, otro buggy, especialmente acondicionado para llevar comidas, acude al restaurante, recoge los platos preparados y, a continuación, los lleva a la villa determinada. En el interior del buggy viajan dos cocineros, encargados de explicar al huésped con qué ingredientes han elaborado el manjar y cómo deben comerlo.
La isla cuenta con dos restaurantes. Uno más elegante y lujoso, el Ginger Mermaid, y otro más informal, de comida mexicana. La especialidad del primero, cuya carta es enteramente internacional, es el sushi. De hecho, sus responsables presumen de preparar uno de los mejores del mundo. En efecto, el sushiman es un reputado chef japonés con un llamativo bigote que, como explicó a este periódico, ha trabajado en los restaurantes de pescado crudo más afamados del mundo.
La isla de Zaya Nurai fue inaugurada en 2015, después de cinco años de construcción. Tiene una superficie de 43 hectáreas. Es decir, poco más de 50 campos de fútbol. El complejo paradisíaco está en medio del mar Pérsico, rodeado de las islas de Ras Ghurab, Ba Al Ghaylam, Saadiyat y Al Jubail.