La nueva cantera de la izquierda proetarra: un millar de menas repartido por todo el País Vasco
La izquierda proetarra ha decidido nutrir sus filas con el millar de menas repartido entre las tres provincias vascas. En las protestas contra las víctimas del terrorismo de este fin de semana en Mondragón (Guipúzcoa) los más violentos era menores vascos, pero también entre ellos había algunos de origen magrebí, menas que tutelan las autoridades en el País Vasco, en concreto las diputaciones vascas y que son el nuevo caldo de cultivo para la violencia proetarra, tal y como pudo comprobar OKDIARIO.
Según los últimos datos que recoge la Fiscalía General del Estado en su Memoria, a 1 de enero de 2019 en el País Vasco residen 990 de estos menores que supuestamente están atendidos por las diputaciones forales. El País Vasco es, por detrás de Andalucía y Cataluña, la comunidad española donde más menas residen. Muchos de los proetarras de nuevo cuño son inmigrantes de segunda generación que ya se han educado en ikastolas, hablan euskera perfectamente y se han radicalizado en su entorno de familias desestructuradas y barrios de extrarradio. En ellos pescan Bildu, Aralar, Alternatiba y Sortu, entre otros. Estos nuevos cachorros son los que se comportan de manera más violenta contra quienes consideran sus enemigos, como la Policía, la Guardia Civil y los partidos constitucionalistas.
Los fines de semana estos menas se dejan ver en los botellones y fiestas de todo el País Vasco, festejos que terminan cuando la Policía Autonómica disuelve las concentraciones. Esto ya ha ocurrido en San Sebastián, Gorliz, Bermeo, Portugalete, Lequeitio, Deba, Bilbao, Urretxu, Villabona, Plencia, Arrigorriaga y Santurce. Los problemas incluso han llegado hasta más al sur, a Aibar (Navarra). La historia se repite todos los fines de semana: grupos de jóvenes que lanzan todo tipo de objetos a los ertzainas que llegan para disolver los botellones, ilegales por razones sanitarias y de horario. Todos los expertos en seguridad consultados coinciden en que no estamos todavía ante un rebrote de la kale borroka de finales de la década de los 80 y primeros de los 90, pero que si no se ataja pronto iremos hacia esa deriva en poco tiempo.
Entre estos jóvenes está la nueva cantera proetarra, que preocupa a los Servicios Territoriales de Inteligencia de la Ertzaintza en cada provincia del País Vasco. La Policía ha detectado cómo en apenas cuatro o cinco años la mezcla de inmigración y de partidos de izquierda es un polvorín descontrolado del que se nutren los movimientos violentos. Hay un millar de chavales en el País Vasco que son diana de los métodos de captación por los proetarras y donde hay mucho que pescar, pues lo consiguen.
El problema de la Policía es que cuando se detiene a alguno de estos menores se puede hacer poco contra ellos, ya que las sanciones económicas recaerían sobre sus tutores, en este caso las correspondientes diputaciones y no pueden ser expulsados de España por razón de su edad ni encarcelados porque no tienen edad penal. Hace quince días un menor fue detenido en Eibar (Guipúzcoa); en Guecho (Vizcaya) fueron identificados otros cinco el sábado pasado y el mismo día la Ertzaintza identificó a otros cuatro al disolver un botellón en Galdácano (Bilbao). La lista es interminable, pero no pasa nada. No hay consecuencia jurídica.
Menas
En las concentraciones proetarras estos mismos menores gritan igual que los mayores, pero son muchos más violentos. Los mayores son quienes dirigen todas sus acciones a distancia, gritan, insultan, provocan, graban y hacen labores de contravigilancia, pero usan a los menores como «carne de cañón» de los violentos, como armas contra la Ertzaintza o quien sea objeto de su ira.
Los más jóvenes vuelcan contenedores de vidrio, atraviesan cubos de la basura y les prenden fuego cuando es necesario hacer una barrera. Intentan dividir y aislar así a unidades pequeñas de ertzainas y cuando la Policía es más lista que ellos, algo que ocurre muchas veces, siempre hay un adulto que les avisa para que abandonen la zona a la carrera antes de ser detenidos.
En una de estas carreras del pasado sábado los menores arrollaron a un ciudadano de 81 años en Mondragón que pasaba por la calle, como pudo comprobar OKDIARIO en directo. Lo que ocurrió es que medio centenar de violentos se acercaron demasiado a los autobuses de Vox y la Ertzaintza cargó a sus espaldas. Uno de estos mayores avisó a gritos de que salieran del callejón donde podrían haber quedado atrapados y en su huida atropellaron al anciano, provocándole una herida sangrante en la cabeza.
Entre la treintena de menores que lanzaron botellas a los ertzainas el pasado sábado en Mondragón, donde se celebraba el acto de Voces contra el Terrorismo (VCT) en apoyo a las víctimas OKDIARIO detectó al menos a cinco de origen magrebí que al grito de “¡faxistak kanpora!” (fascistas fuera) y «¡zipayos arratoiak!» (policías ratas) comenzaron a agredir a los ertzainas que trataban de evitar que se acercasen a los manifestantes llegados desde fuera en tres autobuses.
Mientras tanto, los mayores se limitaban a insultar a los seguidores de Francisco Alcaraz y Santiago Abascal, ya que varios diputados de VOX apoyaron el acto convocado por VCT y acudieron a Mondragón.
Este 18 de septiembre esta localidad industrial guipuzcoana se despertaba con una tensión inusual. Los vecinos se alertaban unos a otros en la calle sobre las zonas cortadas por la Policía. A las 10 de la mañana tres ertzainas de paisano levantaban con un gancho todas las tapas de alcantarillas de la zona donde era el acto de VCT, que fueron inspeccionadas por un perro especializado en detección de explosivos.
Durante la madrugada se habían colgado ya varias pancartas a la entrada del pueblo: “No sois bienvenidos, fascistas a la hoguera” o «Libertad para “Unai” (Henri Parot)», por si no había quedado claro el motivo de la protesta. Los proetarras se concentraron a las 11.30 frente al Ayuntamiento de Mondragón y a las 12.00 terminó con todos los presentes cantando el Eusko Gudariak, pistoletazo de salida para acudir hasta la cercana avenida Garibai, apenas a 50 metros, donde las víctimas del terrorismo celebraban su acto.
Pero la Ertzaintza, tal y como contó OKDIARIO, había desplegado más de un centenar de agentes de la Brigada Móvil, antidisturbios que no permitieron a los violentos acercarse. Mientras, como surgidos de la nada, las filas proetarras se engordaban con al menos tres decenas de jóvenes, varones menores de edad, vestidos con sudaderas con capuchas negras y pantalones cortos y de chándal en su mayoría. En el ambiente la tensión crecía, la Ertzaintza intentaba ensanchar el cordón y el olor a hachís que fumaban entre los que gritaban mareaba a todos los presentes.
Una hora después coordinadamente del grupo de proetarras comenzaron a alejarse los más jóvenes, entre ellos al menos cinco menas, que volcaron dos contenedores de vidrio para usar las botellas contra la Policía mientras estallaban varios petardos. Fue el inicio de los disturbios. La Policía decidió cargar y los más jóvenes corrieron calle arriba, la Ertzaintza ensanchó el cordón para alejar todavía más a los violentos, pero ellos se conocen mejor su pueblo, conocen donde desembocan las calles y como rodear a los agentes para sorprenderles.
La segunda ofensiva importante contra la Ertzaintza de la izquierda proetarra llegó poco después, cuesta abajo desde la ladera de un parque, arrojando de nuevo botellas y piedras contra dos furgonetas blindadas de la Policía aisladas del resto. Cuando un anciano y la propietaria de una vivienda donde habían caído algunas piedras les recriminó su actitud la respuesta de dos adultos que estaban en la misma calle fue: «Tú cállate. Que no vengan ellos a provocar (las víctimas), que se queden en su país y no salgan de allí». Nadie les replicó.
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