UN EX COMPAÑERO DEL ASESINO DE LA MOTOSIERRA SOBRE LA PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE (PPR):

«David Oubel es un monstruo y si un día sale de prisión volverá a asesinar»

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David Oubel, conocido como el parricida de Moraña, durante el juicio. EFE

Los agentes de la Guardia Civil tuvieron que echar abajo la puerta del baño, donde David Oubel se había encerrado tras asesinar a sus dos hijas, de cuatro y nueve años de edad, con un cuchillo de cocina y una sierra eléctrica. Le encontraron metido en la bañera, con el agua teñida de rojo por la sangre y la mirada perdida.

El juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Pontevedra en junio de 2017 puso en evidencia la atrocidad de su crimen: antes de quitarles la vida, suministró a las niñas un cóctel de fármacos (nordiazepam, oxacepam y tizanidina) para dormirlas. Tras el divorcio del matrimonio, las pequeñas estaban bajo la custodia de la madre, pero cuando sucedieron los hechos se encontraban de vacaciones en la casa del padre en Moraña (Pontevedra).

Tras ser considerado culpable por un jurado popular, David Oubel es hoy el único español condenado a la pena de Prisión Permanente Revisable (PPR), que el PSOE y Podemos quieren derogar en el Congreso de los Diputados.

«Coincidí con David Oubel durante varios meses en la prisión de Villahierro. Si pasas una hora con él, sales aterrado. No siente ningún remordimiento por lo que hizo. Si se le muere uno de sus perros, le entraría una depresión de caballo. Pero matar a sus hijas… en el fondo está contento, porque quería vengarse de su mujer».

«David Oubel es un monstruo»

Lo relata con estas palabras Jorge, que cumplió ocho meses de condena en la prisión de León entre julio de 2016 y enero de 2017, tras verse involucrado en un caso de tráfico de drogas. Durante su estancia fue el encargado de coordinar un programa pionero de Terapia Asistida con Animales (TACA) en el que también participaba Oubel, que en aquel momento cumplía prisión preventiva a la espera de juicio.

En este programa, un grupo de reclusos procedentes de la enfermería (algunos con graves trastornos mentales como la esquizofrenia) trabajan un pequeño huerto, donde también cuidan de 60 canarios y dos perros labradores: Ron y Tar. Por esta misma prisión han pasado luego el asesino de Diana Quer, José Enrique Abuín Gey conocido como el Chicle, y Raquel Gago, condenada a 14 años de cárcel por colaborar en el asesinato de la ex presidenta del PP de León Isabel Carrasco.

Jorge tiene pocas dudas: «David Oubel es un monstruo. Es una persona completamente fría, que sólo piensa en la venganza. Y duerme a pierna suelta. Si un día sale de prisión volverá a matar. No quisiera verle cerca de mis hijas. Es un disparate que quieran derogar la Prisión Permanente Revisable (PPR)».

Es la ley de la cárcel: los reclusos no soportan tener a su lado a un asesino de niños o a un violador. Por eso algunos agresores sexuales mienten y dicen a sus compañeros que han sido condenados por tráfico de drogas o por haber tenido una reyerta con un policía. Pero la verdad se acaba sabiendo, a menudo gracias a algún funcionario de prisiones.

«En una celda acristalada y acolchada»

«Eres una perra, hijo de puta, te vamos a matar». David Oubel permanece ingresado en la enfermería de la prisión, en una celda acristalada y acolchada, siempre bajo vigilancia, para protegerle de este tipo de amenazas del resto de reclusos.

«Es una persona con mucha maldad, muy retorcido», relata Jorge, «egocéntrico y narcisista, no le importa nadie más que él. Siempre está cuidando su imagen, en prisión se gasta el dinero en tinte y en ropa de marca, que encarga por catálogo a unos grandes almacenes. Me decía que debería haber sido modelo de ropa».

Jorge también convivió en Villahierro con David Fuentes Varela, condenado a 33 años de cárcel por matar a golpes a su hijo Imran, de tan solo 21 meses de edad. Tras el asesinato, introdujo el cuerpo del pequeño en una maleta, que dejó abandonada en las proximidades del apeadero de tren de Vallobín (Asturias).

Aunque su caso es muy distinto. «David se dedicaba a robar en talleres y su novia era prostituta», relata Jorge, «entre los dos se gastaban más de 500 euros diarios en cocaína, que fumaban en base. Una noche, cuando los dos estaban en casa, sin dinero y con el mono, el niño se despertó llorando. David me dijo que estaba muy nervioso, empujó al niño y éste se desmayó. En lugar de llevarlo al médico, lo metieron en la cama. A las cuatro de la madrugada, el niño estaba muerto».

Mató de una paliza a su hijo de 21 meses

Aunque no era la primera vez que ocurría algo así. Meses antes, el niño ya había sufrido una fractura de las costillas y el fémur, a causa de una paliza. David Fuentes Varela ingresó en el módulo 3 de Villahierro, en el que los internos adquieren el compromiso de desengancharse de la droga. «A los 18 meses era una persona completamente distinta», explica Jorge, «ahora es el encargado del economato y ayuda a sus compañeros a salir de la droga».

«Durante el tiempo que estuvimos en el módulo 3», añade, «me ayudó a bajar a dos presos que murieron por sobredosis. La gente se engancha con transilium, lorazepan, metadona líquina o en pastillas… Los medicamentos se reparten una vez a la semana, los viernes, y algunos presos trapichean con ellos, a cambio de un paquete de tabaco o una tarjeta para telefonear».

Jorge recuerda que uno de los presos ingresó con pastillas de metadona ocultas en el cuerpo. «Por la noche, cuando ya estaban cerradas las celdas, comenzó a vomitar y a ahogarse. Su compañero de celda pidió ayuda, pero uno de los guardias le advirtió: Como suba, os vais a enterar. Así que decidió guardar silencio y pasó toda la noche con su compañero de celda muerto. Hasta que los guardias abrieron las celdas a las 7 y media de la mañana, descubrieron el cadáver y tuvieron que llamar a la Guardia Civil».

Este antiguo recluso de Villahierro, que ha convivido con algunos de los criminales más peligrosos del país, advierte sobre la intención del PSOE y Podemos de derogar la Prisión Permanente Revisable: «Alguien que es capaz de coger a un niño y matarlo, o violarlo, no debería salir a la calle en su vida. Una persona así no se adapta a la sociedad y nunca se rehabilitará».

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