El Gobierno vasco privó a los jueces de pruebas que habrían resuelto las primeras acciones de los GAL
El Gobierno vasco privó a los tribunales españoles y franceses de las pruebas del maletín de Amedo que podían haber servido para resolver judicialmente las primeras acciones de la guerra sucia contra ETA. El caso más vergonzante era el del secuestro de Segundo Marey, que supuso la primera misión antiterrorista reivindicada por los GAL y del que la Ertzaintza disponía de las pruebas que señalaban a sus ejecutores e inductores.
Los gobiernos de Carlos Garaikoetxea (1980-1985) y de José Antonio Ardanza (1985-1999), optaron por encubrir las operaciones dirigidas desde el Ministerio del Interior del primer gobierno socialista y por privar a los magistrados de la Audiencia Nacional de los papeles sustraídos a Amedo. El Gobierno de Vitoria, desde el accidente automovilístico del subcomisario de Bilbao, el 21 de septiembre de 1983, conocía los nombres de los mercenarios que operaban en Francia, entre ellos los de quienes habían secuestrado y mantenido en cautiverio diez días al comerciante francés Marey.
OKDIARIO ha conseguido, en exclusiva, las memorias inéditas de José Amedo en las que cuenta cómo le fue sustraído el maletín por agentes de la Ertzaintza y desvela los papeles que guardaba en su interior. Se trata de un documento de gran valor histórico, que sirve para aportar luz a las sombras todavía sin aclarar de los Grupos Antiterroristas de Liberación. En cuatro años perpetraron medio centenar de acciones terroristas en el sur de Francia con el resultado de 27 muertos y decenas de heridos.
En sus confesiones Amedo no elude su implicación en el reclutamiento de los mercenarios de los GAL, tras recibir instrucciones de sus superiores de Bilbao que, a su vez, contaban con las directrices del Ministerio del Interior y del Gobierno de Felipe González. Amedo en un apartado de sus revelaciones cuenta que la Ertzaintza supo desde el primer día quiénes eran los mercenarios que habían secuestrado a Marey:
“Días después al ser liberado Marey es cuando se da a conocer públicamente la creación de los Grupos Antiterroristas de Liberación. Es en ese momento cuando los hombres del grupo Ekintza (Acción) de Genaro García de Andoain podían acreditar la autoría del secuestro. Si habían tenido acceso a la documentación que yo guardaba en el famoso maletín el día del accidente, horas después de producirse la retención de Marey, era detenido por la policía francesa Pedro Sánchez, ex miembro de la Legión Extranjera y jefe del comando que llevó a cabo esta operación. Todos sus datos figuraban en el primer documento entre otros muchos que portaba y pudieron fotocopiar, dado que además estos hechos tuvieron una gran notoriedad pública en los medios de comunicación”.
OKDIARIO publicó ayer el contenido de la agenda de Amedo, que cayó en poder de la Ertzaintza, en la que figuraba, entre otros mercenarios, el nombre y los teléfonos de Pedro Sánchez, el sicario al que se refería el subcomisario de Bilbao.
Las confesiones de Amedo
Amedo en sus memorias relata sus encuentros con el responsable del servicio de información y antiterrorismo de la Ertzaintza, Genaro García de Andoain, el hombre de confianza del consejero de Interior, Luis María Retolaza y del Gobierno vasco.
«Con posterioridad a estas primeras acciones de los GAL, hablé telefónicamente en diversas ocasiones con Genaro García de Andoain después de ponerse en contacto conmigo para interesarse por mi estado de salud tras el accidente en la autovía Bilbao-San Sebastián, hasta que a principios de 1984 me citó en el hotel Gasteiz de Vitoria. La conversación transcurrió con normalidad hasta que me preguntó por mis contactos en el entorno de ETA…», escribe el subcomisario de Bilbao.
Amedo se negó a facilitarle datos sobre sus operaciones y sus fuentes de información en el sur de Francia, pero del tema de ETA se pasó a la irrupción de los GAL, que ya habían secuestrado a Lasa y Zabala y a Marey y asesinado a Ramón Oñederra Kattu y a Mikel Goikoetxea Txapela, ambos en diciembre. El alto cargo peneuvista recondujo la conversación a ese terreno. Amedo aguantó el envite, a sabiendas de que la Ertzainza tenía en su poder una copia del contenido del maletín.
“Deseaba escuchar sus comentarios para poder sacar conclusiones sobre mis sospechas, me dijo que intuía que era una decisión política muy arriesgada y que podía generar muchos problemas. No mencionó nombres ni cargos. Fue parco en palabras sobre este tema. Sólo me dijo que a él no le gustaría participar en aquel asunto y que suponía que a mí tampoco. Aquel comentario en cierto modo me alertó y le respondí con contundencia que profesionalmente mi trabajo se limitaba a la información, y que además entendía que aquellas operaciones en el sur Francia podían ser puntuales. Me comentó escuetamente que él pensaba que iban a tener continuidad. Me daba la impresión de que con sus comentarios pretendía trasmitirme un mensaje, aunque me mantuve inalterable y le pregunté si tenía alguna razón para pensar así, me respondió simplemente que el tiempo lo aclararía”, desvela Amedo.
En aquella época, el policía tras comenzar las operaciones de los GAL pasaba la mayor parte del tiempo en San Sebastián, Irún o el País Vasco-francés. Era muy reconocible porque llevaba un collarín sujeto al cuello, consecuencia de su accidente de circulación. En uno de sus encuentros con Genaro García de Andoain éste le mostró al policía una fotografía en la que se le veía junto al ex miembro de ETA, Jokin Etxabe. El subcomisario, de inmediato, se percató del giro que iba a tomar la conversación: “Me espetó: ‘No me dijiste que era confidente tuyo’. Y yo le respondí de inmediato: ‘Yo tampoco te pregunto a ti por los tuyos, mantener su anonimato en el mundo de la Información, como bien sabes es sagrado’. A continuación, sacó otras dos fotos de su bolsillo y me mostró la primera en la que se nos veía a Etxabe y a mí en el mismo sitio y en otra cercana a dos individuos. Me señaló a uno de ellos que inicialmente no reconocí y me dijo: ‘¿Éste también es colaborador tuyo?’. ‘No lo conozco’, le respondí”.
Las aguas pantanosas de los GAL
Y el jefe de la Ertzaintza, según Amedo, se introdujo en las aguas pantanosas de los GAL: “Mira José, como te he dicho todo esto es fruto de la casualidad, cuando decidimos investigar a Etxabe, el día 24 de septiembre de 1985 sabíamos que estaba en el casino del hotel Londres con otras dos personas y salieron juntos. Jokin se sentó en la mesa que te esperaba en la cafetería y los desconocidos que te he mostrado en la segunda fotografía en otra próxima a la vuestra. Circunstancia que me sorprendió mucho cuando vi las fotos puesto que me dijiste que personalmente no conocías al ex miembro de ETA”.
Y Genaro García Andoain, con su interlocutor Amedo con cara de póker, continuó con el resultado de las pesquisas de sus agentes: “Tú te marchaste el primero una hora más tarde. La sorpresa viene ahora, mis hombres previa identificación en la recepción del casino pidieron el libro de registro de todas las personas que habían entrado y sabes quién eran los acompañantes de Etxabe, supongo que habrás oído hablar de ellos, un tal Lucien Mattei y Pierre Frugoli. Qué casualidad, los dos mercenarios que, al día siguiente, los detuvo la Policía francesa cuando huían tras cometer el mayor atentado de los GAL, cuatro muertos de ETA en el hotel Monbar de la calle Pannecau en Bayona, a escasos metros del bar de Jokin ‘Chez Etxabe’ donde paran los dirigentes de la organización terrorista”.
El hotel Monbar de Bayona fue el escenario donde se perpetró el mayor atentado de los GAL.Amedo negó cualquier relación con los mercenarios y con el atentado contra el Monbar de Bayona, a lo que García de Andoain le contestó: “Lo que tenemos claro es que tú no has tomado la decisión de actuar contra ETA en el sur de Francia. Ese tipo de resoluciones se toman al más alto nivel, se podría decir que te has limitado a cumplir órdenes y en ese sentido nos hemos referido a ti en el informe que nos hemos visto obligados a elevar a la superioridad”.
Mientras Amedo negaba cualquier relación con los atentados, el jefe de los espías de la Ertzaintza entró de lleno en el tema del maletín con los documentos de los GAL: “Lo que no se puede negar son los documentos que fotocopiamos del maletín que llevabas. En aquellos papeles estaban los nombres y teléfonos de contacto de diversas personas que no sólo eran tus informadores, muchos policías franceses y otros individuos tales como Pedro Sánchez, Talbi, Jean Pierre Echalier que posteriormente fueron detenidos a raíz del secuestro de Segundo Marey y ya no digamos nada de tu encuentro con Jokin Etxabe en el hotel Londres de San Sebastián en compañía de los mercenarios Mattei y Frugoli”.
Amedo siguió negando lo evidente sobre su protagonismo en el reclutamiento de mercenarios de los GAL: “Os hicisteis con los documentos de forma ilegal y en contra de mi voluntad, no los podéis utilizar. Yo no estuve con esos desconocidos de los que me hablas, además ninguno de ellos me ha acusado de que yo tuviese ninguna relación con ellos. ¿Me vas a acusar tú?”.
Y el subcomisario de Bilbao pulsaba la tecla adecuada: la Ertzaintza, de momento, no tenía intención de emprender acciones contra nadie. Ni años después cuando el juez de la Audiencia Nacional, Castro Meije, decidió abrir unas diligencias previas sobre los GAL en 1987, que más tarde fueron retomadas por Baltasar Garzón cuando pasó a ocupar el despacho del Juzgado Central de Instrucción número 5.
La Ertzaintza no entregó un informe sobre Amedo hasta 1988, pero sobre las visitas y el dinero jugado por él y su ayudante Michel Domínguez en el casino Kursaal de San Sebastián, entre los años 1984 y 1986. En las investigaciones también recogían que las estancias de los policías en Donosti coincidían con la presencia del mercenario Pierre Frugoli.
Los ertzainas afirmaban en su escrito que sus primeros seguimientos correspondían a los meses de septiembre y octubre de 1985, pero en ningún momento hacían referencia a la existencia de los documentos del maletín de Amedo.
Silencio sobre el maletín
El motivo para abrir las pesquisas contra el funcionario policial, según los agentes de la Policía vasca, se debía a que “perdía mucho dinero en el casino” jugando al black jack y querían averiguar la procedencia del dinero, al menos así lo declararon en la vista oral del juicio. Imputaban a Amedo de la compra de más de nueve millones de las antiguas pesetas en fichas de juego, pero el policía siempre alegó que las compraba para pagar a sus confidentes. Según él, era la mejor manera de blanquear el dinero de los fondos reservados.
Los documentos del maletín, sin embargo, nunca fueron aportados por la Ertzaintza o el Gobierno vasco en ninguna de las causas judiciales. Incluso, cuando el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, el 3 de noviembre de 1983, dos meses después del accidente de Amedo, anunció ante los diputados cuáles eran sus planes para combatir a ETA: “Espero que se me entienda con claridad: este Gobierno no permitirá que vivan tranquilos los que amparan el terror y el crimen”, manifestaba desde la tribuna del Congreso.
Eran las palabras que acompañaban a las medidas antiterroristas que había aprobado el Consejo de Ministros. ETA había asesinado en 1982 a 41 personas y en lo que se llevaba de 1983 alcanzaba una cifra similar, entre ellas el capitán de Farmacia, Alberto Martín Barrios. Previamente, lo mantuvieron secuestrado dos semanas mientras la banda terrorista chantajeaba al Estado.
González anunciaba sus medidas en materia penal, penitenciarias, administrativas, sin mencionar las acciones de guerra sucia contra la banda asesina que su Gobierno ya había perpetrado en territorio del país vascofrancés. Pero manifestó con firmeza: “Espero que se me entienda con claridad: este Gobierno no permitirá que vivan tranquilos los que amparan el terror y el crimen”.
Cuando González pronunciaba esas palabras, un comando de guardias civiles ya había secuestrado en Bayona a los etarras Lasa y Zabala, cuyos restos aparecieron diez años después en Alicante, enterrados en cal viva.
El periodista Fernando Jáuregui, entonces corresponsal político de El País, que tituló su crónica sobre la comparecencia parlamentaria con el titular Una sesión llena de sobreentendidos, escribió: “Una posible puesta en marcha de tácticas de guerra sucia flotó sobre la sesión”.
Pero el PNV, que ya contaba con los papeles de Amedo y conocía los orígenes de los GAL, se mantuvo en silencio lo que provocó que la sentencia en España contra los responsables políticos del secuestro de Segundo Marey no fuera dictada por el Tribunal Supremo hasta julio de 1998. La causa 1/88 instruida por Garzón por los asesinatos en los bares La Consolation y Batxoki no obtuvo sentencia hasta septiembre de 1991.
Las muertes de Lasa y Zabala no recibieron una satisfacción judicial hasta el año 2000. Y así hasta completar las 27 víctimas mortales de los GAL, incluida la última de Juan Carlos García Goena, en 1987, que en julio cumplirá 35 años sin que su familia conozca la identidad de sus asesinos.
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