Un juez de la Corte Suprema de Brasil suspende la designación de Lula como ministro

Lula da Silva
Lula da Silva, tras ser liberado de su detención (Foto: Reuters)

Un magistrado de la corte suprema de Brasil bloqueó el viernes el nombramiento del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva como ministro y ordenó que la investigación en su contra por corrupción vuelva a la justicia ordinaria.

El gobierno sólo podrá apelar la decisión del juez Gilmar Mendes ante el plenario del Supremo Tribunal Federal (STF).

El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva volvió a vestirse este viernes de líder obrero, para denunciar en una manifestación en Sao Paulo un intento de «golpe» contra su sucesora Dilma Rousseff, amenazada por un juicio de destitución.

Las manifestaciones, convocadas por el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), la Central Única de Trabajadores (CUT) y diversas organizaciones sociales, movilizaron a 267.000 personas en todo el país, según la policía, y a 1,2 millones según los organizadores.

«No vamos a aceptar que haya un golpe», lanzó Lula, de 70 años, con una voz más rasgada que nunca, ante decenas de miles de personas que vibraban a cada una de sus frases.

El ícono de la izquierda latinoamericana, nombrado jefe de gabinete de Rousseff, demostró que su carisma sigue intacto para buena parte de la población, pese a las denuncias de corrupción de que es objeto.

«Fue maravilloso lo que dijo, toda la energía, aliento y esperanza que transmitió al pueblo para que continuemos en la lucha», dijo María Cicera Salles, una funcionaria de 60 años.

«La gente de dinero no soporta al Lula obrero, al trabajador, y nunca consiguieron hacer lo que él logró. Quieren acabar con él porque temen que se presente en 2018 y les gane. Lo están masacrando. Es un crimen», agregó.

En su discurso, Lula denunció a quienes «tratan de anticipar elecciones dando un golpe contra Dilma».

«Tenemos que decirles que quienes estamos en esta plaza hemos luchado para derrocar al régimen militar, para conquistar la democracia, y que no vamos a aceptar que haya un golpe», proclamó.

Las principales marchas se llevaron a cabo Sao Paulo (80.000 manifestantes) y en varias ciudades del empobrecido noreste, un bastión de Lula, como Salvador de Bahía (60.000 manifestantes) o Natal (17.000), de acuerdo con el cómputo policial.

La izquierda buscaba hacer su propia demostración de fuerza, después de la impresionante movilización de tres millones de brasileños que el domingo pasado reclamaron la renuncia de Rousseff.

La crisis política que azota a Brasil y la recesión económica desgastaron la popularidad de Rousseff y opacaron la imagen de un país emergente pujante, deseoso de celebrar sus conquistas en los Juegos Olímpicos de Rio en agosto próximo.

Contrarreloj contra el ‘impeachment’

La crisis se aceleró esta semana tras la designación de Lula como jefe de gabinete de Rousseff. Lula fue llamado a ayudar a su heredera política y sucesora a recomponer la base aliada, que hace aguas, para bloquear el proceso de destitución en el Congreso.

La Cámara de Diputados realizó este viernes la primera sesión de las 15 previstas, para que una comisión especial recomiende la apertura o el archivo de un pedido de impeachment.

El presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, dijo que la Comisión podría dar su parecer en unos «30 días».

La ‘operación retorno’ de Lula estuvo además cerca de zozobrar, por sospechas de que el exmandatario se proponía ante todo, asumiendo un cargo ministerial, obtener fueros especiales que lo libraran de las investigaciones del juez anticorrupción Sergio Moro sobre el escándalo Petrobras.

La divulgación de una conversación telefónica pinchada entre Lula y Rousseff avivó esa sospecha y provocó nuevas protestas, principalmente en Sao Paulo y Brasilia.

Rousseff rechazó esa versiones y criticó la divulgación de la conversación por el juez Moro, contra quien tomará «las medidas que correspondan», proclamó en un acto en el estado de Bahia (nordeste).

El gobierno se anotó una breve victoria este viernes, cuando un tribunal anuló la segunda medida cautelar que bloqueaba la toma de funciones de Lula como jefe del gabinete, aunque una tercera cautelar volvió a dejar rápidamente las cosas en el punto de partida.

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