Rusia aprovecha la crisis de la Venezuela de Maduro para hacerse con su industria petrolera
Rusia se ha convertido en el principal prestamista de la dictadura de Nicolás Maduro en un momento crítico para la economía venezolana que ha vaciado de comida y medicinas los supermercados del país y lo ha hecho a través de ventajosos acuerdos de dinero a cambio de crudo y participación en la industria petrolera de Venezuela, la principal fuente de riqueza del país.
La economía venezolana no ha hecho más que sufrir desde que el precio del petróleo en el mercado internacional se desplomó hasta registrar un mínimo de 24 dólares frente a los más de 100 que suele anotar como punto de partida. La pérdida de valor del oro negro dejó al Gobierno sin los petrodólares sin las divisas necesarias para importar todo tipo de productos, casi todos, debido a la debilitada industria nacional.
Así, en los últimos años las largas colas a las puertas de las tiendas se han convertido en una imagen habitual. La falta de productos de primera necesidad y la inflación —que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzará un 720% en 2017— han dejado sin recursos a los venezolanos, hasta el punto de que muchas voces hablan ya de crisis humanitarias.
El Palacio de Miraflores ha intentado recuperar la renta petrolera —que antes de la crisis suponía el 90% de los ingresos públicos— con acuerdos con sus aliados internacionales fuera de la región y para ello el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dio a Maduro el poder que normalmente ostenta el Parlamento para cerrar pactos de tal envergadura.
Maduro ha ido un paso más allá en la política de petróleo por dinero iniciada por el fallecido Hugo Chávez en 2006 y en los últimos años ha obtenido préstamos de empresas chinas y rusas que sobrepasan los 735.000 barriles diarios, o lo que es lo mismo, un 42% de los 1,75 millones de barriles diarios de exportaciones petroleras de Venezuela, según documentos internos de PDVSA a los que ha tenido acceso Reuters.
Sin embargo, recientemente China ha reducido la línea de crédito a Venezuela por los retrasos en los pagos, lo que ha dejado a Rusia como actor principal. El Kremlin y su petrolera, Rosneff, han entregado a la nación caribeña préstamos por valor de 17.000 millones de dólares desde 2006.
Hasta ahora, el método habitual era pagar por anticipado futuros envíos de petróleo venezolano. En abril, por ejemplo, Rosneff adelantó a PDVSA 1.000 millones de dólares, dinero que el Gobierno de Maduro ha usado en al menos dos ocasiones para pagar la deuda con acreedores internacionales, han contado un funcionarios venezolano.
Pero Rosneff ha ideado nuevas formas de colaboración. Una fuente gubernamental de Caracas y dos del sector han revelado que desde principio de año negocia con PDVSA una participación en nueve proyectos: cinco en la Faja del Orinoco, que alberga las mayores reservas de crudo del Venezuela —a su vez mayor reserva del mundo—, tres en Lago Maracaibo y uno en Golfo Paria.
Además, Rosneff se ha posicionado como intermediario en las ventas de crudo venezolano con otros países. Actualmente revende cerca de 225.000 barriles diarios, el 13% de las exportaciones venezolanas. La mayoría del petróleo acaba en Estados Unidos, aunque también destacan las negociaciones con la india Essar.
«Definitivamente, Rosneff ha estado aprovechando la circunstancia», ha dicho a Reuters Elías Matta, vicepresidente de la comisión de energía del Parlamento, controlado por la oposición. «Saben que es un Gobierno débil que está urgido de dinero y ellos son tiburones», ha lamentado.
Las fuentes consultadas por Reuters han advertido además de que los tratos con Rusia han contribuido a desmantelar a PDVSA, ya que el dinero obtenido del petróleo no revierte en la empresa, como antaño. El resultado es que la producción en 2017 ha caído hasta su nivel más bajo en 27 años.
«Rusia se está llevando todo lo que hay», ha denunciado un operador que comercia frecuentemente con PDVSA.