El rey de Arabia Saudí pide unidad para luchar contra el terrorismo de Irán

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El Rey Salman de Arabia Saudí. Foto: Europa Press

Irán y Arabia Saudí son enemigos históricos. Algunos explican este choque remontándose a la muerte de Mahoma, cuando sus discípulos dividieron en dos la manera de entender el islam (chiíes y suníes). Otros al enfrentamiento de los imperios otomano-safávida (s XVI) y la lucha otomana-persa (s XVIII). Durante la etapa colonial Arabia Saudí no sufrió ocupación alguna, sin embargo, Irán fue dirigido por Reino Unido y Francia conjuntamente.

La hegemonía de Oriente Próximo pende de una balanza entre estos dos grandes países que siempre se han visto como enemigos acérrimos. Así lo ha reflejado en pleno siglo XXI el rey Salman bin Abdulaziz, monarca del país arábigo, que ha enfocado su discurso en el 75 aniversario de la Asamblea General de la ONU casi íntegramente contra Irán.

Primero ha pedido a todos los países que sopesen “oponerse firmemente” a los países que apoyan las ideologías extremistas transnacionales. Esto haciendo alusión a la relación entre Irán y Hezbollah, organización política chií libanesa, considerada como organización terrorista por varios países. También ha querido advertir de la Guardia Revolucionaria Iraní que, según el monarca saudí, entrena a distintos grupos terroristas como Al Qaeda en India, Irak, Kenia y Siria o los hutíes en Yemen.

Irán también ha sido acusado de financiar otros grupos terroristas como los talibanes en Afganistán. También se acusa a sus servicios de inteligencia han provocado varios ciberataques dentro de Estados Unidos. «Estas ideologías a menudo buscan tapar su extremismo y su destructiva naturaleza con falsos eslóganes políticos», ha reiterado Salman.

Haciendo alusiones al enfrentamiento ideológico agregó que «en el Reino (saudí), basándonos ​​en nuestra posición en el mundo islámico, asumimos una responsabilidad especial e histórica de proteger nuestra creencia tolerante islámica”, añadía el rey.

Irán y el enriquecimiento de uranio

Sobre el programa nuclear iraní, el rey Salman ha enfatizado que se necesita una posición internacional firme para evitar que Irán obtenga “armas de destrucción masiva”, haciendo alusión al discurso de 2001 de George W. Bush antes de invadir Irak.

El enriquecimiento de uranio iraní es algo que preocupa a nivel internacional, sobre todo a Estados Unidos, que ha reimpulsado las sanciones contra Irán después de haberse salido del Pacto Nuclear de 2015. Este acuerdo, firmado por el Consejo de Seguridad de la ONU, ratificaba el levantamiento de sanciones contra Irán a finales de 2020. Los países firmantes, de momento, siguen adelante con la retirada de restricciones mientras que Estados Unidos insiste en continuar con el embargo de armas y económico.

Las cifras de la Asociación Nuclear Mundial (WNA con sus siglas en inglés) reflejan que los datos de enriquecimiento de uranio en Irán están muy por debajo de la media mundial, sobre todo comparado con las grandes potencias del Consejo de Seguridad de la ONU. El WNA ha elaborado una tabla con los 17 países que más uranio enriquecido tienen en su territorio. En esta lista aparecen Australia, Kazajistán, Namibia, Sudáfrica, China y Níger como países a la cabeza y, en ningún momento, ni si quiera al final de la lista, aparece Irán.

A pesar de ello y, por culpa de la hegemonía política regional, Arabia Saudí ha insistido en que «al régimen iraní no le importa la estabilidad de la economía global», señalando que, en varias ocasiones, el Reino suní le ha extendido su mano a la paz con Irán y lo ha tratado de manera positiva durante décadas. “Pero las experiencias vividas con el régimen iraní nos han enseñado que las soluciones parciales no detienen sus amenazas”, reitera el monarca.

Integridad de las fronteras saudíes

Con respecto al tema yemení, el monarca aseguró que no dejará de defender su seguridad nacional, ni abandonará a su vecino hasta que recupere una plena soberanía e independencia de la hegemonía iraní, “continuaremos apoyando los esfuerzos del enviado de la ONU a Yemen».

Arabia Saudí decidió intervenir militarmente en la guerra de Yemen en 2015 con la famosa “Operación Tormenta Decisiva”. Esta misión sigue vigente a día de hoy, se inició para ayudar al presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi que estaba teniendo serias dificultades para derrotar a los rebeldes chiíes hutíes.

El conflicto sigue activo a día de hoy afectando más que nunca al Reino saudí, que la semana pasada sufrió un ataque con un proyectil dentro de sus fronteras en el que cinco personas fueron heridas. “Las milicias hutíes continúan atacando a civiles en Yemen y Arabia Saudita», reiteró para recordar a sus homónimos de la ONU que el conflicto sigue vigente y está extrapolándose de las fronteras yemeníes.

En 2019 hubo varios acercamientos para firmar un alto al fuego, pero los rebeldes acabaron por incumplirlo debido a que no estaban de acuerdo con las conversaciones de paz. Mientras tanto, la población yemení sigue sufriendo una crisis humanitaria sin precedentes, con una crisis de hambruna, falta de agua, aumento de la violencia y la nueva amenaza del coronavirus.

Apoyo velado a los Acuerdos de Abraham 

Las declaraciones que todos estaban esperando llegaron. El pronunciamiento del rey saudí sobre los Acuerdos de Abraham tenía en vilo a muchos musulmanes preocupados por el conflicto de Oriente Próximo.

El monarca declaró que apoyaba todos los esfuerzos encaminados a culminar un proceso de paz árabe. Concretamente dijo que “la paz en el Medio Oriente es nuestra elección estratégica, y nuestro deber es no escatimar esfuerzos para trabajar juntos en pos de un futuro brillante en el que prevalezcan la paz, la estabilidad, la prosperidad y la coexistencia entre todos los pueblos de la región”.

Sin querer dejar atrás al pueblo palestino, el rey Salman ha explicado que “la Iniciativa de Paz Árabe ha incluido unas bases para una solución integral y justa al conflicto árabe-israelí” y asegura que “el hermano pueblo palestino obtendrá sus derechos legítimos, el más importante de los cuales es el establecimiento de su estado independiente con Jerusalén Oriental como su capital”.

Estas palabras repiten el mismo discurso que realizó el ministro de Estado y Relaciones Exteriores de Emiratos, Anwar Mohammed Gargash unos días antes la firma. Papel constatado por Israel, Bahréin y Emiratos donde no hay ninguna referencia directa al conflicto de Oriente Medio.

Durante su discurso tampoco ha querido dejar pasar la oportunidad para agradecer a Estados Unidos el apoyo y los esfuerzos realizados por conseguir que este pacto saliese adelante.

El dolor de cabeza de Arabia Saudí

Con respecto a la crisis en Libia, el rey Salman hace un llamado a “todos los hermanos libios para que se sienten a la mesa de negociaciones y se unan para preservar la unidad e integridad de Libia”. Estas declaraciones venían con una advertencia en la que condenaba la interferencia extranjera en el país, rechazando así su apoyo a Sarraj secundado por las Naciones Unidas, Italia, Turquía, Watar y los Hermanos Musulmanes.

Otra guerra inundada de influencia extranjera es la de Siria. Sobre la que el monarca saudí reiteró que necesitaban encontrar “una solución pacífica con la salida de las milicias y los mercenarios y la preservación de la unidad del suelo sirio”.

Respecto al Líbano, el monarca reconoce que el pueblo libanés “ha sido sometido a una catástrofe humanitaria tras la explosión en el puerto de Beirut” y ha acusado a Hezbollah de todos los males del país: “esto se produce como resultado del dominio de Hezbollah, lo que ha provocado la desorganización de las instituciones constitucionales del Estado”. Finalmente, también ha terminado pidiendo paz para pueblo libanés con una seguridad, estabilidad y prosperidad sin la presencia del “partido terrorista”.

Tampoco ha querido pasar por alto la amenaza terrorista que asola la Península Árábiga y el Norte de Africa. «El terrorismo y la ideología extremista constituyen un gran desafío que enfrenta al mundo entero. En los últimos años hemos logrado importantes éxitos en la confrontación de las organizaciones extremistas, incluida la derrota del control de Daesh sobre las tierras en Irak y Siria”, explicó el monarca.

Salman hizo un llamamiento a la unidad internacional contra el terrorismo para frenar en seco estas prácticas. «Para lograr el éxito en nuestra batalla contra el terrorismo y el extremismo es necesario intensificar nuestros esfuerzos conjuntos y hacer frente a este desafío de una manera integral que aborde la lucha contra la financiación del terrorismo y la ideología extremista”, añadió.

Además, pidió la coexistencia pacífica y la solidaridad entre países y pueblos del mundo, destacando que Arabia Saudita no discrimina en sus esfuerzos humanitarios por motivos de raza o religión. El rey de Arabia Saudí ha reforzado su discurso pidiendo esfuerzos conjuntos para acabar con la pandemia del coronavirus. También para luchar contra el cambio climático, la pobreza, el crimen organizado y conseguir “un futuro brillante en el que las generaciones vivan en seguridad, estabilidad y paz”, finalizaba el monarca.

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