La ofensiva de Haftar en Trípoli puede ayudar a resolver la crisis de Libia
Un aspecto que la operación de Trípoli ha destacado es que un enfoque basado en otorgar a las milicias armadas en Libia legitimidad política es inaceptable.
La operación militar del Ejército Nacional de Libia para liberar a Trípoli de las milicias armadas tiene muchas implicaciones políticas y de seguridad con consecuencias para el equilibrio de poder en Libia. La operación podría sacudir el estancamiento al que la comunidad internacional parece haberse acostumbrado. Esta nueva normalidad se produjo como resultado del bloqueo causado por la creciente brecha entre las distintas partes en Libia y su falta de voluntad para poner fin al caos y restaurar la seguridad y la estabilidad después de ocho años de conflicto. El momento de la operación militar es significativo. Las diversas fuerzas involucradas en la crisis se han enredado en disputas de poder intratables y maniobras dirigidas a arreglar la situación de acuerdo con sus propias visiones.
El mariscal de campo Jalifa Haftar parece haber considerado los muchos mensajes directos e indirectos que recibió sobre su papel en la lucha contra el terrorismo. Interpretó los mensajes como un estímulo para un mayor progreso en ese frente o al menos como expresiones de «no objeción» a sus planes. Por lo tanto, se convenció de la sabiduría de emprender una operación importante en Trípoli.
Otro factor fue que el Ejército argelino, que anteriormente había vetado cualquier escalada militar en Libia, se vio envuelto en una crisis propia. Haftar vio una oportunidad madura para resolver la situación en Trípoli antes de que fuera demasiado tarde. Desde la Conferencia de Palermo en noviembre pasado, Francia fue la primera en insinuar que no se opondría a la intención de Haftar de capturar Trípoli. La posición de Francia puede haberse originado en el deseo de París de contrarrestar el papel de Roma en Libia, poner fin a la proliferación de grupos armados y fortalecer sus relaciones con Haftar.
Los primeros signos de la cooperación entre París y Haftar surgieron durante las batallas en Derna y el sur de Libia contra grupos terroristas. Desde la perspectiva de París, si el Ejército Nacional de Libia (LNA) controlara Trípoli sin problemas, el premio iría a Francia. Sin embargo, si Haftar se enfrentara con una resistencia feroz, todas las fuerzas armadas y los grupos en Libia, incluido el LNA, se agotarían y se debilitarían militarmente, lo que podría crear condiciones propicias para una solución política.
Antes de su movimiento en Trípoli, los líderes de LNA habían tomado en serio las advertencias contra tal movimiento. Dudaron más de una vez. La operación requirió tomar medidas cruciales en relación con algunas de las fuerzas principales en Trípoli, particularmente la coordinación total con Misrata, que tiene la ventaja en Trípoli, y la cooperación con el ministro del Interior, Fathi Bashagha, quien había tomado medidas decisivas en los últimos meses para aliviar las tensiones en la capital provocadas por algunas de las milicias.
El éxito militar de la LNA en el sur alentó a sus comandantes a poner sus ojos en Trípoli, especialmente ante la ausencia de resistencia en el camino a la capital y las rápidas victorias logradas allí, además de las garantías de varios sectores que aprecian las acciones del Ejército por la creciente desconfianza general en los pasos dados por la misión de la ONU en Libia y la renuencia de la comunidad internacional a adoptar políticas y acciones específicas en Libia.
Las acciones acometidas por la misión de la ONU bajo el liderazgo de Ghassan Salame fueron consideradas inútiles e ineficientes por muchos. Fueron percibidas como sesgadas, lo que puso una gran interrogante sobre la conveniencia de la conferencia nacional programada para el 14 y 16 de abril en Ghadames.
Las fuerzas que se oponen al foro dijeron que llevaría a la expansión del papel de los islamistas en Libia al eliminar de la ecuación a algunas fuerzas influyentes, en particular a Haftar y sus unidades. Muchos libios lo consideran un actor crucial en el equilibrio militar y una válvula de seguridad vital, además de ser el único que puede controlar a las milicias armadas. El comandante de LNA se dio cuenta de que el foro podría legitimar una situación o un acuerdo que podría reducir significativamente el área de influencia que había obtenido mediante victorias militares.
La operación de Trípoli comenzó unos días antes de que se convocara el encuentro. Haftar quería transmitir un mensaje claro de que subestimar sus éxitos y su papel incrementarían los obstáculos para implementar los resultados del foro de Ghadames. Ese foro representaba la última oportunidad para la misión de la ONU en Libia.
Al tomar Trípoli ahora, Haftar estaría presionando al foro para que no subestime la excelente posición del LNA en la ecuación y para no equiparar al Ejército con ninguna de las otras fuerzas oportunistas y domesticadas que, alentadas por ciertas partes interesadas que les apoyan, querrían aprovechar el foro para socavar el futuro papel político de Haftar.
En su declaración, la dirección de LNA insistió en que el objetivo de la operación militar era poner fin a la influencia de las milicias que han invadido Trípoli y se han convertido en un obstáculo para el equilibrio político. Tal situación es inaceptable para las fuerzas que rechazan el terrorismo. Se niegan a cerrar los ojos ante estas milicias bajo cualquier pretexto relacionado con la seguridad que constituya un obstáculo para acabar con la dominación de las bandas armadas.
Después del éxito de la LNA en asegurar y estabilizar la situación en el este y el sur, la operación de Trípoli confirmó la capacidad del Ejército para tomar la iniciativa en Libia. Solo la región occidental, y el centro de Trípoli quedan fuera del control total de Libia, por parte de la LNA y situó al país bajo una institución militar unificada. Ya sea que Haftar tenga éxito o fracase en Trípoli, su campaña militar constituye un impulso para la crisis de Libia. Ahora, los ojos de la comunidad internacional están enfocados en Libia y esto promete más atención seria a la crisis.
Un aspecto que la operación de Trípoli destacó es que el enfoque basado en otorgar a las milicias armadas en Libia legitimidad política es inaceptable. Esta es la razón por la que no debe mantenerse en silencio el apoyo de Qatar y Turquía a los grupos terroristas en Libia con armas y fondos que debe terminar. El objetivo de preservar la integridad del estado libio ciertamente no se cumple trabajando en secreto para permitir el ascenso de los islamistas al evitar visiones nacionalistas y descuidar el papel del estamento militar regular. Lo más importante es que algunas de las opciones erróneas en la agenda del foro deben ser corregidas.
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