Mercenarios sirios pro-turcos liberan a prisioneros yihadistas en Libia

Libia
Bombardeos en Libia (Foto: Reuters)

Milicianos a sueldo sirios enviados por Turquía al conflicto bélico de Libia liberaron este lunes a diversos terroristas del grupo yihadista Daesh en un gran número, según indicaron fuentes de seguridad libias. Estos estaban en cautiverio en la prisión de Sorman, localidad cercana a la capital Trípoli, al noroeste del territorio libio.

La fuerza aérea turca ofreció el respaldo necesario para llevar a cabo esta operación de liberación dentro del marco de cooperación entre Turquía y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj, que se enfrenta al Ejército de Liberación Nacional (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar.

Los insurgentes habían llevado a cabo acciones violentas contra la población civil, militares y miembros de las fuerzas de seguridad del país norteafricano. En los días previos, los mercenarios pro-turcos habían liberado también a otro contingente de yihadistas de otro centro penitenciario bajo el pretexto de la alerta sanitaria creada por la pandemia del coronavirus, que deja, hasta el momento, un muerto y 25 casos diagnosticados en territorio libio.

Precisamente, en la ciudad de Sorman, y también en la de Sabratha, se localizan centros de reclusión que albergan a una ingente cantidad de terroristas yihadistas que acumulan a sus espaldas muchísimos atentados y crímenes. En ambas urbes enclavadas al noroeste del mapa libio, el Ejército de Liberación Nacional de Haftar ha sufrido un gran revés militar en las últimas horas dentro de la última operación de asedio a la capital Trípoli, sede del GNA, que se practica desde el pasado 4 de abril.

Destacamentos militares afines al GNA se hicieron así este lunes con estas localizaciones costeras de Sorman y Sabratha, a 60 y 70 km al oeste de Trípoli, respectivamente, entre la capital y Ras Jedir, en la frontera con Túnez. «Nuestras fuerzas recuperaron el control de Sorman y Sabratha y persiguen a las milicias de Haftar», indicó su portavoz Mohamad Gnounou en un comunicado. Según un comandante del GNA en el terreno, Mohamad al-Gammoudi, Sorman y Sabratha fueron retomadas «después de seis horas de combates con cobertura aérea». En la red social de Facebook, efectivos del GNA publicaron fotos del material bélico del que se habían incautado: blindados, lanzacohetes y vehículos armados. Gnounou anunció también la conquista de otras pequeñas ciudades más al sur que estaban dominadas por el LNA: Al-Ajaylat, Regdalin y Aljmail.

En respuesta, decenas de cohetes cayeron en la capital, en particular en el perímetro del aeropuerto de Maitika (Mitiga), al este de la ciudad, dejando al menos un herido y provocando daños en un barrio residencial, según manifestó al medio Infobae Ousama Ali, portavoz de los servicios de socorro. Precisamente, este aeropuerto de Maitika es base de operaciones del GNA y su aliado turco, que despliega allí su fuerza aérea y drones.

Precisamente, el centro de operaciones de Ijdabiya del LNA anunció el lunes el ataque contra las salas de control en la base de la Fuerza Aérea alojada en Maitika, próximo a la capital, Trípoli, que son controladas por milicias leales al Ejecutivo de Fayez Sarraj.

Aqila al-Saber, un funcionario de los medios de comunicación de la base de operaciones Ijdabiya, indicó al medio Al-Ain que las unidades de artillería y misiles del Ejército libio de Haftar dirigieron ataques precisos contra las milicias de la alianza del GNA y Turquía.

Por otro lado, este martes, el LNA también anunció el derribo de dos aviones no tripulados en el sur y suroeste de Trípoli. La División de Información Militar declaró que las plataformas de defensa aérea de las Fuerzas Armadas interceptaron un avión que despegó del aeropuerto de Maitika y lo derribaron al sur de la capital.

Aqila al-Saber explicó al medio Al-Ain que «las unidades de defensa aérea acabaron con un primer avión tan pronto como se intentó atacar las posiciones del Ejército”. Al-Saber añadió que el segundo dron se estrelló finalmente al oeste de la base militar de Al-Watiyah, al suroeste de Trípoli.

Prosigue así la guerra civil en Libia, iniciada en 2014 entre varios de los protagonistas que tuvieron un papel importante en el derrocamiento del dictador Muamar el Gadafi en 2011. De momento, se han registrado centenares de muertos y cientos de miles de víctimas y desplazados de sus hogares en el marco de esta campaña bélica.

El conflicto se ha incrementado en los últimos meses con la incursión de países extranjeros interesados en la nación libia, sobre todo por sus yacimientos petrolíferos. El LNA de Jalifa Haftar y su Ejecutivo de Tobruk en el este son apoyados por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos; mientras, en el otro bando, el GNA cuenta con el soporte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) desde 2016 y, más recientemente, con el de Qatar y Turquía, país este último que desplazó a territorio libio equipamiento militar y efectivos armados (incluidos los citados mercenarios pro-turcos a sueldo procedentes de Siria) tras el pasado acuerdo de colaboración suscrito entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro Fayez Sarraj a finales del año pasado.

Este pacto entre la nación otomana y el GNA libio también se centró en lo económico con un acuerdo sobre el establecimiento de límites de aguas jurisdiccionales y zonas de explotación valiosas en el arco mediterráneo, donde Erdogan ha puesto sus ojos para la extracción de gas (aspecto este último que provocó la denuncia internacional de Chipre y Grecia, al entrar supuestamente en áreas correspondientes a islas griegas).

A pesar del último compromiso de tregua adquirido en la pasada cumbre de Berlín del 19 de enero, sigue habiendo transferencia de material militar y soldados a las partes enfrentadas. El cónclave en tierras alemanas significó la reunión, por primera vez en años, de los bandos opuestos en el conflicto libio. En el encuentro en la ciudad teutona, Sarraj y Haftar (antiguo miembro de la cúpula militar de Gadafi) acordaron un “plan integral” para solventar el problema de la guerra libia, con la aplicación de un alto el fuego y una comisión de verificación integrada por ambas partes para garantizar que no fuese incumplido. A pesar de esta cita, se vinieron sucediendo episodios violentos y la continuación de la escalada bélica bajo acusaciones mutuas de violaciones del alto el fuego.

El mariscal Haftar controla ya gran parte de Libia tras haber extendido su influencia sobre las grandes ciudades del sur y los yacimientos petrolíferos occidentales de Al-Sharara y Al-Fil; únicamente le queda tomar la ciudad-estado de Misrata y derribar el bastión resistente de Trípoli, sede del GNA y objetivo sobre el que el LNA lanzó una última gran ofensiva que dura ya desde hace un año. Aunque haya sufrido en las últimas horas los contratiempos de la pérdida de Sorman y Sabratha, junto con otras pequeñas localidades más al sur.

El LNA justifica su acción militar bajo la intención de acabar con los reductos terroristas refugiados en Trípoli para instaurar la paz en el país y llegar a un posterior proceso político de transición. Mientras, el GNA se presenta como el polo de poder legítimo en Libia frente a lo que entienden como un golpe militar rebelde.

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