Fernando Casado, el profesor español que pide el micrófono para hacer la pelota al dictador Maduro
Fernando Casado es un profesor español que trabaja para el Estado de Ecuador, pero se ha hecho famoso por alabar públicamente al dictador venezolano Nicolás Maduro en las últimas horas. Como otros docentes universitarios —caso de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero… los fundadores de Podemos—, logró que el anterior Gobierno bolivariano de Rafael Correa lo contratara para impartir su doctrina en las aulas a cambio de enormes cantidades de dinero. En su caso, 3.600 dólares mensuales (3.170 euros al cambio actual).
Quizá de su desahogada posición económica en un país en el que el sueldo medio no alcanza los 400 euros se entienda la adoración que expresó por los regímenes populistas. «Ésta no es una dictadura, es una democracia de verdad, participativa, ¡no como las democracias representativas que tenemos en Europa, de ésas que nos hacen pasar hambre!», dijo, micrófono en mano en un acto público de apoyo a Maduro reproducido este miércoles en diario venezolano ‘El Nuevo País’.
Casado, cuyo currículum lo desvela como alguien especializado en entrar y no salir de los sueldos pagados por el contribuyente venezolano y ecuatoriano —ha trabajado de asesor para varios ministerios y lo es en la actualidad para la vicepresidencia de la dictadura en Caracas— llegó a gritar, orgulloso, que Maduro «¡es una inspiración para todos los pueblos del mundo!”.
Hoy imparte clases en el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), de Ecuador pagado por el gobierno de Lenín Moreno y por el del propio Maduro en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Mientras, Casado se presta a aparecer en la televisión dominada por el régimen tiránico venezolano y aparentar una intervención espontánea mientras hace de pieza para el control ideológico del pueblo en beneficio del caudillo chavista.
Por supuesto, y tal como informa el diario venezolano ‘El Nuevo País’, Casado se ha convertido en el hazmerreír de las redes, donde lo invitan a ir al terminal de buses de Carcelén, en Quito, para que explique uno por uno a los miles de venezolanos que llegan a Ecuador —enfermos, despavoridos y sin saber ni qué comer— que «Maduro es un ejemplo a seguir».