Se complica el escenario sirio
La escena se vuelve cada vez más complicada en Siria. Turquía continúa su estrategia en territorio sirio, instando a la marcha definitiva de los kurdosirios de la zona de seguridad establecida, y el Ejército de Bachar al-Asad mantiene su alianza con las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), lideradas por los kurdos, para hacer frente a la ocupación turca al noreste del territorio. Mientras, Rusia, aliada del presidente sirio, continúa bombardeando Idlib para acabar con el último bastión opositor al Gobierno del país árabe. El resultado sigue siendo el mismo: el aumento del número de víctimas y la profundización en la devastación del país.
Este fin de semana hubo fuertes pugnas entre el Ejército turco, apoyado por facciones sirias opositoras el régimen de Bachar al-Asad (en las que se engloban incluso supuestamente algunos ‘yihadistas moderados’), y el bando formado circunstancialmente por las fuerzas progubernamentales sirias y las FSD.
«Intensos choques tuvieron lugar este sábado con armas pesadas y medianas entre el Ejército sirio y las fuerzas de ocupación turcas» en la aldea de Um Shuaifa, en las afueras de Ras al-Ain, localidad del noreste de siria, junto a la frontera con Turquía, según la agencia siria de noticias SANA.
Turquía sigue denunciando los ataques de milicias kurdas en el noreste de Siria. Según el Gobierno otomano, los grupos de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco e integradas en las FSD) han llevado a cabo más de quince ataques con cohetes y morteros en el espacio que Ankara había delimitado junto con Estados Unidos y Rusia como zona de seguridad; de la cual no han salido todos los efectivos kurdos, según se había estipulado en los pactos alcanzados por los turcos con rusos y americanos. Circunstancia que los propios kurdos niegan.
«Mientras que las Fuerzas Armadas turcas han cumplido plenamente con el acuerdo en vigor sobre la zona de paz, los terroristas de las YPG continúan sus transgresiones en el área de la operación ‘Fuente de paz’ (incursión turca en Siria que dio comienzo el 9 de octubre), ejecutando 16 ataques con cohetes y morteros en las últimas 24 horas», indicó el Ministerio de Defensa de Turquía en la red social Twitter.
La zona de seguridad consta de 32 kilómetros de ancho y 240 de largo y fue establecida tras la salida de soldados de Estados Unidos de Siria después del entendimiento al que llegaron el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente estadounidense, Donald Trump; situación que suponía también la marcha de los grupos kurdosirios de las YPG y la búsqueda de realojo para más de tres millones de refugiados sirios. Algo que los kurdos denuncian como una auténtica “limpieza étnica”, ya que Turquía pretende reubicar a los refugiados sirios en este espacio.
Las FSD han confirmado, por su parte, que hasta 30.000 personas se han visto desplazadas del noreste de Siria como consecuencia de los últimos enfrentamientos. Hasta 15.000 sirios se refugian ya en la región autónoma del Kurdistán iraquí, al norte de Irak, desde el comienzo de la operación turca contra territorios kurdos en el noreste de Siria, fronterizos con el territorio iraquí, donde la mayoría de la población pertenece a esta etnia.
Según el Centro Conjunto de Coordinación de Crisis, adscrito al Ministerio del Interior kurdoiraquí, en torno a las 15.000 personas han sido acogidas ya en esta región. El primer ministro kurdo, Masrour Barzani, visitó en las últimas horas el campo de Bardarash, en la provincia de Dohuk, para supervisar la situación de las instalaciones donde están los desplazados y lanzó el mensaje a los sirios de que el Kurdistán «es su casa y que son bienvenidos con los brazos abiertos».
Tras la marcha de efectivos norteamericanos de Siria, Rusia y Turquía pactaron los términos del funcionamiento de esta área especial, donde comenzaron a patrullar fuerzas turcas y rusas para controlar la zona y asegurar un alto el fuego controlado, que en varias ocasiones ha sido puesto en entredicho por diversas ofensivas a pequeña escala por parte de ambos bandos.
En virtud del pacto que sellaron turcos y rusos en Sochi el 22 de octubre, se establecía que desde el 29 de ese mismo mes no debía haber presencia de las YPG en esta zona de seguridad. Desde Turquía se denuncia el constante “fuego de acoso” por parte de las milicias kurdas, contabilizando once incidentes el martes pasado y ocho el jueves contra sus tropas, que desplegaron el 9 de octubre la anteriormente citada operación ‘Fuente de Paz’.
El viernes pasado Recep Tayyip Erdogan ya había anunciado un “acoso continuo” de las YPG, advirtiendo que su nación mantendría su estrategia en el norte de Siria mientras los kurdosirios permanezcan en la zona.
Un cese de hostilidades que también fue acordado por Turquía y EEUU previamente tras la reunión que mantuvo Erdogan con Mike Pence, vicepresidente de EEUU, y Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, en Ankara hace prácticamente un mes, el 17 de octubre.
Este convenio y la salida de tropas norteamericanas de Siria fueron duramente criticado en el seno de la práctica totalidad de la política estadounidense porque significaba el abandono a su suerte de las fuerzas kurdosirias por parte de EEUU, a pesar de que fueron en su día un gran apoyo para la lucha contra el terrorismo yihadista encarnado en Daesh.
Las YPG son consideradas por Turquía como grupo terrorista por dar sustento a los insurgentes kurdos al sudeste del territorio turco y pretende su salida total del noreste de Siria. Una marcha que se ha ido materializando progresivamente, pero que no se ha producido de manera total todavía, según denuncia el Estado otomano.
La nación liderada por Erdogan continúa alertando además sobre los ataques lanzados por estos grupos kurdos en las proximidades de la zona de seguridad y de la frontera entre Turquía y Siria.
Desde el Ministerio de Defensa turco se ha denunciado el último atentado con coche bomba en Tal Abiad, donde han fallecido al menos ocho civiles y otros 20 han resultado heridos tras la explosión de un coche bomba, precisamente en la zona de control turco al noreste de Siria.
El propio organismo ministerial otomano atribuyó el ataque a las YPG. «Los terroristas sangrientos de las YPG han vuelto a masacrar a civiles inocentes. En un ataque con coche bomba al sur de Tal Abiad han perdido la vida ocho civiles y más de 20 han quedado heridos», anunció el Ministerio en Twitter.
Esa localidad está dentro de la franja de la zona de seguridad bajo control de las tropas turcas tras los reseñados acuerdos alcanzados por Ankara con Estados Unidos y Rusia. Turquía denuncia que las YPG siguen actuando en la zona y ha asegurado que, por ello, mantendrá su despliegue militar en el norte de Siria.
Unas YPG encuadradas dentro de las FSD, que constituyeron la alianza con Al-Asad para contrarrestar la ofensiva turca, que dio comienzo el pasado 9 de octubre con el nombre de ‘Fuente de Paz’.
Para complicar un poco más el ‘tablero de juego’, volvió al mismo un actor de mucho peso, como es EEUU. La Administración Trump tomó esta determinación con el pretexto de proteger los campos petrolíferos de la amenaza de Daesh. Así, las FSD anunciaron hace unos días la vuelta a la colaboración con el gigante norteamericano de cara a volver a luchar contra los yihadistas sobre el terreno y con el objetivo puesto también en el control de los pozos petrolíferos del norte.
Las alianzas sobre territorio sirio están dando que hablar y generan incomodidades e intereses encontrados. Por un lado, las fuerzas oficialistas de Al-Asad unidas a las FSD para hacer frente a la ocupación turca. Por otro lado, Rusia ejerciendo de socio principal del régimen sirio, lo que le enfrentaría a Turquía, a pesar de que han venido teniendo muy buena relación en los últimos meses (incluso con acuerdos para material militar, como el del sistema antiaéreo ruso S-400). Y Estados Unidos aliándose con las FSD por la cuestión del crudo sirio, cuando las FSD están colaborando ahora con Al-Asad, uno de los principales rivales internacionales de los americanos.
Siete muertos en las últimas horas en Idlib tras bombardeos rusos
Idlib sigue siendo foco de conflicto, en lo que se constituye como el último reducto de los yihadistas y opositores al poder de Bachar al-Asad. Al menos siete civiles han muerto y otras diez personas han resultado heridas por ataques aéreos rusos en esta región. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó la cifra de decesos y apuntó que podría aumentar el número ante la magnitud del ataque.
La Defensa Civil siria, conocidos como los ‘cascos blancos’, señaló en Twitter que aviones de Rusia materializaron tres ataques contra la población de Kafr Roma, provocando este número de víctimas.
Precisamente, Al-Asad, en una entrevista concedida al medio ruso RT, criticó a estos ‘cascos blancos’, cuerpo de rescate que actúa en zonas no controladas por Damasco, a los que acusó de “inventar” escenas de bombardeos y ataques químicos contra civiles en varias regiones de Siria. En la zona se estableció un alto el fuego el 31 de agosto, que al parecer se ha roto; sobre todo a raíz de la aparición de Bachar al-Asad en el frente de batalla supervisando personalmente la operativa y pasando revista a las tropas. Se trata de la primera aparición del presidente sirio en Idlib desde que empezase la guerra civil en el territorio en 2011.
El enclave está controlado en gran parte de su extensión por el Organismo de Liberación del Levante, alianza yihadista que engloba a la ex filial siria de Al Qaeda, anteriormente conocida como Frente al-Nusra, y principal objetivo de la alianza ruso-siria.
Al-Asad resaltó en la entrevista concedida a RT que “no llevará mucho tiempo” retomar Idlib y que sus tropas están otorgando una “oportunidad” a los civiles para que puedan salir de la zona a través del sur o el este de la provincia.
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