Oriente Medio

Borrell se desplaza a Irán para tratar los desacuerdos sobre el pacto nuclear

Angela Merkel, Josep Borrell y Antonio Guterrez, este domingo en Berlin en la cumbre por la paz en Libia. (Foto. EP)
Angela Merkel, Josep Borrell y Antonio Guterrez. (Foto. EP)

El alto representante de Política Exterior y Seguridad Común de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, viajará en las próximas horas a Irán para analizar las desavenencias existentes respecto al Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), el pacto nuclear por el que se limitaba el programa atómico persa, suscrito en 2015 por ambas partes junto con Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China y que abandonó Estados Unidos en 2018 tras denuncias de incumplimiento de diversos términos por parte de la nación iraní.

El Estado iraní y los países occidentales atraviesan un nuevo momento de tensión a cuenta del JCPOA ya que se han venido sucediendo reclamaciones por parte de los firmantes del acuerdo contra el régimen de los ayatolás ante incumplimientos de los términos pactados.

Esta visita es la primera que realiza Josep Borrell a Irán tras acceder a su nuevo cargo como representante comunitario y se reunirá con Mohammad Yavad Zarif, ministro de Asuntos Exteriores de Irán, además de con otros cargos del Gobierno de Irán, según confirmó el portavoz de Exteriores Abbas Mousavi. El viaje precede a una reunión anunciada para febrero con las naciones que rubricaron el acuerdo nuclear con la intención de salvar el mismo. Todas las partes «reafirmaron su determinación para preservar el acuerdo, en interés de todos», aseguró Borrell sobre este próximo encuentro de febrero.

En el acuerdo de 2015 alcanzado en Viena, Irán aceptó reducir su programa nuclear garantizando la no aplicación de cara a objetivos militares a cambio de beneficios políticos y económicos. Estados Unidos decidió salir del pacto por entender que estaba siendo violado y restableció sanciones políticas y económicas contra Irán en 2018, destacando sobre todo las relacionadas con el comercio de petróleo, principal fuente de ingresos del Estado persa.

Seguidamente, Irán, que se vio golpeado sobre todo en su economía, no se arredró y contraatacó anunciando que seguiría tratando con su crudo y amenazando con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. Esta situación provocó una escalada de tensión en Oriente Medio y la sucesión de episodios violentos, como varios incidentes relacionados con petroleros en aguas del golfo Pérsico y con ataques contra infraestructuras petrolíferas y aeroportuarias en territorio de Arabia Saudí, gran rival de Irán y principal representante de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií, de la que es estandarte la República Islámica de Irán.

Unas ofensivas de las que se responsabilizó a la nación persa y a agentes proiraníes, como los hutíes, milicias chiíes que luchan en la guerra de Yemen para socavar el Gobierno establecido, el cual está apoyado por el reino saudí y uno de los principales aliados de este, Emiratos Árabes Unidos.

Inseguridad en aumento

La creciente inseguridad en la región despertó la inquietud regional y mundial, llegando varias condenas contra la actitud beligerante iraní. De hecho, en las pasadas Cumbres de La Meca, organizadas por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y la Liga Árabe y auspiciadas por el rey Salman bin Abdulaziz al-Saud, se señaló al país presidido por Hassan Rohaní por “amenazar la seguridad mundial”.

En este escenario, el presidente iraní llegó a anunciar que ante las sanciones decretadas por EEUU se tomaba la determinación de reducir sus compromisos adquiridos en el pacto nuclear en relación con los aspectos del aumento del enriquecimiento de uranio y el volumen de agua pesada tratada. Incluso, el pasado mes se comunicó que Irán ya no se adhería a limitación alguna, aunque respetando las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).

Por si fuera poco, la situación en Oriente Medio empeoró en el último mes por el conflicto desatado tras el ataque con drones de Estados Unidos en las inmediaciones del aeropuerto de la capital iraquí de Bagdad que provocó la muerte de Qassem Soleimani, jefe de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán; ocasionado en respuesta a la ofensiva de milicias chiíes contra una base militar internacional en Kirkuk, Irak, que provocó la muerte de un contratista civil norteamericano y al que sucedió a una serie de bombardeos contra infraestructuras castrenses de la coalición internacional presente en la zona.

Previa a esta próxima cita de Josep Borrell en suelo iraní, en la pasada conferencia multilateral Diálogo Raisina llevada a cabo en Nueva Delhi, capital de India, el representante de la diplomacia europea ya comunicó a Mohammad Yavad Zarif la intención de la UE de salvar el JCPOA después de que Alemania, Francia y Reino Unido solicitaran el mecanismo de resolución de disputas de este al entender que Irán no estaba cumpliendo con los requisitos exigidos.

Según esta disposición, en un plazo (ampliable) de 35 días se debía solucionar la denuncia europea y, de no haber resolución, el caso podría pasar al Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lo que abre la puerta a la reimposición de sanciones internacionales a Irán y la extinción definitiva del pacto.

Borrell descartó sanciones a Irán y explicó que la apelación a este mecanismo no debía significar únicamente el fin del acuerdo nuclear, sino que podía tomarse como una nueva “oportunidad” para volver a comprometer a Teherán con el acuerdo. Según Borrell, este pacto nuclear es ahora «más importante que nunca en vista de la peligrosa escalada en Oriente Medio y la región del Golfo».

 

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