Los trucos más fáciles para cuidar las plantas de exterior
Al estar expuestas por definición a las inclemencias climáticas, podemos llegar a suponer que las plantas de exterior requieren menos cuidados que las de interior. Eso es cierto, pero aún así tendrás que encargarte de su mantenimiento para que se luzcan. Aprende cómo cuidar las plantas de exterior, y cuáles son los secretos para que estas especies le den un aire atractivo a tu jardín.
Por supuesto, se deben considerar las particularidades de cada especie. Sin embargo, las plantas de exterior se parecen entre sí. Prestando atención a algunas de sus características claves podrás crear entornos para que evolucionen sin mayores problemas.
Cómo cuidar las plantas de exterior
¿Cada cuánto regar las plantas de exterior y cuándo hacerlo?
Una de las dudas más comunes respecto del desarrollo de las plantas de exterior es su riego. Al permanecer fuera de nuestro hogar, reciben agua de lluvia casi constantemente -al menos en las regiones en las que llueve con regularidad-. Siendo el encharcamiento uno de los riesgos de las plantas, debemos procurar que no haya un exceso de agua. Sobre todo, en las que se alojan en macetas.
El truco es asegurarte de que la tierra de las plantas de exterior este húmeda pero que no llegue a inundarse. Tampoco debería secarse ni formar surcos como resultado de la falta de humedad. Dos o tres riegos por semana deberían ser suficientes, pero recuerda que en verano sus necesidades de agua pueden ser más elevadas. En esos casos, recurre al truco de la tierra.
Si estás planificando tu jardín desde cero, las ollas de barro son una técnica eficiente y ecológica para asegurar un riego preciso.
Gracias a este método milenario no sólo estarás tranquilo de que todas las plantas tienen la cantidad de agua correspondiente sino que también ahorrarás agua al final del mes. Al evitar el riego excesivo, no estarán en peligro de que sufran hongos y enfermedades.
¡No te olvides de quitarles las malas hierbas!
Si estás atento, notarás que, al paso del tiempo, surgen entre tus plantas de exterior lo que se conoce como «malas hierbas». Estas malas hierbas no sólo arruinan el aspecto de tu jardín sino que además amenazan los ejemplare sen los que has trabajado. Consumen los nutrientes que a las plantas les hacen falta y pueden causarles una muerte lenta si no se las quita justo a tiempo.
Lo interesante es que puedes combinar algunas especies de plantas para que se protejan entre ellas o, si tienes espacio de sobra, adoptar una gallina o un cordero. Estos animales se alimentan de esas malezas, por lo que previenen que se reproduzcan sin usar productos químicos que suelen comprometer la supervivencia de tus plantas de exterior. Si no puedes o no quieres tener un animal, utiliza herramientas de jardinería como los eliminadores de malezas que venden en las tiendas del sector y herbicidas -ecológicos-.
Abona y fertiliza con frecuencia
Debes hacer un hábito de estas dos tareas. Los suelos en los que las plantas crecen muchas veces no son los adecuados para que ofrezcan su mejor versión, y tendrás que intervenir en ellos para brindarles todos los nutrientes básicos.
Para el abono, tienes que mezclar el fertilizante con la tierra varios centímetros por debajo de la superficie. Si abonas la superficie, los nutrientes podrían desperdigarse por el aire con el viento y perderse su efecto y tu inversión. Es una labor que lleva tiempo, pero vale la pena.
Aunque son más caros, los fertilizantes orgánicos proporcionan más micronutrientes y son beneficiosos para el medio ambiente.
No cultives demasiado profundo en las plantas de exterior
Uno de los errores más típicos de los principiantes en el cuidado de las plantas de exterior es plantarlas a demasiada profundidad. ¿Por qué es mala idea? Porque las raíces de las plantas deben estar cerca de la superficie para extraer los nutrientes del abono, y deben obtener parte de los rayos solares.
Si vas a cultivarlas por primera vez o resembrarlas, hazlo a unos pocos centímetros de la superficie del suelo. El cepellón debería quedar apenas por debajo de la superficie de la tierra.
Por último, si trasplantas los ejemplares desde una maceta, el nivel del suelo debe tener la misma profundidad que tenía la maceta.
Si las plantas están muy juntas, sepáralas
Más allá de lo bien que se lleven algunas especies de plantas de exterior, no deben superponerse. Al cultivarlas podemos colocarlas próximas unas de las otras pero, ya crecidas, habrá que separarlas un poco para que puedan seguir desarrollándose. Si piensas sembrar en breve, aprovecha a dejarles espacio desde el inicio. Así podrán expandirse y no se quedarán sin nutrientes.
¿Cómo saber si las plantas se están superponiendo? Simple. Mira si están creciendo una sobre la otra o si las ramas principales están enredándose y obstaculizándose mutuamente. En ese instante debes ocuparte de mover al menos uno de los ejemplares.
Date prisa porque, de lo contrario, la planta más fuerte acabará sobreviviendo a expensas de la más débil, que morirá.
Temas:
- Plantas