¿Por qué las máscaras que llevaban para tratar pacientes con peste negra tenían esta forma?
Las imágenes de una de las grandes pandemias que ha azotado la humanidad en el pasado, la peste negra, están de actualidad.
Las imágenes de una de las grandes pandemias que ha azotado la humanidad en el pasado, la peste negra, están de actualidad. Con un mundo lleno de restricciones y de medidas de seguridad, en el siglo XVII la ciencia tenía una fe ciega en las máscaras con forma de pico de ave. Este elemento incómodo que llevaban los médicos encargados de tratar a pacientes con peste negra tiene una historia que llega hasta nuestros días. Estás máscaras siguen hoy en día causando la misma sensación de pánico que hace unos siglos, como disfraz fueron eficaces, pero a la práctica sus efectos fueron mínimos.
El equipo de protección contra la pandemia de la peste negra
Cientos de millones de personas murieron en todo el mundo como consecuencia de la peste negra. A pesar de estar erradicada hoy en día se siguen detectando casos de una enfermedad que surgió hace siglos y ha tenido diversos brotes importantes a lo largo de la historia. La forma en la que pararon esta enfermedad sigue inundando el imaginario colectivo y las ilustraciones de la época. En la Europa del Siglo XVII los médicos atendían a sus pacientes vestidos de negro con un bastón en la mano para mantener las distancias y poder examinarlos sin tocarlos y una máscara en forma de pico.
Ver llegar a un médico ataviado con esta indumentaria además de ser una imagen que transmitía miedo podía significar la muerte casi segura del paciente que estaba preparándose para tratar. Los efectos psicológicos de la pandemia también se relacionan con estas duras medidas de seguridad que hoy en día están totalmente descartadas, pero en aquellos momentos, se tenían evidencias científicas irrefutables de su supuesta efectividad.
Charles de Lorme fue el inventor de las máscaras y el uniforme para tratar a pacientes con peste negra
Ante el avance de la pandemia los médicos necesitaban disponer de unas herramientas para poder tratar a sus pacientes o al menos intentarlo. Charles de Lorme, hijo de María de Médici, fue el médico personal de la realeza y el autor de este curioso atuendo que tenía una base científica en aquellos tiempos en los que poco se sabía de la enfermedad.
La indumentaria que Lorme describió en sus textos se componía de un abrigo cubierto de cera aromática, los pantalones metidos en las botas, la camisa colocada directamente dentro del pantalón y un sombrero y unos guantes hechos de cuero de cabra. Todo negro para poder repeler esta enfermedad, pero a temperaturas extremas podía ser incluso perjudicial, aunque en el siglo XVII estaban convencidos de su eficacia.
Además de esta ropa colocada y hecha a medida para cada profesional, también llevaban anteojos y una máscara con una nariz en forma de pico de 15 centímetros. Esta pieza inspirada en la propia naturaleza estaba llena de perfume y tenía solo dos agujeros para poder respirar, uno a cada lado de las fosas nasales. Según los médicos de la época filtraban el aire, las hierbas colocadas en la punta les protegían. También les ayudaban a soportar el olor de aquellos enfermos más graves.
Había una composición en ese pico de 55 hierbas, mezcladas con carne de víbora en polvo, canela, mirra y miel. Algo que sería impensable, pero en aquellos tiempos se transformó en el uniforme que debía ayudar a luchar contra una de las peores pandemias a las que se ha enfrentado la humanidad a lo largo de su historia.
El miedo a los médicos con máscara y la ineficacia de sus teorías para frenar la peste negra
La peste negra azotó a la humanidad en grandes brotes. Se cree que la primera en hacer acto de presencia fue la peste de Justiniano, que según se documenta mataba a 10.000 personas al día en torno al 561 d.C. El segundo gran brote de la peste negra es el más conocido debido a que acabó con hasta un tercio de los europeos entre 1334 y 1372, no pudieron detenerla por lo que siguió en el continente con brotes intermitentes hasta 1879. La última aparición documentada de esta enfermedad se trasladó a Asia, arrasando gran parte del territorio entre 1794 y 1959.
Pese al disfraz que usaban los médicos europeos no sirvió de nada, hasta la aparición de los antibióticos, la peste negra se contagiaba como el resto de las enfermedades infecciosas por contacto. El aire que pensaban que se purificaba con las máscaras, simplemente olía mejor, pero ninguna pandemia se puede detener con una prenda de ropa o un disfraz. Fue la medicina la encargada de poner freno a una de las peores pandemias que han afectado al ser humano. La peste negra sirvió para reducir la población mundial durante unos siglos en los que millones de personas fueron víctimas de esta enfermedad. Los disfraces o las máscaras con forma de pico son solo un recuerdo de aquellos tratamientos ineficaces basados en el miedo y en las creencias científicas del momento.
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