Descubrimiento sin precedentes: los humanos pintaban camellos gigantes para identificar agua hace 12.000 años
La historia de la humanidad sigue siendo una gran incógnita que se reconstruye paso a paso. Cada hallazgo arqueológico revela cómo vivíamos, por dónde nos movíamos y qué nos impulsaba a hacerlo.
En este caso, la cuestión no es más sino que curiosa. Se han encontrado camellos tallados en roca, de tamaño real, que servían para señalar fuentes de agua en medio del desierto hace más de 12.000 años.
Los humanos pintaban camellos gigantes para identificar agua hace 12.000 años
En el desierto de Nefud, al norte de Arabia Saudí, un grupo de arqueólogos ha encontrado paneles monumentales grabados en la roca que representan animales como camellos, cabras montesas, gacelas, uros y équidos salvajes. Estas figuras, muchas a escala real, no están escondidas ni protegidas en cuevas: fueron talladas a decenas de metros de altura, en lugares visibles desde la distancia.
El hallazgo, publicado en Nature Communications, forma parte del proyecto internacional Green Arabia, liderado por el Instituto Max Planck. Los investigadores localizaron 176 grabados en 62 paneles distribuidos en tres zonas que nunca se habían explorado antes: Jebel Arnaan, Jebel Mleiha y Jebel Misma.
Las dataciones por luminiscencia sitúan su creación entre hace 12.800 y 11.400 años, una etapa en la que el desierto comenzaba a mostrar signos de reactivación ecológica tras un largo periodo de sequía extrema.
El objetivo de estas imágenes no era decorativo. Todo indica que cumplían una función práctica y simbólica, ya que marcaban el camino hacia fuentes de agua estacionales en un entorno árido, donde encontrar agua podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Al situarlas en acantilados, en rutas naturales hacia antiguos lagos, los grabados funcionaban como señales visuales permanentes.
Cómo son estos grabados de camello en el desierto
Lo más llamativo de estos grabados es su tamaño y su detalle. Algunos camellos están representados con rasgos que aún se observan en ejemplares actuales: machos en celo con el cuello hinchado o pelaje de invierno, lo que apunta a que estas figuras se esculpieron durante la estación húmeda.
La mayoría de los paneles siguen corredores naturales por donde todavía hoy corre agua tras las lluvias, lo que refuerza la hipótesis de que eran referencias funcionales.
En uno de los paneles más altos, los arqueólogos encontraron justo debajo una herramienta de piedra utilizada para tallar. Estaba sepultada junto a hogares antiguos, puntas de flecha, cuchillas de sílex y hasta cuentas de piedra verde.
Las puntas encontradas (de los tipos El Khiam y Helwan) revelan conexiones con poblaciones del Neolítico precerámico en el Levante, lo que sugiere que estos grupos no estaban aislados. Se movían, intercambiaban objetos y probablemente ideas. La iconografía que dejaron atrás no era improvisada, sino que respondía a una tradición artística larga, reutilizada durante generaciones.
Los investigadores identifican al menos cuatro fases en esta producción rupestre. La más antigua muestra figuras humanas estilizadas; después, animales naturalistas como los camellos; más adelante, dibujos esquemáticos, y finalmente formas más estandarizadas, casi simbólicas. Algunas imágenes están superpuestas sobre otras, lo que indica una práctica que perduró durante siglos.
Además, las líneas más antiguas están cubiertas por una capa de barniz de roca que tarda milenios en regenerarse. Hay paneles que sólo pueden verse durante una franja muy corta del día, cuando la luz entra en el ángulo exacto.