‘Pesadilla en la cocina’, hoy: Chicote viaja a un local que con clientes pequeños y problemas grandes
A las 22:30 h. en laSexta
Alberto Chicote regresa por tercera semana con un nuevo episodio de Pesadilla en la cocina, aunque esta vez será uno de los retos más peculiares para el cocinero, que tendrá que intentar hacer funcionar un restaurante muy particular en el que los clientes principales son niños, ya que se trata de un lugar en el que se celebran cumpleaños. Allí descubrirá que los clientes más exigentes son los más pequeños, por lo que este negocio no es para cualquiera y no es tan sencillo como su dueño se esperaba. Una vez entre por la puerta se llevará varias sorpresas, pero la más importante será comprobar que se trata de un parque de bolas «que no tiene bolas», por lo que su mayor reclamo para padres e hijos se convierte en un desastre absoluto. En su viaje a Valencia, en concreto a la localidad de Alboraia, se encontrará con un portero de discoteca que ha querido cambiar el rumbo de su carrera profesional, pero que no le está saliendo todo lo bien que esperaba.
Este novedoso negocio pretende fusionar un gastrobar, ideal para los mayores, con un parque de bola, perfecto para que los más pequeños puedan pasarlo bien jugando mientras sus padres disfrutan de una gran velada. Parece una idea perfecta, pero realmente se ha convertido en un lugar lleno de gritos, malas caras y en el que los comensales viven las peleas en directo, además de sufrir retrasos enormes para tener su comida en la mesa. El problema comienza debido a que el dueño no tiene ningún tipo de experiencia en el mundo de la hostelería, por lo que no sabe liderar al resto de sus empleados, un equipo que forman una cocinera con muy mal humor y dos camareros completamente desbordados por el trabajo.
Ante estos problemas, Chicote debe acudir en su ayuda, aunque no todo será ayudar en la cocina. Jorge apenas tiene bolas en el parque, por lo que jugar en él puede llegar a ser hasta peligroso para los más pequeños y el local no está insonorizado ni adecuado para las fiestas, por lo que el ruido que allí deben aguantar es completamente insoportable para los clientes. Por si no fuera suficiente, todos deben comunicarse por un walkie-talkie, una forma de trabajo que a ninguno les gusta, pero que el dueño ha impuesto porque la aprendió durante sus años en discotecas.
La terracita, que así se llama el local al que acude Pesadilla en la cocina, tiene un serio problema con su cocinera, ya que no siempre está por la labor de hacer los platos que le piden y no es capaz de seguir las normas que su propio jefe le pone. Los encontronazos entre jefe y cocinera son habituales y se escuchan por todo el local, por lo que los clientes se enteran perfectamente de todo lo que hablan a gritos mientras hacen su comida.
Tras detectar todos los fallos, Alberto se dará cuenta de que no todos los problemas están en la cocina, ya que deberá enseñar a todos el correcto funcionamiento de un local de hostelería para conseguir que niños y mayores puedan disfrutar de la visita.
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