Zarzuela da el primer paso y ofrece a Moncloa nuevos controles financieros a la Corona

La Casa del Rey no ha necesitado ninguna Ley de la Corona para mostrar su plena predisposición a aceptar cualquier mecanismo de transparencia

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Carlos Cuesta

Mientras Podemos se enzarza en un intento de desgastar a la Corona, Zarzuela ha mostrado ya su plena disposición a avanzar en los mecanismos reguladores de las finanzas de la Casa Real y de las exigencias de transparencia. Las conversaciones con Moncloa ya han comenzado y el Rey no tiene el más mínimo inconveniente en convertir a la Corona en una institución con más mecanismos de control económico incluso que los exigidos a otros organismos públicos.

Zarzuela no ha necesitado ninguna Ley de la Corona para mostrar su plena predisposición a aceptar cualquier mecanismo de transparencia. El primer paso ha sido dado por la Casa de Felipe VI y el ánimo es el de contribuir a fomentar todo sistema que permita demostrar que el actual monarca mantiene las mayores pautas de transparencia que se puedan reclamar.

La iniciativa ha sido lanzada en plena campaña de Podemos contra la Monarquía. Hay que recordar que el partido de Pablo Iglesias es una formación imputada judicialmente -se acaba de confirmar, de hecho, esta consideración por parte de la Justicia- y, sin embargo, en la Monarquía, nada relaciona con ninguna posible crítica en esta materia a Felipe VI.

Pero el Rey no quiere esperar acontecimientos futuros dentro de esa Ley de la Corona que el Gobierno admite ya que prepara y ha preferido dar el primer paso en un debate inyectado por los morados y no por ningún hecho cometido por el actual monarca, sino a raíz de las informaciones sobre movimientos de dinero de Don Juan Carlos y la comunicación por parte del emérito de su regularización fiscal de los ingresos percibidos por medio de las conocidas como tarjetas opacas.

Pretexto para limitar la actuación del Rey

Por el momento, las pautas de control extra de los ingresos y gastos de la Corona siguen sin concretarse, pero la Casa del Rey ha optado por tomar la iniciativa ante la evidencia de que el actual Gobierno puede sufrir tensiones internas que le lleven a convertir la anunciada nueva Ley de la Corona en un pretexto para limitar la capacidad de actuación del Rey en otros asuntos, más allá de los estrictamente financieros, y en una disculpa del Ejecutivo para arrinconar a Felipe VI.

Por todo ello, el Rey ha preferido centrar el debate en un ejercicio de transparencia y dar el primer paso, algo que ha aceptado, al menos por el momento, Moncloa.

La pugna entre Moncloa y Zarzuela, de este modo, vive una pequeña tregua, en medio de los ataques del partido del vicepresidente Iglesias y después de un último lance de presiones con motivo del discurso de Navidad del Rey.

Dos fueron las principales líneas de presión sobre Zarzuela lanzadas por Moncloa en las fechas previas a la Navidad. La primera de ellas se refería al deseo de Sánchez de ver al Rey defender en su propio discurso la necesidad de abordar una nueva regulación para la Casa Real. Lo que el PSOE y Podemos han filtrado ya como una Ley de la Corona.

Desde Moncloa se pretendió que el Rey se prestara a justificar, ante todas las familias de España y en el momento más hogareño imaginable, la necesidad de ese cambio normativo dirigido a sustituir la actual regulación de la Corona por una norma diseñada por el actual Ejecutivo del PSOE y Podemos. Pero, como adelantó este diario, el discurso no incluyó esas ansiadas menciones. De hecho, ni las mencionó. Y ello, pese a que el Gobierno de Pedro Sánchez consideraba conveniente que se implicara el monarca para evitar que la oposición se muestre más combativa con la futura norma.

El Rey no rechaza en absoluto la inclusión de nuevos mecanismos de control financiero a la Corona. Pero observa con preocupación un proceso regulatorio bajo la influencia de una corriente, la de Podemos, que ha dejado constancia pública de que, realmente, no busca una monarquía plenamente transparente, sino acabar con ella.

La segunda línea de presión fue la diseñada para que el Rey mencionara expresamente a Juan Carlos y sus casos de corrupción en aquel discurso de Navidad. No de forma implícita como ha ocurrido, sino de forma expresa, algo que hubiese encantado a los sectores más radicales, puesto que habría sido interpretado con toda seguridad como un mea culpa. Como un mensaje de asunción de que la corrupción del emérito no es personal sino institucional. Pero Felipe VI se negó a dar este gusto a quienes buscan acabar con la Monarquía.

Menciones a la corrupción de su padre

Tal y como adelantó OKDIARIO, las menciones a la corrupción de su padre fueron implícitas y cargadas de compromisos de limpieza ética y excepcionalidad. Pero totalmente alejadas de los deseos y planes estratégicos de Sánchez y, sobre todo, de Iglesias.

Ahora, el jefe del Estado toma la iniciativa y se anticipa a posibles presiones de Moncloa en materia de control financiero y transparencia. Y lo hace, de nuevo, para demostrar que esa “distancia” que Pedro Sánchez reclama de la Casa del Rey con respecto a Don Juan Carlos, existe ya sin necesidad de presión alguna.

Hay que recordar que la «distancia» tantas veces requerida a Zarzuela por Moncloa con respecto al emérito es superflua. Y es que siempre ha sido ya marcada esa «distancia» por el Rey. Esa «distancia» es el término que ha empleado Moncloa en diversas ocasiones para referirse a este asunto ante Zarzuela. Y ha sido observada ya más que con dedicación por parte de Don Felipe. Y es que el Rey ha sacado de la asignación económica de la Casa al emérito, ha renunciado a cualquier herencia procedente de él y ha exigido desde el inicio la máxima transparencia sobre los movimientos de dinero. De hecho, el análisis de la Fiscalía sobre el uso de tarjetas opacas por parte del emérito ha confirmado que ninguna de esas tarjetas o pagos efectuados por medio de ellas benefició al actual Rey ni a su familia directa.

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