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Vox da el sorpasso al PP por primera vez tras el ‘caserazo’, Castilla y León y el fratricidio Casado-Ayuso

Encuesta OKDIARIO
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El Partido Popular se desangra. La batalla abierta entre Génova y Sol, el error de la reforma laboral y el rechazo al pacto con Vox en Castilla y León llevan al partido a una histórica debacle electoral. Según la encuesta de Data10 para OKDIARIO, el PP perdería las elecciones generales, dejándose 36 escaños en apenas un mes y se vería sorpassado por los de Santiago Abascal (84), nuevo líder de la oposición. Una caída sin precedentes que refleja, por primera vez, las enormes dimensiones electorales de una crisis histórica.

Si ahora se celebrasen unos comicios, el PP sacaría 83 escaños. En el último sondeo publicado por este periódico, el pasado 10 de enero, los populares alcanzaban los 119. Un dato en retroceso pero que les permitía aún firmar la mayoría con Vox (60 escaños). Ahora, en cambio, ese horizonte se desvanece. El centroderecha no alcanza para gobernar, pese a que los de Abascal son los grandes beneficiados de la debacle del PP, creciendo en 24 diputados. Aún así, ambos partidos sumarían 167 escaños. La mayoría está en 176.

Los resultados son dramáticos, se miren como se miren. El PSOE sería la formación más votada, con 104 escaños, seis más que en enero, aunque Pedro Sánchez tendría que convencer a sus actuales aliados parlamentarios para reeditar el Gobierno Frankenstein. Con Podemos suma 135 escaños. El escenario más pragmático para el socialista es recabar 33 más para salir investido con mayoría simple (más síes que noes) y podría conseguirlo con el apoyo de ERC (14), Junts (8), PNV (7) y Bildu (5). Una negociación enrevesada que dejaría de nuevo España a merced de los separatistas y proetarras.

Crisis histórica

El PP vive su momento más crítico y, hoy por hoy, con pocas vistas de solución. La guerra fratricida entre Génova y Sol ha dejado al partido absolutamente desolado. El intento de zanjar la crisis, con una reunión entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, ha resultado estéril. Las posiciones están aún alejadas y la ruptura es evidente.

Las acusaciones siguen cruzadas. Desde la dirección nacional se pone bajo sospecha el presunto cobro de una comisión por parte del hermano de la presidenta madrileña. Ayuso acusa a Génova de espionaje. Y barones, dirigentes territoriales, cuadros intermedios y militantes exigen una inmediata solución. En las últimas horas, los dirigentes regionales se han movilizado para reclamar a Casado la salida inmediata de Teodoro García Egea, a quien señalan por su papel de gestor de la brutal crisis que desangra al PP en el peor de los puntos sensibles, el voto. Plantean casi un ultimátum: si no aparta al ahora secretario general, están dispuestos a pedir un congreso extraordinario en el que se dirima el liderazgo.

Evidentemente, la crisis en Madrid es el asunto que más lastra las expectativas electorales, y ese daño será muy difícil de remontar. Pero el partido afronta otros temas que no son menores. La pifia de Alberto Casero a la hora de votar la reforma laboral ha dejado también un enorme malestar entre las filas. Un golpe a la imagen y la credibilidad de un partido que navegaba con el viento electoral claramente a favor.

El resultado en Castilla y León también ha sido agridulce. El PP adelantó las elecciones para hacerse con una mayoría absoluta que permitiera a Alfonso Fernández Mañueco gobernar en solitario los próximos cuatro años, pero apenas acabó sumando dos escaños más. La gobernabilidad queda ahora en manos de un inevitable acuerdo con Vox, que Génova rechaza. Casado confirmó esta semana el portazo a Abascal con una dureza pocas veces vista, enmarcando al partido en los radicalismos. «Quien quiera pactar con el PP tendrá que aceptar nuestros principios y respetarlos», avisó. Esta posición divide al partido -Ayuso se ha mostrado abiertamente a favor de un acuerdo- y complica la relación con Vox, cuyo apoyo resultará inevitable para desalojar al socialcomunismo de La Moncloa.

Porque ese es el fin y, para lograrlo, el PP debe afrontar, a la vista de los datos de la encuesta, una remontada que, hoy por hoy, parece compleja.

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