Los socialistas buscan culpables: «Bolaños y Cerdán han engañado al presidente, no estaba amarrado»
Moncloa, entiéndase por eso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nunca pensó que la Ley de Amnistía estuviera en riesgo. Que los propios redactores de la misma, a los que él les confirió este privilegio, votarían en contra de una norma que él siempre había rechazado y que aceptó por una cuestión de oportunismo político. Félix Bolaños y Santos Cerdán, sus dos negociadores de cabecera, de momento, «nunca le dijeron la verdad» del estado de las negociaciones. En definitiva, «han engañado al presidente, no estaba amarrado» el apoyo de Junts por sus exigencias no aceptadas por el PSOE. Todos en el Partido Socialista les señalan a ellos. Y no es la primera vez.
Los tres, el presidente Sánchez, el superministro Bolaños y el lugarteniente de Ferraz Cerdán, estuvieron hablando un buen rato en la zona de Gobierno del Congreso mientras el pleno ya estaba en marcha. Se especuló si Sánchez habría dado órdenes a sus secuaces para aceptar las pretensiones de los junteros. Un cheque en blanco a Bolaños y Cerdán, que «han quedado muy debilitados», para evitar el mal trago de la primera gran derrota parlamentaria en una cuestión de una trascendencia como la de la primera amnistía de la democracia. Pero no fue así. Con la cara desencajada, «extremadamente enfadado», Sánchez asumió el fracaso. Aunque es una de las cosas que peor sabe gestionar. De ahí que haya habido «gritos, enfado, amenazas…».
En el Partido Socialista hay sensación de que «las cosas no se han hecho bien desde el principio». Algunos «se confiaron» y «pensaron que Junts era como ERC y Carles Puigdemont, como Oriol Junqueras». «Ahora nos estamos dando de bruces con la realidad», manifestaba en los pasillos del Congreso un diputado del PSC. «Cerdán no está capacitado para llevar unas negociaciones de este calibre», explica una diputada consultada por este periódico. Pero, por ahora, el presidente del Gobierno no ha querido que ningún miembro del Ejecutivo, como Bolaños o María Jesús Montero, negocien directamente con los fugados y futuros amnistiados -si Junts quiere-. Por lo que el secretario de Organización es el único que puede hacerlo.
Un mes agónico
Con un mes por delante que puede ser agónico, con las elecciones en Galicia de por medio, y con un PSOE de José Ramón Gómez-Besteiro, uno de los negociadores, con unas perspectivas electorales más bien malas, hay quienes empiezan a hablar por lo mínimo de prórroga de los Presupuestos. La vicepresidenta primera, ministra de Hacienda y vicesecretaria general socialista, María Jesús Montero, pretendía tenerlos aprobados a mediados de marzo. Por ello, la negociación de las cuentas públicas coincidiría con la de una amnistía que ahora mismo no parece propiciar la convivencia y la concordia entre socios del Gobierno. En ese sentido, la prórroga «de unos Presupuestos que son buenos» parece lo más adecuado, opinan en el PSOE, para «centrarnos a preparar los del 2025», explicaba otro diputado. A fin de cuentas, resumía, «los que pierden son Junts y ERC si no hay Presupuestos, ya que no se puede cumplir con lo pactado».
Mientras unos piensan en los Presupuestos, sean los del 2024 nuevos o prorrogados o los del 2025 directamente, hay diputados en el PSOE que incluso hablan de volver a las urnas. De un adelanto electoral tras el verano, ya que no se pueden disolver las Cortes hasta mayo, para «acabar con una situación que ya es insostenible y que va a ir a peor». Ese escenario no es descartable para nada. Sánchez quiso ser investido presidente, ya que «todos lo daban por muerto en las encuestas y quiso demostrar que no lo estaba». Con la posibilidad de emigrar hacia Bruselas, para convertirse en el primer presidente español del Consejo Europeo de la historia, y en hombre fuerte del socialismo europeo, el adelanto electoral le permitiría satisfacer todos sus deseos políticos y salir aireado de un laberinto en el que decidió entrar él sólo.
El PSOE vuelve a hervir, aunque públicamente hay la orden de cerrar filas en torno a un Sánchez que, a la búlgara, se arrogó todo el poder y el apoyo a una estrategia de acercamiento al separatismo muy cuestionada en los círculos pequeños en la última Convención Política celebrada este mes de enero en La Coruña. «Mientras sea presidente, excepto Emiliano García-Page, nadie le va a llevar la contraria porque hay muchas bocas que alimentar». «Pero tras lo de este martes, si hay un mal resultado en las gallegas, luego en las vascas y luego en las europeas, puede tener que salir más cabizbajo que cuando le echó el Comité Federal» el 1 de octubre del 2016.