Sánchez compuesto y sin Presidencia: solo le apoyan sus propios diputados y el de Revilla
El candidato del PSOE a la investidura, Pedro Sánchez, no ha logrado la mayoría absoluta necesaria para ser presidente del Gobierno. Se someterá a una nueva votación el jueves, para la que sería suficiente una mayoría simple.
Pedro Sánchez ha fracasado en su primer intento de salir del Congreso de los Diputados como presidente del Gobierno. El candidato socialista, que despreció la debilidad de sus apoyos cuando aceptó el encargo del Rey de someterse a la investidura, ha constatado así su soledad parlamentaria: a favor, solo han votado sus propios diputados (123) y el del Partido Regionalista de Cantabria (PRC) de Miguel Ángel Revilla. Además, Sánchez ha tenido 170 votos en contra y 52 abstenciones.
La votación dependía, este martes, de un factor esencial: la negociación, hoy por hoy encallada, con Podemos. El partido de Pablo Iglesias, que a última hora ha decidido su abstención, frustró ayer las aspiraciones del socialista al rechazar su oferta sobre el reparto de ministerios. Unas carteras meramente simbólicas, en opinión de Iglesias, que su partido rechazó alegando que «no hemos llegado aquí desde las plazas para tener un papel decorativo en un Gobierno del PSOE».
En el debate de hoy, ERC condicionó la abstención de sus 15 representantes al acuerdo, aún no alcanzado, con Podemos; Junts per Catalunya avanzó ya que sus 7 diputados votarían en contra y el PNV, la abstención. Una postura en la que coincidió con EH Bildu y Compromís.
Sin sorpresas el voto en contra de los 66 diputados del Partido Popular, los 57 de Ciudadanos, Vox (24), Navarra Suma (2) y Coalición Canaria (2).
Segundo intento
Sánchez, así, se ha quedado muy lejos de la mayoría absoluta que se requiere para lograr la presidencia, 176 escaños. El jueves tendrá una segunda oportunidad para tratar de revalidar su Presidencia, para la que será suficiente una mayoría simple (más votos a favor que en contra). De momento, tampoco esos apoyos los tiene asegurados. Lo que sí es seguro es que hoy se pone en marcha el contador de dos meses hacia la disolución de las Cortes y la convocatoria anticipada de nuevas elecciones generales. De producirse serían el próximo 10 de noviembre.
Sánchez acudió al debate en el Congreso sin atar sus apoyos y utilizó su discurso de investidura para tratar de convencer al hemiciclo, a derecha e izquierda. A todos, los interpeló en su responsabilidad política, en un intento por culpabilizarles de la parálisis del país. Ninguno de ellos ha cedido al chantaje.
La única oportunidad para el candidato socialista es que, de aquí al jueves, la negociación con Podemos avance. Los podemitas se mantienen firmes en su tono bronco hacia Sánchez y muy molestos tras su intervención de ayer, en la que no hizo gestos al partido e incluso lo despreció buscando una inédita abstención de Casado y Rivera.
Socio preferente
En Podemos, según afirmó Pablo Echenique, todavía hay ‘aguante’ y aunque no dan por rotas las negociaciones, el interlocutor designado por Iglesias sí advirtió de que «no es función de la cuarta fuerza que Sánchez consiga la mayoría». En la formación morada continúan a la espera de una llamada de los socialistas para seguir negociando en las próximas horas.
De hecho, la abstención ‘in extremis’ se interpreta como una clara disposición de Iglesias a negociar. Tan apresurada fue la decisión que Irene Montero no tuvo tiempo a cambiar su voto telemático. Su ‘no’ fue la anécdota de una previsible sesión y revela que la situación es cambiante. Lo que está claro es que una negativa total habría supuesto un plus de tensión para los socialistas.
Los recelos de Podemos los expresó el propio Iglesias este lunes, desde la tribuna, cuando reprochó a Sánchez que solo ofreciese a su partido ministerios «decorativos». La propia vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, insistió de nuevo hoy en la mano tendida a Iglesias y reveló que aceptarán a Irene Montero en un «cargo importante» del Ejecutivo, previsiblemente una vicepresidencia. Un avance que abundaría en la última oferta de sillones a Podemos, la noche del pasado domingo, y que el partido podemita rechazó 20 minutos antes de que Sánchez se subiese a la tribuna.
En el debate de este martes, el socialista intentó tentar a los socios independentistas, a quienes ofreció una mesa de diálogo -un invento del secesionismo al margen de los cauces oficiales del Parlament- e incluso una «votación» dentro del Estatut que fue tumbado en 2010 por el Tribunal Constitucional.
Sánchez incluso evitó defender al Rey después de que Gabriel Rufián, portavoz de ERC, le situase como el responsable de «provocar una crisis de convivencia en Cataluña» con su discurso tras el golpe de Estado. El líder del PSOE considera que el problema en Cataluña «no es de independencia».