Rivera gana el debate desnudando a Sánchez y marcando perfil propio ante Casado
Un Albert Rivera enérgico y seguro de sí mismo ha salido vencedor del primer debate de la campaña. Implacable con Sánchez y marcando distancias con Casado para realzar un perfil propio frente al intento del PSOE por encajonarle como un gregario de la misma derecha que Vox.
Llegaba al primer debate de la campaña bajo una presión enorme. A la baja en las encuestas, con su espacio electoral amenazado a derecha e izquierda y el electorado menos fiel y más volátil. Y Albert Rivera superó la noche con nota. El líder de Ciudadanos puede sentirse más que satisfecho del primero de los dos debates que marcarán la última semana de la campaña electoral.
Con traje azul oscuro y una corbata de puntos blancos apenas perceptibles, Rivera, más que entrar en el debate, irrumpió en él. Le correspondía la primera intervención y lo hizo en tromba.
En primer lugar contra el mangoneo del PSOE en TVE. «Estamos aquí en este debate de milagro», dijo para cargar contra Pedro Sánchez por llevar una semana intentando evitar que la cadena pública hiciera un debate para todos. En segundo lugar, contra el plan del presidente de indultar a los golpistas para mantenerse en el poder: «Lleva en la frente la palabra indulto para indultar a sus socios separatistas que han dado un golpe de Estado».
Rivera fue implacable contra el candidato socialista, que terminó desquiciado y, en ocasiones, pidiendo el auxilio del moderador. El de Ciudadanos le recordó en todo momento su dependencia y connivencia con los separatistas. Hasta el punto de que colocó una foto de Sánchez con Torra en Pedralbes en el atril para enojo de un presidente que no podía disimular en su rostro desencajado. Castigo que no fue suficiente para que Sánchez aclarara de una vez por todas si indultará a los presos golpistas.
Pero no sólo la relación del PSOE y el independentismo fue flanco de los ataques de Rivera. «¿Dimitirá usted si hay sentencia condenatoria firme por los ERE en Andalucía?», preguntó a Sánchez sin que el presidente respondiera. También brilló Rivera en la censura al enchufismo sanchista en las empresas públicas: «Ha colocado en Correos como presidente a uno que cobra 200.000 euros y no sabe poner un sello». Y le propinó un crochet de derecha con la tesis-fake: «Todo en usted es mentira, señor Sánchez».
Para defender su espacio político, Rivera también marcó perfil propio con sentencias demoledoras contra el triunfalismo de Pablo Casado: «¿Sabe dónde está el milagro económico del PP? En la cárcel». No obstante, volvió a ofrecer al nuevo PP un gobierno de coalición, con una condición: «Sin el PNV».
El líder de Ciudadanos , dirigiéndose a Sánchez, utilizó el silencio como recurso narrativo para armar la intervención más cotizada, la del conocido como ‘minuto de oro’. «El silencio que se oye» es el «silencio cómplice» de Sánchez y el del que «heló la sangre» a los españoles cuando los independentistas «quisieron romper Cataluña».