Reforma de la malversación

El PSOE arde con la malversación: Sánchez avanzó en la negociación con ERC de espaldas al partido

Sánchez Junqueras
Pedro Sánchez y Oriol Junqueras.
Joan Guirado

La reforma del delito de malversación es una apuesta personal de Pedro Sánchez. Y como tal, y como ya ha ocurrido en otros temas delicados, se ha fraguado desde su equipo en el Palacio de La Moncloa. Sin participación de ninguno de los ministros socialistas que podían tener relación con la cuestión: Presidencia y Relaciones con las Cortes y Justicia. La mayoría de los miembros de la dirección del PSOE tampoco conocían los avances en la negociación con ERC, que pilotó Óscar López y en la que se implicó el propio presidente.

La reforma del delito de malversación fue un compromiso que Sánchez adquirió en secreto con Pere Aragonés y que ha querido cumplir con sus socios independentistas para garantizarse los Presupuestos. Aunque es un compromiso «a lo Sánchez». De trasladar su apoyo sabiendo que hay muchas papeletas de que las Cortes rechacen la enmienda de ERC. Y es que la opinión generalizada en el grupo parlamentario es que «no habrá la mayoría suficiente para hacerlo».

«Nosotros habremos cumplido, habremos apoyado el texto que registre ERC», sostenía este jueves una voz autorizada del grupo parlamentario socialista. «A partir de ahí corresponde a quienes la impulsan [ERC] recabar los apoyos necesarios para su aprobación en el pleno», recalcan. El PSOE pretende justificarse ante los de Oriol Junqueras en caso de no acabar de completar la reforma del delito de malversación -que levanta muchas ampollas en el partido-, diciendo que «nosotros lo apoyamos, pero ni lo lideramos ni buscamos los apoyos». Aunque todo el mundo sabe que si bien es ERC el grupo que registra la enmienda, ésta ha sido negociada y trabajada hasta el último detalle con el PSOE. En especial con el Gobierno, por lo que en la práctica lleva los dos sellos.

Porque en esta aventura legislativa Unidas Podemos no comparte la hoja de ruta ni de los socialistas ni de los independentistas. Básicamente por el hecho de que la reforma del delito a la carta para los condenados del procés, de la que hablaba Sánchez el pasado martes en los pasillos del Congreso, es imposible. Tocar el delito de malversación significa también beneficiar a decenas de políticos de todos los signos que están cumpliendo condena o bien a la espera de entrar en prisión, como el ex presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía José Antonio Griñán. Y eso es una línea roja para Podemos. «No vamos a ser cómplices de la salida masiva de corruptos de las cárceles españolas», aseguran.

La soledad de Sánchez

Es tan personal la apuesta de Pedro Sánchez por reformar el delito de malversación que en esto, aseguran en el PSOE, está prácticamente solo. Únicamente los ministros más leales, como la de Defensa, Margarita Robles, han salido públicamente a defender la medida adoptada por el presidente. En la última reunión de la Ejecutiva que se trató el tema todo el mundo calló. Por miedo. Aunque la mayoría de los dirigentes eran y son reacios a esta modificación legislativa. El único que alzó la voz fue el portavoz parlamentario, Patxi López, que, además, se enfrentó al secretario general argumentando que su grupo no podía defender esto.

Entre los barones más cercanos a Sánchez también hay unanimidad en dar la espalda por primera vez al líder. Luis Tudanca, Juan Lobato y ahora Juan Espadas, tras ver que la enmienda de ERC favorece al socialista José Antonio Griñán, rechazan la concesión y denuncian internamente «el coste electoral y reputacional que vamos a sufrir». Nadie descarta una posible ruptura de la disciplina de voto por parte de algunos diputados.

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