Agresión a policías

Un proetarra condenado por ‘kale borroka’ está tras la emboscada contra la Ertzaintza

Los graves incidentes del pasado sábado en Santurce hacen pensar a los miembros de la Policía Autónoma Vasca que lo que sucedió no fue una bronca tras intentar disolver un botellón.

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

«Esta noche ha habido un intento de emboscada (…) cruzaban unos contenedores y se escondían con botellas a esperar a las patrullas. El jefe operativo les ha dicho que no entren y al final se han aburrido y se han pirado. El futuro pinta feo». Lo anterior es un mensaje textual intercambiado por ertzainas que tuvieron que prestar servicio de nuevo durante este fin de semana esquivando botellas y adoquines y sorteando trampas y barricadas con contenedores colocados en las aceras y calzadas de diferentes puntos de la geografía vasca. Auténtica kale borroka.

Los fines de semana se vienen complicando últimamente en el País Vasco a la hora de tener que hacer cumplir las restricciones impuestas por las autoridades autonómicas para frenar el avance del Covid. Obviamente las reuniones masivas en las calles para hacer botellón es una de las primeras cosas que la Ertzaintza se ha puesto como objetivo a perseguir y durante los fines de semana salen de patrulla con la firme intención de disolverlos. Pero este pasado sábado los agentes que sirvieron en Santurce (Vizcaya) percibieron algo distinto, algo que a los mayores les trajo recuerdos del pasado reciente y a los agentes más novatos les sonó a historias que veían en la tele cuando andaban acabando el instituto o camino de la academia de Policía. Lo que ocurrió el sábado en Santurce fue kale borroka, perfectamente coordinada y, lamentablemente para un par de agentes, bien ejecutada.

A las nueve y media de la noche del sábado una patrulla se encontraba en mitad de una conocida calle de la localidad vizcaína a 30 personas, la mayoría sin mascarilla e incumpliendo las normas básicas de distanciamiento social. El grupo estaba además bebiendo en la vía pública, así que la intervención policial estaba más que justificada. Cuando el grupo de personas percibió la presencia de los agentes, poco a poco fueron invadiendo la calzada y sin apenas percatarse los dos primeros ertzainas en llegar a la zona se vieron totalmente rodeados. Los insultos a los policías dieron paso a los golpes sin solución de continuidad. Los apalearon sin parar, tanto que uno acabó recibiendo puntos de sutura en la mandíbula y el otro con un brazo en cabestrillo. Antes de eso a ambos les dio tiempo a pedir refuerzos por radio para contener a sus agresores, y los refuerzos llegaron, pero con dificultades.

Un coche les cortó el paso

Una de las primeras unidades de la Ertzaintza que llegó en apoyo y auxilio de sus compañeros vio su paso bloqueado por un coche que se le cruzó en la carretera a propósito. El tipo fue identificado y detenido, pero su acción duró lo suficiente para entorpecer la labor policial y prolongar algo más los golpes sobre los primeros agentes rodeados. Esto que sucedió en Santurce se reprodujo en Pasajes y en San Sebastián, y allí además hubo pirotecnia e incendio de contenedores. «Pura kale borroka», circulaba entre los chats de policías al día siguiente, y para quien piense que es una exageración los datos de uno de los detenidos hablan por sí solos.

Cartel de homenaje a Gañán tras salir de prisión por una condena por kale borroka.

Gaizka Gañán Ramiro nació hace 43 años en Santurce y el sábado fue uno de los que llevó la voz cantante durante la agresión de los policías a los que él, su hermano, y la treintena restante emboscaron para frenar lo que estos llaman “represión policial”. Y Gaizka es precisamente el motivo por el que EH-Bildu no condenó lo sucedido. Resulta que Gañán cuenta con uno de esos historiales a los que los herederos de la banda terrorista ETA les llena de orgullo y les pone melancólicos. En el año 2007 Gañán fue condenado a más de siete años de cárcel por incendiar un autobús urbano, pero esa no es más que una sola de sus andanzas. El agresor de los agentes de policía este fin de semana también fue detenido tiempo atrás por amenazar a un policía de paisano en Portugalete. No es la primera vez que el terrorismo callejero del pasado visita la actualidad en el País Vasco. Hace solo unos meses, otro reincidente en la kale borroka, Gaizka Astorkizaga, era detenido y pasaba por la Audiencia Nacional acusado de un delito de estragos.

Pero más allá de los que aplauden la melancolía de un pasado en el que los cachorros de ETA pretendían acongojar a la población en general y a los policías en particular, lo sucedido este fin de semana en el País Vasco se repite y preocupa y mucho a la Policía Autónoma Vasca. Joseba Saralegui, portavoz del sindicato policial Euspel está convencido de que lo vivido ha sido un acto coordinado que además de ser aplaudido desde determinados sectores políticos arroja un mensaje muy preocupante: “Se nos ha perdido el respeto en la calle y cuando eso pasa lo que hace falta es apoyar a la Ertzaintza”. La mayoría los apoyan sí, otros simplemente callan, y los vascos desgraciadamente bien saben que callar ante la kale borroka es casi como aplaudirla.

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