El objetivo de Podemos: «Eliminar la propiedad capitalista y garantizar los medios de subsistencia»

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Carlos Cuesta

Podemos no oculta ya públicamente lo que empezaba a ser una evidencia: que trabaja para «eliminar la propiedad capitalista y garantizar los medios de subsistencia». El mensaje ha sido plasmado en uno de los documentos de trabajo de su fundación estrella: el Instituto 25M, un ente dirigido por el recién imputado Juan Carlos Monedero y que se ha convertido en el departamento estratégico de la formación que lidera el vicepresidente social, Pablo Iglesias.

El documento ha sido presentado en la fundación podemita estas pasadas navidades. Se trata de uno de los documentos estrella en el debate del programa económico de Podemos. Y entre sus perlas se encuentran la de crear un «Tinder laboral» para asignar los puestos de trabajo públicos y privados escondiendo el curriculum de los aspirantes al empleo; promover una «nacionalización» de los sueldos; o crear una “industria estatal”, tal y como ya ha publicado OKDIARIO. Pero, quizás, uno de los mensajes de fondo más contundentes en sus tesis comunistas es el de “eliminar la propiedad capitalista y garantizar los medios de subsistencia”.

Un mensaje que figura también en los documentos de trabajo de la fundación estrella de Pablo Iglesias. El documento en cuestión destaca que “España debe encabezar una nueva conceptualización del Estado, algo así como una vanguardia política en el diseño de una sociedad digital no implementada hasta el momento”.

Para ello, los podemitas señalan que “las fuerzas progresistas deben moverse más allá de la epistemología colonial, a riesgo de convertirse en una de ellas, y de soflamas neoliberales como el Estado o la nación emprendedores. Un paradigma más acorde con nuestro tiempo debiera ser el de la invención o el descubrimiento (mediante tecnologías digitales o no) de soluciones a los problemas de nuestro tiempo”.

Y ello «debiera acompañarse de la reestructuración de buena parte de las instituciones para emanciparse de la modernidad de manera democrática y transformar la realidad, en lugar de permitir que las fuerzas autoritarias se enroquen en su conservación hasta convertirla en esa distopía capitalista que es el presente». Traducido: no contentarse con paños calientes e ir a un órdago al sistema.

«A este respecto, no cabe duda alguna de que sería posible impulsar de manera masiva un proceso de interacción de los ciudadanos con las instituciones para experimentar con nuevos métodos de coordinación social o prácticas políticas alternativas”.

Nunca “delegando en la eurozona todos los resquicios de soberanía monetaria, sino exigiendo derechos de propiedad sobre los medios de descubrimiento (supercomputadores, centros de datos, o nubes) y otra serie de derechos civiles básicos y universales en la era digital: derecho a un encriptado sólido, a la privacidad y a la transparencia de los algoritmos”. Porque Podemos quiere controlar ese proceso. Y, para ello, no le vale con una mediación europea.

Dialéctica de la fundación

La dialéctica de la fundación de Podemos es la clásica del comunismo: “En un contexto en el que el poder privado se impone sobre el público, los debates políticos no se centran sobre los derechos de propiedad de los datos, y por ende, las infraestructuras creadas gracias a estos no sólo debido a una falta de democracia en la esfera mediática, sino precisamente a la ausencia de alternativas públicas a las plataformas de Silicon Valley”.

Por ello, “impulsar este cambio daría lugar de manera automática a un cambio cultural sobre cómo la ciudadanía percibe su pertenencia al colectivo más amplio que son las instituciones que regulan su comportamiento. También fomentaría la liberación de energías democráticas y trascender a los límites impuestos por la competencia”.
Y el gran asalto afecta a la propiedad privada: “En efecto, algunos diseños legislativos europeos pueden servir como plantilla para diseñar una nueva carta de derechos, pero deberá ser complementado con procesos para planificar los procesos productivos de una manera distinta, que debiera ser local y popular”.

Incluso “mediante formas de inventar conceptos distintos al clásico trabajador que acude a la fábrica. Digamos que la riqueza de los datos que nos rodean debe dar lugar a procesos productivos harto distintos. Con ello nos referimos a un plano organizativo sobre cómo fomentar métodos de coordinación social alejados del mercado laboral o al paradigma capital-trabajo”.

Y, por supuesto, por medio de “la adquisición de la conciencia antisistémica” que depende, en parte, “del rechazo de los universales cargados de valores neoliberales”. Por este motivo, el Instituto 25M pretende “reflejar la naturaleza de las relaciones sociales capitalistas con el objetivo de transformarlas en otra dirección”. “En suma, este es en un momento en que la política debe obtener el primado sobre la historia y dirigir el cambio tecnológico hacia una utopía progresista”, añade.

El plan de actuación también se define en el documento. “La nueva política digital debiera concentrar sus esfuerzos revolucionarios en tres ámbitos: democratización radical de las instituciones y los procesos deliberativos, empoderando a la ciudadanía mediante métodos que vinculen constitucionalmente (gracias a la adopción del machine learning, el blockchain o cualquier otro método menos rimbombante) a la hora de tomar decisiones públicas o coordinarse socialmente; la planificación colectiva de los procesos de producción mediante la implantación de plataformas públicas como vector principal de la estrategia industrial del Siglo XXI; y la organización social del trabajo”.

Y en este último punto es donde surge la guinda. Porque la forma de lograrlo debe ser, según la fundación de Podemos, de tal manera, “que sea posible eliminar la propiedad capitalista y garantizar los medios de subsistencia”.

Es más, según el informe del Instituto 25M, «junto a otras áreas de suma importancia, como las relaciones internacionales o la ciencia, estos son los ejes desde los que comenzar a pensar no sólo en alternativas y políticas públicas radicales, sino en nuevos paradigmas de pensamiento”.

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