Blesa no podía ni salir a la calle estos últimos años sin ser increpado
Miguel Blesa apenas podía salir de su domicilio sin ser insultado o intimidado. Su rostro era uno de los habituales en los medios de comunicación como protagonista de algunos de los casos de corrupción que más han trascendido estos últimos años, como los casos de las preferentes, las tarjetas black o los sobresueldos de Caja Madrid, entidad que presidió entre 1996 y 2010.
Su estado anímico no era nada bueno por las constantes citaciones judiciales y por el poso de su estancia en la cárcel, apenas 15 días en Soto del Real que para el ex banquero resultaron traumáticos, especialmente porque el devenir de los procesos le conducía indefectiblemente de vuelta, pero ya por varios años.
La caza era una de sus evasiones favoritas. Apasionado y experimentado de esta práctica, frecuentaba la finca en la que este miércoles ha sido hallado muerto, en Villanueva del Real (Córdoba), donde pasaba largas jornadas con gente de plena confianza y lograba alejarse en todos los sentidos de la capital.
El suicidio como principal hipótesis
Pero, de regreso, todo paso fuera de su domicilio o su vehículo le hacía vivir con gran intensidad una presión difícil de llevar, ya fuera en plena calle -con carteles frente al portal de su domicilio, señalando dónde vivía para animar a más gente a sumarse- o buscando intimidad en un restaurante.
Son de hecho conocidas las imágenes hace tres años en las que, con un ojo cubierto, es zarandeado y hasta golpeado por preferentistas.
Los amigos que desayunaban con él minutos antes del suceso aún no logran comprender nada ya que sólo caben dos opciones: o accidente -les extraña porque no era precisamente un novato con el arma- o suicidio. Los investigadores manejan la segunda como principal hipótesis.
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