GUARDIA CIVIL

Marlaska rechaza revisar los protocolos de la Guardia Civil para que pueda disparar a las narcolanchas

Los guardias civiles se rigen por un protocolo de 1983 para evaluar si pueden o no disparar

Guardia Civil, Marlaska, Barbate
Agentes de la Guardia Civil asaltando una narcolancha.
Pelayo Barro

La Guardia Civil reclama un nuevo protocolo interno para poder saber cuándo están autorizados a utilizar su arma sin temor a terminar envueltos en un proceso sancionador. Una situación que han vivido de cerca, por ejemplo, los agentes que fueron atacados por una narcolancha en Barbate el pasado mes de febrero, con el resultado de dos guardias asesinados. Sin embargo, no se esperan cambios al respecto: el Ministerio del Interior descarta modificar esta normativa, que data de hace más de 40 años y que seguirá vigente como hasta ahora.

«¡Disparad, disparar, disparad coño, van a por nosotros!», es una de las frases que recoge el vídeo captado por la cámara GoPro que llevaba uno de los agentes de la Guardia Civil atacados por una narcolancha en el puerto de Barbate el pasado mes de febrero. Esa llamada de auxilio pone de manifiesto uno de los principales dilemas a los que se enfrentan los agentes de Guardia Civil -y también de otros cuerpos- en su día a día: las dudas de los funcionarios a utilizar su arma reglamentaria para hacer frente a una agresión manifiesta. Una agresión cuya intensidad es muy complejo analizar en pocos segundos y determinar una respuesta acorde en términos de fuerza. De esa decisión, en cuestión de segundos, usar o no el arma, puede depender toda una carrera profesional.

La Guardia Civil ha sido la última en volver a solicitar la revisión de esa norma, a raíz de esos sucesos de Barbate. Ha sido la plataforma profesional JUCIL quien lo ha planteado, a las puertas del juzgado de la localidad gaditana, donde el caso ha entrado en punto muerto tras revelarse que los detenidos no son los verdaderos autores del doble asesinato. Esa reivindicación, sin embargo, no ha calado: fuentes del Ministerio del Interior confirman a OKDIARIO que «no hay ninguna previsión de cambiar el protocolo de actuación».

Para ello, dicen, Interior y la Dirección General deberían crear un grupo de trabajo que analice el protocolo actual, se propongan enmiendas y finalmente se aprueben. «Ni es una prioridad ni parece que lo será en los próximos meses». De esta forma, el protocolo que guía a los agentes de Guardia Civil y de la Policía Nacional sobre cuándo pueden y cuando no disparar seguirá siendo el vigente, que data de 1983.

Además de órdenes precisas sobre cuándo pueden y cuando no usar su arma, en la Guardia Civil recuerdan que muchas veces las patrullas del servicio marítimo van sin armas cuando «deberían tener a su disposición arma larga en ciertas misiones». Cabe recordar que la orden que se dio a los agentes aquel 9 de febrero en Barbate: «Meteos al agua y que os vean». No había intención de ser coercitivos ni de buscar detenciones, sino simplemente disuadir a las narcolanchas.

Según la asociación que propone los cambios, esta actualización de la regulación permitiría prevenir «futuros crímenes» ya no sólo en el ámbito de la lucha contra el narcotráfico, sino también en las calles y en cualquier entorno de actuación. Cabe recordar que en 2023 se duplicaron con respecto a 2022 las agresiones con arma blanca o punzante contra agentes de la Guardia Civil.

Guardia Civil: profesión de riesgo

Por otra parte, Grande-Marlaska prometió convocar una mesa de trabajo con representantes de la Guardia Civil para tratar las reclamaciones de los agentes del cuerpo sobre varios asuntos que les afectan directamente. Uno de los principales, la negativa hasta el momento del Gobierno de Pedro Sánchez de considerar la suya una profesión de riesgo, a pesar de un 2024 negro para la Guardia Civil en el que ya han fallecido 5 agentes.

Sin embargo, a día de hoy el ministro aún no ha convocado a los guardias civiles ni hay previsión alguna de que vaya a hacerlo. El PSOE votó en contra de ello en el Parlamento Europeo y en la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados. No es asunto menor, ya que además de afectar a su seguridad, también lo hace a su jubilación.

Ni en Europa, ni en Madrid, ni en el Campo de Gibraltar. La profesión de Guardia Civil -tampoco la de Policía- no se considera de riesgo a pesar de las cifras de fallecimientos en acto de servicio y el aumento de las agresiones contra agentes. En 2023, respecto a 2022, los ataques con cuchillos o armas blancas contra guardias civiles y policías se duplicaron. Pero ninguno de esos datos ha sido suficiente para que el Gobierno convoque esa mesa de negociación que le reclaman los agentes a Grande-Marlaska.

Así, desde las organizaciones que representan a los guardias civiles muestran su «preocupación y descontento con la falta de acción por parte del ministro del Interior, Grande-Marlaska, en relación al reconocimiento de los guardias civiles como trabajadores de riesgo», señalan desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC).

Otras alternativas

Cabe recordar, como publicó OKDIARIO, que los agentes que se la juegan en el mar contra el narcotráfico podrían tener a su disposición un sistema electrónico que permite inutilizar los motores de las planeadoras -y otros vehículos- a distancias de hasta 150 metros. Montado sobre un helicóptero o una patrullera, este sistema podría ser definitivo para decantar la balanza hacia las fuerzas del orden en detrimento de los narcos. El Ministerio del Interior no se ha planteado ni se plantea adquirirlos.

Uno de esos sistemas, conocido en la Guardia Civil, es el SafeStop. Un dispositivo embarcado que fabrica la firma británica de material de seguridad Teledyne e2vEn esencia, es un emisor de reducido tamaño de radiofrecuencias (RF) que es capaz de «inutiliza los vehículos, deteniéndolos de forma inmediata e involuntaria, sin causar daños colaterales», según describe el fabricante en la ficha técnica del producto.

En esencia, el dispositivo es capaz de emitir esa radiofrecuencia afectando al funcionamiento de su motor y provocando su apagado. Para ello, los motores deben tener cierto componente electrónico, como los que tienen los potentes fuerabordas que equipan las narcolanchas.

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