Interior presume de su dispositivo en el final de la Vuelta: sólo 2 detenidos y 22 policías heridos
El delegado de Sánchez en la Comunidad de Madrid ningunea a los agentes heridos: "No ha habido daños personales significativos"
El Gobierno aplaude a los violentos: "Un ejemplo de dignidad enarbolando la bandera de la paz"


Sin rubor, el Gobierno de Sánchez ha presumido de que el insuficiente dispositivo policial en la etapa final de la Vuelta haya permitido campar a sus anchas a los violentos ante unos agentes sobrepasados. El balance ha sido de 22 policías heridos y sólo dos violentos detenidos. Para el Gobierno, esto es muestra de que ha actuado correctamente.
El encargado de dar la hilarante versión oficial de Moncloa ha sido el delegado del Gobierno de Sánchez en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín. Ni Pedro Sánchez ni el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, han salido a dar explicaciones por la bochornosa imagen que ha dado España en todo el mundo, televisada en directa, con policías que en vez de poder hacer frente a los radicales han sufrido la carga violenta de los saboteadores izquierdistas que les han atacado y que han tomado el tramo final de la etapa de la Vuelta, en el corazón de Madrid, lo que ha obligado a suspender la carrera a 60 kilómetros de la meta.
La versión gubernamental verbalizada por el delegado de Sánchez en la Comunidad de Madrid –entre cuyas competencias está la seguridad– es que la violencia desplegada por extremistas de izquierdas ondeando banderas palestinas y lanzando consignas contra Israel «se ha resuelto sin incidentes graves» y «sin daños personales ni materiales significativos». Eso pese a la lista de 22 policías heridos que ha sido reportada por fuentes oficiales a la Agencia EFE, controlada por el Gobierno.
Francisco Martín también ha torcido la realidad al hablar de carrera «interrumpida», cuando no ha habido interrupción sino una suspensión forzosa de la etapa final de la Vuelta, porque ante lo que ocurría en el último tramo del trayecto se temía por la integridad física de los corredores, del personal de la organización y de los periodistas que allí aguardaban a la llegada del pelotón. La carrera ha sido suspendida a 60 kilómetros de meta, porque el dispositivo desplegado por el Gobierno no garantizaba la seguridad, la calle estaba tomada por radicales con una violencia que se veía en directo, en todo el mundo, a través de TVE.
Pese a esa evidencia, el delegado de Sánchez en la Comunidad de Madrid ha presumido de que el dispositivo policial ha sido «extraordinario» y que, gracias a ello, todo «se ha resuelto sin incidentes graves».
De paso, Francisco Martín se ha dedicado a aplaudir a los violentos, cuya acción ha calificado como «un ejemplo de dignidad enarbolando la bandera de la paz». Para el delegado de Sánchez en la Comunidad de Madrid, la bochornosa estampa, de la que se ha hecho eco la prensa internacional, es «un mensaje de humanidad».
Horas antes de que se produjeran estos disturbios, el propio Pedro Sánchez jaleaba a los radicales propalestinos que, envalentonados y ayudados por el insuficiente despliegue policial de Interior, han logrado un hecho inédito no sólo en la historia de la Vuelta ciclista a España sino en un evento deportivo de alcance internacional: forzar la suspensión de forma violenta.