La inseguridad ciudadana también acorrala a Marlaska: ocho policías heridos en una semana
Esta semana está siendo especialmente aciaga para las fuerzas del orden público. A los problemas normales de inseguridad como asesinatos, violaciones o hurtos, hay que añadir las ocho agresiones sufridas por policías nacionales, Mossos d’Esquadra, ertzainas, guardias civiles y agentes de policía local desde el viernes pasado 4 de noviembre a este viernes 11 de noviembre. Desde Cataluña a Galicia, pasando por Andalucía o Navarra. En 2021, España registró el mayor número de condenas por atentado a la autoridad de la última década. Un total de 14.664 personas fueron condenadas. Esto significa un alarmante un incremento de un 20% de condenas por agresiones a agentes de la autoridad respecto al año anterior. Contra esto luchan los policías y también contra la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana impulsada por el PSOE, Podemos y sus socios parlamentarios, amenaza con rebajar las penas por atentados contra la autoridad. La inseguridad ciudadana acorrala especialmente a Marlaska durante esta semana.
La reforma de la ley ha suscitado las protestas de todos los colectivos profesionales de la Guardia Civil y de Policía Nacional, ya que en el borrador incluye redactados «recortar los medios de contención para hacer frente a altercados violentos de carácter multitudinario, retirar la prohibición de difusión sin autorización de imágenes grabadas a policías en su trabajo, o rebajar la presunción de veracidad de los relatos de los policías frente a los de los presuntos delincuentes en actas policiales», explican desde los sindicatos policiales consultados, como el SUP.
El 4 de noviembre la Policía Foral de Navarra detenía en la localidad de Huarte a un individuo que había herido a cuatro policías locales en Pamplona durante una persecución con un todoterreno. Un día después un hombre recibía a tiros en O Porriño, provincia de Pontevedra, a los miembros del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) de Policía Nacional, cuando se disponían a entrar en una nave para realizar un registro en la búsqueda de drogas. El detenido desenfundó un arma de fuego y realizó un único disparo sin herir a nadie. Los agentes descubrieron en el registro 1,38 kilos de cocaína, 23,3 kilos de hachís, 1,46 kilos de heroína, 3,42 kilos de marihuana, 24,19 gramos de MDMA, 468 gramos de Speedy, 18,16 kilos de sustancia de corte y 25.000 euros en billetes, así como dos armas de fuego, una pistola de aire comprimido, un arma blanca grande y varios teléfonos móviles.
El 6 de noviembre fue un sábado especialmente complicado para los agentes del orden. En Sevilla la Policía local detenía a tres hombres por intentar impedir un arresto. Una patrulla que trabajaba por el barrio de Príncipe Pío interceptó a un vehículo que circulaba a gran velocidad por la zona. El conductor, un hombre de 31 años, tenía cinco requisitorias de juzgados para ser detenido, pero se escapó corriendo y uno de los agentes lo persiguió a pie. Logró darle alcance, pero cuando lo detuvo y se dirigía al coche patrulla comenzaron a salir personas de las viviendas del barrio que empujaban al agente para que no se llevase al detenido. El policía fue incluso agredido con una palanqueta. Tras la llegada de refuerzos se pudo detener al huido y a otras tres personas.
Esa misma noche otro hombre era detenido en Jaén tras ser interceptado conduciendo en estado ebrio e intentar agredir a los agentes que le insistían en realizar la prueba de alcoholemia. Los agentes ya habían intervenido cuando intentaron calmarle durante la tarde avisados por varios asistentes a la Fiesta de la Aceituna, que denunciaron que increpaba a varios viandantes. Unas horas más tarde los mismos agentes lo localizaron conduciendo un vehículo de manera errática en la calle Virgen de la Capilla, por lo que se le procedió a dar el alto, haciendo el conductor un amago de fuga. Entonces intentaron hacer el test de alcoholemia, pero el hombre agredió a uno de los agentes y fue detenido por una patrulla de Policía Nacional que se personó en el lugar.
Caos en Valencia
Mientras tanto, en Alaquàs, Valencia, unos sesenta menores organizados, casi todos de origen sudamericano, circulaban en bicicletas sembrando el caos en Alaquàs y en otros municipios como Mislata y Xirivella hasta toparse con la Policía Nacional, lo que generó una batalla en la que varios agentes resultaron heridos y tres jóvenes de 15, 17 y 21 años fueron detenidos.
Algunos de los detenidos son pandilleros que actuaban con la cara tapada, cuando fueron interceptados e identificados otros jóvenes rodearon a los agentes y les amenazaron con palos y navajas, e incluso intentaron apuñalar a un policía, según el relato de algunos testigos presenciales.
Un poco más al norte, en Sabadell (Barcelona) varios jóvenes también organizados recibían a pedradas a los Mossos d’Esquadra a la salida de la discoteca Waka, en la conocida como zona hermética de esta localidad. Los mossos intentaron establecer un control en la zona junto a la Policía Local. Se trataba de mejorar la seguridad en la zona, evitar robos, peleas e incluso agresiones sexuales. Pero a las doce y media del ya día 7 de noviembre un grupo de unas 200 personas concentradas en un descampado empezaron a enfrentarse a los policías con piedras y bengalas. Dos mossos resultaron heridos con varias contusiones.
Muy cerca de allí, en Castelldefels, también provincia de Barcelona, otro agente de los Mossos d’Esquadra, en esta ocasión fuera de servicio, vio una disputa entre un taxista y una joven. El agente recriminó a la mujer su comportamiento, pero ella hizo una llamada por su teléfono móvil y se presentaron en el lugar tres hombres jóvenes que la emprendieron a golpes con el agente. Luego huyeron sin que hayan sido detenidos hasta el momento. El policía tuvo que ser internado en el hospital por la brutal paliza recibida.
«Tenemos un modelo policial que gasta muchos recursos para convencerte de que estás seguro no para dar seguridad. Eso es falso, una cosa es la criminalidad cuantitativa, pero ahí constan con igual importancia un asesinato que un hurto y ese es el engaño. Además, el principio de autoridad se pierde cada vez más», explica a OKDIARIO Samuel Vázquez, policía de calle y presidente de la Plataforma Policías para el Siglo XXI.
Sin dejar el 6 de noviembre, un hombre de 36 años era detenido en la madrugada del domingo por embestir contra un coche de policía en Vitoria y agredir a un agente de la Policía Local. El hombre visiblemente ebrio había sido atendido unos minutos antes en las dependencias policiales donde entró solicitando información, pero por causas desconocidas decidió embestir el coche y enfrentarse de manera violenta con los policías municipales, que lo detuvieron.
Estrellarse contra policías
La moda de estrellar coches y agredir a los agentes no debe ser una moda local sino universal porque ese mismo domingo, en Vigo, un hombre de 29 años de edad era detenido tras tratar de agredir a agentes de policía que fueron a atenderlo tras chocar su automóvil que conducía triplicando la tasa de alcohol permitida. Eran las 16.50 horas y el detenido intentó huir a pie antes de ser arrestado y tras oponer fuerte resistencia.
Del día 7 llegamos a este mismo 10 de noviembre cuando OKDIARIO denunciaba la paliza recibida por una agente de la Guardia Civil que intervino en la detención de varios africanos que protagonizaban una pelea con armas blancas en la localidad de Lepe, en Huelva, durante la que un agente llegó a ser agredido con un tablón.
Pero la agresión de la agente fue tan brutal que necesitó ser trasladada a un centro médico para que fuera tratada de diversas contusiones en rostro y cuerpo, junto con otro compañero que también necesitó asistencia médica tras las heridas causadas en el forcejeo de las detenciones, causando ambos baja para el servicio a consecuencia de tales lesiones.
Tanta inseguridad ciudadana va en detrimento también de la autoridad de los agentes del orden. Pero «la realidad es la que ven los policías en la calle todos los días y los vecinos y por eso es cada vez más difícil engañar a la gente y otra es la realidad que trasladan los mandos policiales al servicio del Gobierno, que protegen discursos políticos al servicio del Gobierno o de los partidos políticos», añade Samuel Vázquez.