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Iglesias apuntó al Ejército por las balas pero la Policía lo descarta: no provienen de sus polvorines

Pablo Iglesias balas
Marcas de identificación en algunas balas del calibre 7,62.
Pelayo Barro

Desde el primer momento, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, apuntó al mundo militar como origen de las cartas con balas que han recibido tanto él como el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la directora de la Guardia Civil, María Gámez. Sin embargo, esa teoría se va desinflando conforme avanza la investigación policial: se ha descartado que las balas provengan de algún polvorín militar.

«El ex legionario que disparó con fuego real contra fotos de miembros del Gobierno mientras reía frente a la cámara, se ha ido de rositas. No ha habido ninguna consecuencia para los militares retirados que hablaban de fusilar a 26 millones de españoles por rojos. ¿Cómo no van a sentir una impunidad absoluta como para enviarnos amenazas de muerte con balas de un fusil de asalto?», advirtió Iglesias al anunciar en sus redes sociales la recepción de ese sobre con balas del calibre 7,62 x 51. Munición que coincide con la que utilizan países de la OTAN y también del antiguo bloque soviético.

Pablo Iglesias identificaba así la amenaza con el mundo militar, advirtiendo además que las balas eran «de Cetme», en relación al histórico fusil de las Fuerzas Armadas españolas ahora en desuso. Las balas, sin embargo, son de uso habitual en muchas otras armas de tipo militar. Incluso son muy similares a las que se utilizan en algunos rifles de caza.

Las pesquisas policiales para localizar al autor de las amenazas, sin embargo, van por otros derroteros. Según ha podido saber OKDIARIO de fuentes próximas a la investigación, ya se ha descartado que las balas hayan sido extraídas de algún polvorín de las Fuerzas Armadas españolas.

«No son militares»

Los agentes han llegado a esa conclusión tras el análisis científico de las 7 vainas enviadas por correo. La observación preliminar de las balas no aportó demasiadas pruebas a la investigación. «Las balas no llevan numeración alguna, tan sólo algunos datos del marcaje del fabricante en el culote», en referencia a la base de la vaina. Apenas puede conocerse el fabricante y el año de la partida. En algunos modelos también hay marcas en la zona superior del proyectil.

Sin embargo, el análisis balístico en profundidad realizado en laboratorio sí ha permitido determinar la composición de los escasos gramos de material detonante que se encuentran en el interior de las balas y que se denominan ‘carga de proyección’. La proporción de los componentes químicos utilizados para su fabricación permite conocer el año de producción e incluso a qué ejército o fuerza del orden -nacional o internacional- fue distribuido.

Sin ofrecer muchos más datos técnicos sobre los hallazgos realizados por el laboratorio, las fuentes consultadas por OKDIARIO determinan que «no pertenecen a arsenales militares».

Desde el primer momento de la investigación, el Ministerio de Defensa se puso al servicio de la Brigada de Policía Científica para ayudar a determinar la procedencia de las vainas y, en caso de que fuesen suyas, iniciar una investigación interna. No ha hecho falta.

Por otra parte, según estas mismas fuentes, la carga de las balas parece mostrar cierto «deterioro químico» que podría apuntar a que no han sido conservadas en las condiciones de temperatura y humedad adecuadas. Eso, explican, podría apuntar a que provengan del ámbito coleccionista.

Estricto control

Fuentes militares explican además a OKDIARIO que desde un primer momento se vio con extrañeza la posible procedencia militar de las balas, sobre las que pesa un estricto control. Cada proyectil que sale de un arsenal debe quedar específicamente registrado, por lo que escamotear munición es «prácticamente imposible». El proceso es similar al que rige en Policía Nacional y Guardia Civil, aunque en estos casos «no son protocolos militares tan estrictos como los que nos marca la OTAN a nosotros».

Además, se descarta que ese material provenga de partidas que hayan quedado obsoletas, ya que esas fuentes explican que en esos casos se lleva a cabo un «proceso de destrucción certificado» de las balas.

A día de hoy, las Fuerzas Armadas también utilizan este tipo de balas del 7,62 x 51 mm en algunas armas de dotación. Por ejemplo, en algunas ametralladoras ligeras o en fusiles de precisión utilizados por sus francotiradores, como el caso del Accuracy AW.

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