Con el presidente en Francia

Iglesias adelantó a Sánchez su decisión en un mensaje que el presidente contestó con un «¡Suerte!»

Pedro Sánchez acababa de aterrizar en Francia cuando Pablo Iglesias le ha informado de su decisión de cesar del cargo y de los nombres que proponía para sustituirle

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Joan Guirado

Un mensaje corto y breve. Sin demasiados detalles. Sin demasiadas explicaciones. Así fue la primera comunicación de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez de que iba a anunciar su salida del Gobierno. Era lunes por la mañana y ya acababa de grabar el vídeo con sus intenciones en el despacho del ministerio. El presidente justo aterrizaba en Francia para participar en una cumbre hispano-francesa junto a Emmanuel Macron y en la que el todavía vicepresidente segundo no figuraba en la delegación española. La respuesta del líder socialista: «¡suerte!» y «gracias».

Ambos mandatarios, cuya relación hace semanas que es prácticamente inexistente, más allá de alguna conversación informal, rompen de esta forma los puentes que quedaban tendidos hasta el momento. Tenían previsto una charla larga y tendida. Difícilmente se producirá. En el PSOE no perdonan las formas de Pablo Iglesias. Ni a Sánchez, ni en Moncloa ni a los principales dirigentes socialistas, les ha gustado enterarse prácticamente a la vez que lo filtraba a su periodista de cabecera.

Tras conocer la noticia Sánchez se ha puesto en contacto con su núcleo duro. Con él fuera del país, Carmen Calvo y José Luís Ábalos participando en la cumbre de forma telemática, Adriana Lastra y Santos Cerdán en la Ejecutiva del partido e Iván Redondo haciendo números y mirando proyecciones para las elecciones del 4 de mayo en Madrid, la dimisión de Pablo Iglesias ha sonado como un sonoro estallido en La Moncloa y el número 70 de la calle Ferraz. Y a los estallidos Sánchez responde imponiendo silencio. Él debía ser el primero en valorar la noticia. Aunque fuese junto a Macron. Esto “es la guerra política” resume un colaborador cercano.

Su salida, como fue la de Salvador Illa para ser candidato a la presidencia de la Generalitat, no implicará demasiados movimientos por ahora en el Gobierno. Una crisis quirúrgica, avanzada ya por el propio Pablo Iglesias, y que demuestra una vez más la presencia de dos gobiernos en uno. Y de nuevo evidencia una nueva deslealtad con Pedro Sánchez anunciando unos nombramientos que corresponden exclusivamente al presidente del Gobierno. Aunque le hará caso.

Pese a que la dimisión del vicepresidente segundo le permitiría al líder socialista acometer una reforma más amplia que hace meses que sopesa, con la salida por ejemplo de Fernando Grande-Marlaska, José Luís Escrivá o Luís Planas, e incluso hacer a Margarita Robles candidata en Madrid si ella lo aceptase como golpe de efecto y con la voluntad de aunar al voto de izquierda constitucionalista frente a la derecha que representa Isabel Díaz Ayuso y al radicalismo de Pablo Iglesias, Sánchez prefiere no hacer grandes cambios y esperar a después del verano.

Si la jugada de Podemos no sale redonda, con un mal resultado de su líder, Ciudadanos desaparece del tablero político madrileño y el PP se ve obligado a pactar con VOX, Sánchez pulsará el botón del adelanto electoral tras el verano. Aprovechará la inercia para copar el centro y recuperar voto entre la izquierda moderada. Todo ello consciente que sin Pablo Iglesias en el Gobierno el tono de voz subirá y su matrimonio será cada vez más insostenible.

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