La firmeza del Rey frente a los que le incitan a traspasar líneas rojas

La firmeza del Rey frente a los que le incitan a traspasar líneas rojas

A nadie se le oculta que una vez terminadas las dos maratonianas jornadas en las que el rey Felipe VI ha recibido en el Palacio de la Zarzuela a 18 representantes de otras tantas fuerzas políticas presentes en el Congreso de los Diputados, la incógnita persiste sobre si el designado candidato a la investidura como presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, logrará los apoyos necesarios para conseguirlo. Al encargar al líder socialista la formación de un nuevo gobierno, por ser el partido más votado en las últimas elecciones, el Jefe del Estado no ha olvidado las dificultades existentes en estos momentos para conseguir los votos suficientes en primera o en segunda votación, pero ha hecho lo que tenía que hacer según marca la Constitución de forma clara y explícita. Y lo ha hecho a pesar de conocer perfectamente que uno de los partidos que ya ha acordado su apoyo al dirigente del PSOE y su participación en el futuro ejecutivo es un líder declaradamente antimonárquico, que defiende la republica sin ambages y que, a pesar de que en los últimos tiempos usa la Constitución como libro de cabecera, su objetivo es acabar con el régimen del 78.

También es consciente el monarca de que el apoyo de los independentistas de Esquerra Republicana no se logrará de forma gratuita sino que algo de lo que reclaman –referéndum, derecho a decidir, amnistía para los políticos presos- habrá que prometerles para que se abstengan en la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Es más, don Felipe ha tenido que pasar por alto el desaire que supone que ningún representante de ERC haya acudido a las consultas celebradas en el Palacio de la Zarzuela, a pesar de aspirar a colaborar con el nuevo Gobierno y a obtener determinadas concesiones del mismo.

Hay una cosa que, hasta ahora, la institución de la monarquía ha dejado clara: la Casa del Rey sigue firme en su decisión de no pisar ni una sola línea roja que marca la Carta Magna como atribuciones del monarca. No están dispuestos a hacer caso de los cantos de sirena que llevan ya un tiempo clamando, y ahora con más fuerza, que el Jefe del Estado tiene que dejar a un lado las normas, dada la complicada y perniciosa situación política que se vive hoy en España. Desde apelaciones a que don Felipe haga uso de su rango de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y arremeta contra los que quieren romper España, hasta que él imponga su criterio acerca de quien debe ser investido Jefe del Gobierno, por las redes sociales circula ahora toda una serie de despropósitos que no hay ni que escuchar. Sobre todo, porque es seguro que los que de una manera frontal o los que lo hacen de forma más taimada proponen que el Jefe del Estado traspase las reglas constitucionales serían los primeros en reprochárselo o incluso usarlo como argumento de ataque contra la institución de la Corona en España.

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