Volcan de La Palma

El Ejército suspendió por la pandemia un gran simulacro de volcán en erupción que arrasaba Canarias

Volcan La Palma
Volcán en erupción en La Palma
Pelayo Barro

Las Fuerzas Armadas españolas se han enfrentado a todo tipo de riesgos, pero hasta ahora no lo habían hecho con un volcán en erupción como el de Cumbre Vieja que estos días asola la isla de La Palma. En marzo de 2020 Defensa planificó un gran simulacro de erupción volcánica en Canarias con un enorme poder destructivo, muy similar al actual. Se iban a enviar alrededor de 4.000 efectivos para ese ejercicio, pero finalmente se suspendió por el estallido de la pandemia.

El escenario planteado entonces era prácticamente un calco del actual, casi profético: una erupción con varias bocas, largas lenguas de lava expulsadas a varios kilómetros de altura y ríos de material fundido recorriendo la isla camino hacia el mar, dejando tras de sí una destrucción devastadora. La crisis se agravaba cuando el volcán entraba en fase explosiva, como está ocurriendo en este momento. En ese planteamiento se incluía la posibilidad de que se produjesen víctimas, y se daba por sentado que habría muchos heridos y miles de desplazados sin hogar. La magnitud de los destrozos era incalculable. La única diferencia era que aquello ocurriría en la isla de Tenerife en vez de en La Palma.

Este ejercicio, que involucraría a efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), del Ejército del Aire y del de Tierra -los mismos que hoy operan sobre el terreno en La Palma- se iba a desarrollar entre el 21 y el 26 de marzo de 2020. Se había bautizado como ‘Canarias 2020’ y suponía un gran reto logístico para el Ejército, ya que incluía el despliegue en las islas de cientos de vehículos y aeronaves.

Su preparación se desarrolló durante casi un año, siendo aprobado finalmente por la ministra Margarita Robles en noviembre de 2019. Sin embargo, el destino tenía otros planes para la UME: menos de una semana antes de iniciar el ejercicio, el Gobierno decretó el estado de alarma por el coronavirus y el confinamiento general de la población. Las prioridades de los militares en ese momento eran otras muy diferentes: intervenir en las residencias de ancianos ante la oleada de miles de muertes por el virus.

El objetivo de este tipo de simulacros anuales, designado técnicamente como Ejercicio Conjunto Combinado, es poner a prueba la capacidad del Estado para reaccionar a una gran catástrofe y apuntalar la cooperación y la coordinación entre militares y otras fuerzas del orden (Policía Nacional y Guardia Civil).

Cada año se elige un escenario diferente. En el pasado se ha simulado un gran incendio forestal en la frontera con Francia, un devastador terremoto en Murcia, una enorme inundación en Aragón, una fuga química letal o un grave accidente en una central nuclear. Nunca se había hecho con un volcán. La anulación de aquel ejercicio, por culpa de la pandemia, ha provocado que las actuaciones reales que estos días llevan a cabo los militares y fuerzas policiales sean inéditas y nunca entrenadas.

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