El discurso de investidura de Sánchez acusa a la derecha de romper España y pide diálogo con el nacionalismo

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Carlos Cuesta

El discurso de investidura de Pedro Sánchez planteará este lunes un mundo al revés. El candidato del PSOE pedirá diálogo y comprensión con aquellos que han promovido un golpe separatista, especialmente con ERC, porque, según su intervención, todos cabemos en la Constitución española. Y, además, para quienes han defendido el marco natural de ese diálogo –que es precisamente esa misma Carta Magna– pedirá la crítica de la población y el rechazo más severo de la sociedad porque, según Sánchez, son los responsables de los bloques y del fraccionamiento de la convivencia en España.

Sánchez llamará al diálogo en este discurso. Un llamamiento, por cierto, que irá especialmente dirigido a aquellos que no lo aceptan, ni para tramitar legalmente sus textos rupturistas, ni asumir la división de poderes, así como las consiguientes sentencias judiciales como las del Tribunal Supremo que está por llegar sobre el golpe separatista del 1-O. Porque, además, hay que recordar que, aunque en mayor medida JxCAT, pero también ERC, han realizado ya proclamas llamando a no acatar la sentencia que más que previsiblemente condenará a los responsables del referéndum ilegal de 2017 en Cataluña.

En su intervención en la Cámara Baja, Sánchez ofrecerá diálogo a los nacionalistas de cara a la formación de Gobierno y a la confirmación de los apoyos que necesita para ser investido esta mismo semana como presidente. A los constitucionalistas, por su parte, también ofrecerá ese diálogo, pero eso sí, después de que renuncien a escenas como la «foto de Colón» o a sus alianzas con la extrema derecha –así es como se refiere Sánchez cuando habla de VOX–. Porque, según el socialista, la actitud de los tres partidos de centroderecha tan sólo contribuye a fabricar una política de bloques que rompe la convivencia y el entendimiento.

Y es que, según Sánchez son esos bloques –en concreto el constitucionalista– el que alimenta al nacionalismo. Porque según el candidato a la Presidencia, con el diálogo y la política se puede reconducir a la Constitución a los nacionalistas. Sánchez se disfrazará, de este modo y en cierta manera, de José Luis Rodríguez Zapatero en el debate de investidura. Porque retomará aquel famoso discurso del «talante» como medio para decir que ‘los malos’ son los que respetan el marco constitucional sin ceder ante los nacionalistas y no aquellos que desafían la Carta Magna.

El aspirante a la Presidencia llamará, además, a la unión bajo un Gobierno “social” donde, afirmará, cabe todo el mundo. Y destacará, por otra parte, la necesidad de incrementar el gasto público para aumentar las prestaciones sociales, combatir las dificultades en la adquisición de vivienda, elevar los salarios de los trabajadores con los ingresos más bajos, aumentar el parque de vivienda pública, incrementar los índices de igualdad y reducir la brecha entre los ciudadanos con mayores recursos y los de menos.

También incidirá en el feminismo, la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, así como el avance en el reconocimiento de los derechos de colectivos como el LGTBI también figurarán en un discurso que persigue un claro objetivo: dar la sensación de que el suyo es el único Gobierno posible en entorno pacífico y de convivencia. Y que todo aquel que no lo respalde, se estará oponiendo de manera automática al progreso social.

El discurso está pensado para contentar a ERC y PNV por la parte separatista; para atraer a EH Bildu -sin invitarla expresamente- a reconducirse a esa gobernabilidad comprensiva, así como para confirmar el apoyo de Podemos por la parte de gasto público y medidas de corte social. Y, muy especialmente, para dar una imagen de que la derecha se opone al diálogo.

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