El Día Internacional de la Mujer a través de los ojos de 18 años de maltrato

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Especialistas hablando sobre la violencia de género y el Día de la Mujer.

Ana cree que el 8 de marzo es un día como otro cualquiera. No se considera una víctima a pesar de que ha sufrido 18 años de maltrato. No participará en ninguna manifestación feminista. No lo ha hecho nunca y cree que no lo hará jamás. Cree que no sirve de nada, ya que “la violencia sigue estando ahí”. No obstante, sí está dispuesta a hablar de su experiencia. Es su manera de ayudar a otras mujeres: mayores y jóvenes. Maltratadas en el pasado o en el presente. Ana fue víctima de vejaciones físicas y psicológicas. Cuatro años y medio después, aún le tiembla la voz al hablar de todo aquello: golpes en la cabeza, cuchillos en el cuello, acoso e intimidación constante, sin pausa. Su día a día se redujo al miedo.

Ana necesita tiempo para articular las palabras. Recuerda y habla despacio. Nosotros escuchamos.

Ana es la mayor de tres hermanos y madre de tres hijos. Con su primera pareja estuvo 10 años, su novio “de toda la vida”. Cree que casarse con él fue un error. Un matrimonio precipitado que vino por sus ganas de vivir la vida en pareja. Los malos tratos psicológicos no tardaron en llegar y se extendieron durante todo el matrimonio. Su marido acabó amenazándola de muerte con una escopeta: “No iba a ser ni la primera ni la última”. Le dio a elegir: seguir con él o acabar en un ataúd.

Pasó un año desde aquella relación. Divorciada y con dos hijos de su primer matrimonio, Ana conoció a otro hombre. La historia duraría ocho años y, aunque no lo podía ni imaginar al principio, los malos tratos se volvieron a apoderar de su vida. Su segundo marido la maltrató física y psicológicamente. Llegó a desabrocharse los cordones para insinuarle que llamara a la Policía: “Que me arresten si quieren, me da igual”. Fue sólo uno de los muchos desafíos que Ana padeció. Retos a vida o muerte que iban acompañados de golpes contra la pared en los que su cabeza era el primer elemento de choque.

Nunca pidió ayuda. Jamás dijo nada. Sólo el final de esta segunda relación destapó la verdad: “Mis hijos no se enteraban de nada”. Su segundo marido era habilidoso. Experto en artes marciales. Sabía cómo y dónde golpearla para no dejar rastro a pesar de que a veces llegó a dejarla sin respiración. Durante unas vacaciones en Lanzarote, la acusó de haber tocado su tablet. Era mentira, pero intentó incriminarla llamando incluso a la Policía. Él disfrutaba con ese tipo de maltratos psicológicos. Ese mismo día, se llevó el DNI del hijo que tenían en común. Ella se bloqueó, no supo qué hacer. Estaba tan hundida que ni siquiera lo denunció. Sólo quería que acabaran las vacaciones para poder volver a casa. Sin embargo, en su casa seguía tan atrapada como en cualquier otro lugar. Incluso más.

“Había fracasado una vez y era el miedo a un segundo fracaso, miedo a tener que decir ‘la he vuelto a fastidiar, me he equivocado otra vez’, y por eso seguía”. Nadie de su familia sabía lo que le pasaba, vivía una vida normal de cara a los demás, pero su hogar era peor que el infierno.

Cuatro años y medio después, aún tiene miedo a “ser señalada y estigmatizada”. Algo que según señala la psicóloga Natividad Hernández Claverie, de la Comisión de Malos Tratos, “cada vez se da menos, ya que se están introduciendo cambios de sensibilización pese a que durante mucho tiempo eso se mantenía oculto por vergüenza”. Parece estar hablando del caso de Ana aunque ambas mujeres no se conocen entre ellas.

Ana añade: “Yo nunca denuncié porque él me decía que sabía cómo funcionaba todo. Él había sido miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No me veía con ninguna opción”.

“Había fracasado una vez y era el miedo a un segundo fracaso, miedo a tener que decir la he vuelto a fastidiar, me he equivocado otra vez y por eso seguía”

La especialista Natividad Hernández Claverie confirma que “hay muchas mujeres que se asustan por la soledad, son cosas que en terapia se trabajan mucho. Prefieren estar mal acompañadas que estar solas”. Y abunda: “Quizás también es un problema de educación, parece que la mujer siempre se ha tenido que apoyar en la figura de un hombre para sentirse más completa”.

Víctima arrepentida

Uno de los comportamientos más repetidos en las relaciones dominadas por los malos tratos es el arrepentimiento de la víctima. Mujeres que sufren maltrato, los denuncian, pero después acaban retirando la denuncia. La psicóloga nos explica que se retiran por miedo, dependencia o por amenazas del propio maltratador.

Ana tampoco fue una excepción en ese sentido. Denunció a su marido, pero retiró la denuncia a pesar de que le había puesto un cuchillo en el cuello mientras le decía “te voy a matar”. Salió corriendo de casa, recogió a su hijo y puso la denuncia, pero no la mantuvo. De hecho, ni siquiera llegó a acudir al médico para que la examinara. Algo que los especialistas creen “fundamental” para asentar cualquier demanda.

Tras esos acontecimientos, Ana escribió a su hermano de forma desesperada, ya que no soportaba más la situación. Su marido vio el mensaje y fue a buscar a su cuñado. El hermano de Ana llamó a la Policía y el hombre fue detenido. A pesar de todo, Ana decidió no proseguir con la denuncia porque sabía que lo iban a mandar a la cárcel y no deseaba que “mis hijos tuvieran una tacha respecto a su padre”.

Sólo en 2017, fueron asesinadas 48 mujeres y ocho menores. Entre ellas, numerosos casos de denuncias que no prosperaron o que nunca se llegaron a poner.

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