Crisis en el PSOE por el triunfo de la moción: «Bueno para Pedro, malo para el partido»
El previsible triunfo de la moción de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy ha abierto una nueva crisis en el PSOE. La enésima desde que Sánchez llegó a la secretaría general. La iniciativa -que el líder socialista registró sin consultar con su Ejecutiva y saltándose también a las bases- genera una severa preocupación en una parte de la bancada. «Bien para Pedro, malo para el PSOE», resumió en privado un diputado, casi finalizada la primera sesión del debate en el Congreso.
El primer temor es cómo van a digerir los potenciales votantes el apoyo de los partidos independentistas, en la seguridad de que el PP lo utilizará como arsenal de campaña. La tibieza mostrada en ciertos momentos por Sánchez hacia PDeCAT y ERC, dos de los partidos que le avalarán en la moción, es censurada de puertas adentro por una parte no desdeñable del partido.
El dirigente socialista apuntó como una de las prioridades de su Gobierno reiniciar el diálogo con el Govern de Quim Torra y reivindicó también su concepto de España como «nación» en la que «hay territorios que se sienten también nación», y en la que todos ellos pueden «convivir» y «juntos garantizar la integridad territorial». Sí, matizó, dentro de la Constitución.
En su campaña para la Secretaría General del PSOE, el año pasado, Sánchez ya reveló sus principios territoriales y conceptos como el de «nación de naciones» o Estado «plurinacional». Una tesis que generó el rechazo de la mayoría de los barones. Ahora, en pleno apogeo y cerca de La Moncloa, el socialista recupera ese plan, atizando otra vez el rechazo interno. El pasado lunes, en la reunión extraordinaria del comité federal, Sánchez ya recibió la reprobación de los presidentes de Andalucía y Aragón, Susana Díaz y Javier Lambán. Ni «concesiones ni acuerdos» con los secesionistas, le advirtieron.
Llegar al Gobierno de la mano de estos partidos, y en vísperas de unos meses convulsos en Cataluña -toma de posesión del nuevo gobierno y proceso contra los dirigentes independentistas- tendrá, opinan los diputados consultados, un coste electoral inevitable.
«Nos hipoteca veinte años»
En el partido existen contradicciones entre la idea de que la moción de censura era necesaria para reafirmar la oposición a Rajoy, pero no a cualquier precio. Que, una vez presentada, ganarla era lo de menos. Incluso lo demás si se sumaba con el apoyo independentista. Y aunque en público, el partido cerró filas como nunca con su secretario general (un 81 por ciento del comité federal le avaló), en privado sí se censura que Sánchez y su moción «marcan definitivamente la historia del partido» y «su credibilidad». «Esto es pedrismo en estado puro», se queja un parlamentario, que hace un diagnóstico pesimista para el medio y largo plazo socialista: «Nos hipoteca veinte años».
«Esto es pedrismo en estado puro», se queja un parlamentario, que hace un diagnóstico pesimista para el medio y largo plazo socialista
La moción de censura de Sánchez sí recibió estos días el rechazo público de algunos de los dirigentes históricos del PSOE. «Había causa para una moción, pero no hay mayoría para gobernar y lo razonable es ir pronto a un proceso electoral, finales de septiembre u octubre», opinó el expresidente Felipe González.
Una idea que comparte Alfonso Guerra. «Seguramente se podrán poner de acuerdo en esa fórmula, una moción que dé lugar a un gobierno para disolver y convocar elecciones». Es decir, la misma fórmula que proponía Ciudadanos. Sánchez no aclaró sin embargo en su discurso cuándo piensa convocar esos comicios, que en ningún modo serán inmediatos. Antes, avanzó el candidato, formará un gobierno «socialista, paritario, europeísta, garante de la estabilidad presupuestaria y económica y cumplidor con sus deberes europeo».
Iglesias ya marca la presión
Otro de los motivos de inquietud es la relación con Podemos. El apoyo de Pablo Iglesias-que primero descartó condiciones y ahora se ofrece para un gobierno de coalición-genera recelos. El líder podemita empezó ya a marcar la presión sobre Sánchez en la intervención en el pleno, diseñándole la hoja de ruta al candidato. Un plan que empieza por un «reto», según Iglesias: «hace falta reconocer lo que usted reconoció en las primarias: que España es plurinacional. Usted hoy le va a pedir los votos a formaciones políticas independentistas, si usted quiere ser presidente de todos los españoles, no se puede conformar con ser el mal menor».
La moción marca todavía más las diferencias con Albert Rivera y complica la lucha por el disputado centro ideológico. El rifirafe entre ambos fue especialmente duro. Rivera llegó a aconsejar a los secesionistas que «aprovechen estos meses», con Sánchez en el Gobierno, para delinquir. Las tensas relaciones complican el horizonte para una futura investidura.