Independentismo en Cataluña

La «concordia» era esto: Puigdemont y Junqueras se reúnen en Waterloo para urdir su desafío a Sánchez

El independentismo busca cómo reagruparse tras el reencuentro de sus dos líderes

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Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

El reencuentro. Los dos grandes líderes del independentismo catalán, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, presidente y vicepresidente del Govern de la Generalitat que perpetró el golpe del 1-O, han vuelto a verse cara a cara 1.349 días después. Las condiciones legales de ambos (prófugo uno e inhabilitado el otro) han cambiado desde entonces y les obligan a ejercer su poder e influencia en la política catalana y nacional a través de personas interpuestas. También son muy distintas, y distantes, las relaciones personales entre ambos. Pero ninguno de estos factores son inconveniente para que sus partidos sigan gobernando Cataluña en coalición bajo un proyecto común: la ruptura con España.

La cita se ha celebrado en la mansión que el prófugo disfruta en Waterloo (Bélgica), adonde el líder de ERC ha llegado acompañado por la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell y los ex consellers Raül Romeva y Dolors Bassa, todos ellos indultados hace dos semanas por el Gobierno de España. En la residencia les esperaban, además de Puigdemont, el también ex conseller fugado Toni Comín y el rapero Valtonyc, condenado por enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas.

La intención inicial de Junqueras era que este encuentro se hubiera producido ayer en Estrasburgo, aprovechando que había pleno en el Parlamento Europeo, en el que Puigdemont es eurodiputado. Sin embargo, el líder de JxCAT renunció a participar en él para forzar a Junqueras a desplazarse a Waterloo, desde donde el prófugo mantiene el imaginario de una presidencia de la Generalitat en el exilio a través del denominado Consell per la República.

Y de ello se ha jactado el anfitrión poco después en las redes sociales, donde ha escrito: «Un honor inmenso reencontraros y compartir en la Casa de la República un rato tan agradable, emocionante y sobre todo tan esperado».

La imagen de Puigdemont y Junqueras cuatro años después era reclamada por gran parte del movimiento separatista, toda vez que ambos emprendieron un camino distinto tras la fallida declaración unilateral de independencia. El ex presidente emprendió una huida a Bélgica de la que sólo informó a su número dos con posterioridad, cuando Puigdemont ya había puesto pies en polvorosa. No volvieron a hablarse.

La cita en Waterloo debería servir como el primer paso para cicatrizar heridas y dar nuevo aliento a la parte de la sociedad catalana que les sigue en su propósitos de ruptura con España. «Ese encuentro haría feliz a mucha gente», reconoció hace unos días el ex conseller Jordi Turull, tras abandonar la cárcel con esta proclama: «Nuestro compromiso con lo que empezamos el 1-O no es parcial, ni reversible, ni condicionado».

Este miércoles, el hombre de paja de Junqueras al frente de la Generalitat, Pere Aragonés, ha recordado a Sánchez la factura del apoyo de ERC a su Gobierno. «El referéndum de autodeterminación es inevitable», ha afirmado durante el pleno del Parlament.

La cita de Waterloo ha dejado un gesto pretendido por Puigdemont y que Junqueras se temía. Cuando ha llegado hasta la casa, el líder de ERC ha subido la escalinata de la residencia sin que el ex presidente haya salido a recibirle. Minutos después el inquilino de Waterloo ha escenificado el reencuentro con una foto de familia entre ambas delegaciones, aunque los dos líderes del independentismo catalán han evitado la comparecencia conjunta ante los medios de comunicación

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