BENEDICTO XVI

Celaá, embajadora ante la Santa Sede, rompe el luto por Benedicto XVI vestida de blanco

Isabel Celaá Benedicto XVI
Isabel Celaá, de morado y blanco, en el centro de la foto de la delegación española.
Pelayo Barro

Entre la delegación española que ha acudido este jueves al Vaticano para el funeral por el Papa emérito Benedicto XVI hubo una nota discordante. La ex ministra de Cultura y actual embajadora ante la Santa Sede, Isabel Celaá, ha roto el luto que rige en este tipo de situaciones. Celaá protagonizó la recepción a la delegación española vestida con una chaqueta morada y un pantalón blanco, y luego acudió con el resto de los representantes españoles a la capilla ardiente del Papa emérito con un abrigo marrón.

Las imágenes de la recepción de Celaá a la Reina emérita Doña Sofía y al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, muestran a la ex ministra como la única representante española -incluidos los obispos y cardenales españoles allí presentes- que no vestía etiqueta de color negro. La que las normas protocolarias más elementales dictan para este tipo de escenarios y situaciones.

«Sigo sin entender este atuendo tan poco apropiado de la embajadora de España ante Santa Sede en esta imagen y siendo sobradamente conocido por todos el contexto de la misma», ha explicado la experta en protocolo Diana Rubio al analizar las fotografías de la delegación española.

La fotografía de Celaá con el pantalón blanco y la chaqueta morada, rompiendo el luto por Benedicto XVI, fue tomada en la embajada española ante la Santa Sede. Sin embargo, y pese a que la ex ministra ha cambiado su atuendo para acompañar a la Reina emérita y a Bolaños a visitar la capilla ardiente del Papa emérito, tampoco dio con la tecla. Esta vez, escogió un abrigo tipo borreguito color camel para llevarlo sobre su vestimenta, otorgando a las fotos panorámicas una nota de color entre el predominante negro que vestía a todas las delegaciones internacionales presentes en la cita. «Inapropiada para el momento», según la experta en etiqueta Diana Rubio.

Isabel Celáa, en segunda fila.
Isabel Celaá, en segunda fila.

Funeral

En una ceremonia sencilla y sobria, por expreso deseo del Papa emérito, miles de personas han despedido hoy en Roma a la figura de Benedicto XVI. Se trata del único Papa que ha muerto apartado del poder, ya que renunció al papado en el año 2013. Con su adiós se cierra una etapa de convivencia atípica entre dos pontífices en el Vaticano. Pese a ese retiro, su legado ha hecho que autoridades y personalidades de todo el mundo viajasen hoy hasta la capital italiana para darle un último adiós.

El actual Papa Francisco, que pese a sus problemas de salud ha presidido el funeral, ha reivindicado la «búsqueda apasionada» de Benedicto XVI por comunicar el Evangelio y ha instado a la Iglesia a «seguir sus huellas». No es la primera vez que un Papa participa en el funeral de otro; en 1802, Pío VII recibió los restos mortales de Pío VI, fallecido en el exilio en Francia en 1799 y asistió a la solemne misa funeral en San Pedro.

Ante el altar, este miércoles, estaba situado el féretro de ciprés que contiene los restos mortales del Papa alemán, con algunos objetos personales de su pontificado, y las primeras filas estaban ocupadas por la que fue su familia durante los últimos años- su secretario, Georg Gänswein y las consagradas de la Memores Domini que se han dedicado a su servicio.

«También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida», ha señalado el Pontífice en la homilía de la misa que ha reunido a 120 cardenales, cerca de 400 obispos y casi 4.000 sacerdotes, además de representantes de una veintena de Estados. En el caso del español la Reina Sofía y el ministro Félix Bolaños.

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