Caso CDR

Los CDR prepararon sabotajes para frenar el traslado de los golpistas desde la cárcel al Supremo

CDR
Imágenes tomadas por uno de los imputados del acceso a la prisión de Lledoners (Barcelona).
Pelayo Barro

Los CDR detenidos por presuntos delitos de terrorismo y rebelión en el marco de la ‘Operación Judas’ tenían una obsesión: evitar que Oriol Junqueras y los presos golpistas del 1-O fuesen trasladados desde la prisión de Lledoners (Barcelona) a Madrid para el inicio del juicio del procés. Para ello, diseñaron y planificaron una serie de sabotajes que incluían desde derramar aceite en las vías de acceso hasta provocar un derrumbe que impidiese la salida de los vehículos de la Guardia Civil.

Noche del 31 de enero de 2018. Varios grupos de personas acuden a la zona circundante del Centro Penitenciario de Lledoners. En unas horas está prevista la llegada de los vehículos oficiales que trasladarán a los siete presos varones del procés hacia Madrid. Pasadas las diez de la noche, el teléfono de Xavier Duch -uno de los CDR imputados por terrorismo- recibe una llamada. Es uno de los informantes que tiene sobre el terreno, al que ha pedido explícitamente que acuda para describir la situación. Hay problemas, los Mossos ya han cortado los accesos. Duch le responde que no hay problema, que a las dos de la madrugada es cuando «empezará a haber cosas».

Ninguno de los dos lo sabía, pero dos agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil estaban interceptando la llamada en ese mismo momento. Al igual que en las semanas previas, los investigadores anotaron y siguieron todos los pasos que fueron dando los CDR detenidos en la ‘Operación Judas’ con el objetivo de impedir el traslado de los presos. Semanas de intensos preparativos en los que se puso sobre la mesa y se discutieron numerosas formas de sabotaje para que Oriol Junqueras y el resto de los presos nunca llegasen a Madrid y no se sentasen frente al Tribunal Supremo.

Fueron cuatro, de los 9 CDR detenidos en total, quienes más se involucraron en estos planes. Se trataba de Xavier Duch, Eduardo Garzón, David Budria y Jordi Ros. Se coordinaban a través de un grupo secreto de mensajería que habían denominado ‘Ball de Bastons’. Ahí discutían técnicas, compartían conocimientos y planificaban reconocimientos sobre el terreno. Todo debía estar listo para ese ‘Día D’.

Aceite en la carretera

Aquella madrugada del 1 de febrero, un grupo de personas consiguió cortar el tráfico de la carretera C-55 que daba acceso a Lledoners. Según el informe de los bomberos, la sustancia que estaba presente en la vía y que unos individuos habían lanzado de madrugada era una mezcla de aceite y material inflamable. Retrasaron durante horas la llegada de la comitiva, pero finalmente los presos abandonaron la prisión.

Por aquella acción fue detenido uno de los ahora encausados, Eduardo Garzón. Se le acusó de delitos de robo con fuerza en las cosas, lesiones, grave riesgo para circular, atentado contra la Autoridad y desórdenes públicos. Esa acción fue la única que terminaron llevando a cabo los CDR aquella noche. Pero no fue la única que se propusieron.

Provocar un derrumbe

Uno de los planes más sorprendentes que detallan los informes de la Guardia Civil incorporados recientemente a la causa de la Audiencia Nacional consistió en provocar un derrumbe. Un corrimiento de tierras en una zona aledaña a la vía de acceso de Lledoners que provocara la caída de un talud de tierra e inutilizara la carretera. El ideólogo de la acción era Jordi Ros.

Días antes, el propio Ros había acudido en persona a fotografiar los accesos de Lledoners y a reconocer el terreno. Faltaban 15 días para el traslado de los golpistas. Lo que sigue es una conversación a través de la aplicación de mensajería encriptada Signal entre Ros y otro de los colaboradores del grupo.

ROS: Tengo una idea para el talud, hacerlo caer.

J.V.A: Explica.

R: Sin explosión, sin exponer a nadie. Sólo necesito saber la temperatura de madrugada. El talud es muy arcilloso, lo vi. Necesitamos botellas de agua de litro y medio, llenarlas de agua y enterrarlas, cuado el agua se congele el hielo se expande y el talud cae. Necesito que alguien de Manresa ponga un termómetro esta noche en el suelo

Días más tarde, en las mismas comunicaciones, dan por finiquitado el plan: la temperatura nocturna de ese talud, medida por una persona que se acercó específicamente a ello, es de tres grados. «Mierda, si no hiela no funciona». El grupo propondría el uso de una alternativa, un gel de fácil congelación, pero terminaría desechándolo.

Clavos y lanzacohetes

Además, los investigadores de la Guardia Civil también detectaron la fabricación de trípodes de clavos para ser lanzados a la vía de acceso, de forma que inutilizasen los neumáticos de los vehículos policiales.

Otro de los frentes fue la fabricación de un «lanzacohetes» casero, por parte del imputado Jordi Ros, del que vacilaba en los chats encriptados con otros CDR. «Ya tengo el lanzacohetes listo. ¿Lo quieres ver?», le dijo a uno de sus colaboradores antes de enviarle la siguiente fotografía:

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