Carmena culmina su mamarrachada: el rey Baltasar era la reina Baltasara
Las carmenadas se han convertido en un fenómeno social en sí mismas. Tanto que incluso trascienden las épocas y tradiciones más longevas. Entre carrozas, caramelos y niños extasiados ante la ilusión de encontrarse con Sus Majestades de Oriente, los madrileños han asistido durante la noche del 5 de enero a la transmutación de una de las historias más conocidas del mundo occidental. Desde este año, donde antes había Rey ahora hay una Reina o, lo que es lo mismo, Baltasar ya no es Baltasar, se ha convertido en ‘Baltasara’. Un requiebro del lenguaje para nombrar adecuadamente la última ocurrencia de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid y rediseñadora de la Historia.
Ahora que los Reyes Magos también pueden ser Reinas, los ciudadanos tendrán que poner una «a» al final de cada uno de sus nombres para no equivocar el destinatario —destinataria, perdón— de la carta. Gaspar es ‘Gaspara’ y Melchor, por supuesto, ‘Melchora’. El caso es innovar aunque sea a base de reescribir una tradición que adquiere un nuevo nivel en el Madrid carménico, lugar donde cualquier cosa puede acabar siendo justamente la contraria y viceversa: tráfico, predicciones de contaminación o, como en vísperas del 6 de enero, los primeros adoradores del niño Dios… O niña, depende de lo que decidan Carmena y compañía de cara al próximo año. Una cabalgata que ha contado en esta edición con un presupuesto de 735.000 euros, de los cuales 535.000 han salido del bolsillo de todos los madrileños y 200.000 de los patrocinadores.
El invento histórico que ha tenido lugar en Madrid, financiado en gran medida por las arcas públicas, nació en las comisiones preparatorias de los eventos en los respectivos distritos. La apoteosis en este cambio de identidad real y mágica ha venido de la mano de Annely Matos, la ‘Baltasara’ de la cabalgata del barrio de Ciudad Lineal. No obstante, no ha sido el único volantazo de sexo que ha dado el Ayuntamiento de Madrid. Los vecinos de San Blas han visto como desfilaba por sus calles una ‘Gaspara’ llamada en realidad Daniela Lillo, quien ha puesto su rostro femenino bajo la poblada barba —postiza— del monarca y ha ofrecido regalos y parabienes a unos niños que se han quedado un poco desconcertados ante la mujer-Rey-Reina-Maga-Mago de esta noche.
No obstante, no es de extrañar este derroche de originalidad y snobismo si tenemos en cuanta que el equipo de Carmena lo completan ínclitos de la creatividad conocidos por todos como Rita Maestre o Guillermo Zapata. Si estas cabalgatas, que recorren diferentes distritos en distintos días, ya tienen algo de especial en sí mismas por no celebrarse todas el día 5 de enero, este año han alcanzado su cenit bajo la dirección de tan vanguardistas mentes pensantes, que han vuelto a conseguir lo que tan bien se les da: hacer de Madrid el motivo de hilaridad de toda España. Bares, plazas y redes sociales convierten a estas horas en trending nacional esta última entrega de las inagotables carmenadas.
Lamentablemente, no todo ha sido diversión al respecto de la última ocurrencia de Manuela Carmena y sus compañeros. La cabalgata de los Reyes Magos en Madrid, el día más emocionante para miles de menores, no ha resultado feliz para los 800 alumnos de un colegio católico de Carabanchel a los que el Consistorio ha vetado su presencia en esta fiesta. Los representantes municipales no han tenido tiempo de solucionar un conflicto que ha puesto en entredicho la alegría de todo un barrio y, lo que es más grave e importante, la ilusión de cientos de escolares. Debe ser que cambiar nombre y sexo a quienes lo llevaron durante más de 2.000 años quita demasiado tiempo como para ocuparse de los asuntos realmente importantes. En esta celebración: los niños.
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