El separatismo aprovecha la efeméride del fusilamiento de Companys para elevar la presión sobre los jueces
Momentos antes de declarar este jueves ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) imputado por un delito de desobediencia, Artur Mas ha acudido a Montjuïc junto a la alcaldesa Ada Colau y la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, para homenajear al expresidente catalán Lluís Companys, fusilado el 15 de octubre de 1940.
La ofrenda, cargada de simbolismo cada año, tenía aún más carga este 2015 al cumplirse la fecha redonda de 75 años pero muy especialmente por el destino de Mas una vez abandonaba el acto. El separatismo aprovecha la efeméride para vestir la causa del 9-N como una persecución o ataque contra los catalanes.
«A Companys le fusilaron por defender los derechos y libertades. Aún hay quien ni tan solo lo ha condenado y pedido perdón, aunque la historia demuestra la ignominia de ese y todos los fusilamientos. Seguiremos tozudamente alzados reivindicando de manera pacífica y democrática que estos derechos y libertades sean reconocidos y respetados», ha declarado Raül Romeva, número uno de Junts pel Sí.
Oriol Junqueras, también presente, ha llamado a utilizar «la oportunidad histórica» que a su parecer se les ha presentado y ha parafraseado a Companys al decir «en el mundo hay muchas causas de justicia pero Cataluña solo nos tiene a nosotros».
De fondo, como estos días atrás, concentraciones en las calles y las puertas del TSJC (alrededor de 400 alcaldes lo han arropado hasta la entrada) contra la imputación de los tres dirigentes, presionando a quienes han de determinar si cometieron un delito.
Para cerrar el día, Mas encabeza por la tarde el acto institucional en memoria de las víctimas de la Guerra Civil y de la represión franquista en el que, como en el de la mañana y a lo largo de todo el jueves, el president pretende mostrar un músculo que, a tenor de las urnas, es manifiestamente insuficiente.