La «falta de sintonía» entre Rivera y Arrimadas va más allá de las polémicas secesionistas

Albert Rivera e Inés Arrimadas - ERC
Albert Rivera e Inés Arrimadas. (Foto: AFP)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Albert Rivera tardó una semana en responder a la polémica por las declaraciones de su líder en Cataluña, Inés Arrimadas, sobre su participación en un eventual referéndum “legal y con validez”. Esa afirmación incendió el partido e impactó en la ya compleja relación que mantiene la actual dirección con el grupo de fundadores.

Pero solo este lunes, y a preguntas de la prensa, el presidente de Ciudadanos rompió el silencio de los últimos días para zanjar polémicas “que no existen”, dijo. Más allá, defendió que Arrimadas a lo que se refería era a un referéndum “constitucional” y, por tanto, en el que todos los españoles tuviesen voto.

En medios internos, ese silencio se ha interpretado como paradigmático de la relación que mantienen ambos dirigentes. Hace tiempo que la “falta de sintonía” personal entre ellos dejó de ser un rumor para traspasar  puertas hacia afuera.

En ello coinciden fuentes de la formación y de su oposición en el Parlament. En medios del partido se señala que ambos guardan las formas en aras de la unidad, pero se delatan en gestos, como las distancias que guardan en numerosas apariciones públicas- la última, este mismo lunes, en la rueda de prensa habitual tras la Ejecutiva-o las pocas ocasiones que se les ve compartir más allá de la vida de partido.

Hay quienes en ese desapego ven incluso una estrategia de la propia Arrimadas para reforzarse como líder de la oposición en Cataluña y marcar su territorio frente al liderazgo personalista de Rivera. Aunque según las últimas encuestas la previsión de voto del partido en esa comunidad se haya desinflado sobre el 27-S, la dirigente sigue bien posicionada y ha consolidado con creces su posición de lideresa ‘novata’, en el buen sentido de la palabra. Desde que, tras apenas cinco años de vida política el líder ‘naranja’ la aupase como su relevo en Cataluña, Arrimadas ha sabido curtirse sacudiendo cada miércoles a los de Puigdemont en el Parlament, y, más allá de la consabida rivalidad entre los grupos, mantiene buena sintonía con el resto de los portavoces.

Al mismo tiempo, su popularidad cotiza al alza. Arrimadas es una de las dirigentes mejor valoradas dentro del partido y se ha convertido en una de las caras más demandadas en la escena mediática, seguramente solo por detrás de Rivera.

Esa táctica genera recelos, y no faltan quienes abonan la teoría de que la dirigente catalana prepara en realidad el camino para saltar de la órbita del líder ‘naranja’, en el medio o largo plazo. O más aún, para acabar en el proyecto de su marido, Xavier Cima, un convergente desencantado con el viraje independentista de Artur Mas y promotor del movimiento Lliures, en el que se propone una vuelta a la antigua CDC. Ese escenario se alimenta con polémicas como la del referéndum, incluso, con que su boda fuese tratada como un acontecimiento social por buena parte de la prensa.  Otros, escépticos, no le dan más pábulo: “Una locura”, dicen, argumentando después que para la dirigente catalana sería muy complicado deshacerse de la estela de Rivera.

Ello implicaría además que Arrimadas se alejase de la cerrada defensa de la españolidad que el partido suscribió en su fundación para construirse como alternativa compleja capaz de seducir a quienes ahora entroncan con el secesionismo.

En el partido se admite haber dejado de lado su discurso feroz contra los independentistas, sí, pero porque el propio día a día político así lo requiere. No es lo mismo el mitin de campaña, sostienen, que la actividad diaria en el Parlament.

Con Arrimadas, Rivera coincide en acusar al PP de incendiar acusando a su líder catalana de dar voz al independentismo y niega que el mensaje se haya ablandado.

Es más, el propio Rivera avala el nuevo tono, incluso admite fijarse en él para armar el discurso en comunidades ‘hostiles’, como Galicia o País Vasco, donde al partido se le resiste la presencia parlamentaria. De hecho, hace unas semanas, el líder centrista encargó a sus colaboradores revisar las claves de los discursos de Arrimadas para el 27-S, con vistas al congreso que el partido celebrará el próximo mes de febrero.

 

 

 

 

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