El PP quiere reenfocar la legislatura con el PSOE porque «C’s no es de fiar»
La ‘traición’ en la votación para derogar la reforma laboral ha llevado al PP a replantearse su relación futura con Ciudadanos.
La abstención del partido de Rivera permitió que, este martes, el Congreso sacase adelante una proposición no de ley, presentada por el PSOE, para impulsar la derogación de esa reforma. El apoyo de la formación naranja resultó esencial, y sentó como un jarro de agua fría en el PP, desde cuyas filas no se dudó en calificar de «auténtica decepción» la actitud de Ciudadanos: esa misma mañana, aseguran, les habían prometido que votarían en contra.
Las explicaciones de Rivera, animando a ser «más ambiciosos» y a abrir un «espacio de debate» enervaron más si cabe a los populares.
De hecho, en el acuerdo que ambos partidos suscribieron en agosto no figura en ningún caso la palabra “derogar”, que Mariano Rajoy rechaza con vehemencia. Pero el presidente nunca se ha cerrado a negociar para buscar mejoras, y así se lo ha hecho saber en numerosas ocasiones a Ciudadanos. Eso sí, en ningún caso está dispuesto a aceptar una enmienda a la totalidad a una de sus medidas estrella y que, presume, ha permitido crear «medio millón de empleos en el último año».
Aunque la votación no tiene efectos reales, ha servido al PP para tomar nota de cara a fijar sus prioridades. Y no hay dudas: en las negociaciones se buscará el apoyo preferente del PSOE porque los de Rivera “no son de fiar”.
Objetivo: el apoyo del PSOE a los PGE
Si la negociación del techo de gasto evidenció ya la nula sintonía con Ciudadanos, y la sorprendente cordialidad con el PSOE, los Presupuestos avanzan un escenario muy similar. El PP no escatimará esfuerzos para atraerse a los socialistas. Una tarea ardua y que requiere de una compleja negociación, enmienda a enmienda, pero que confían sortear con éxito pese a la inicial negativa de Ferraz. De hecho, las negociaciones para acordar el techo de gasto y las primeras medidas fiscales han dado esperanzas al Gobierno. “Las relaciones con muy cordiales”, aseguraron a este diario fuentes presentes en esas conversaciones.
Tanto desde Génova como desde la Gestora se declaran satisfechos por los últimos acuerdos en materia económica, que al Gobierno le permitirán, por un lado, cumplir con los compromisos pactados con Bruselas en materia de déficit público y lograr aprobar los Presupuestos sin que Ciudadanos sea el aliado preferente.
Tampoco es ya secreto que la relación con los socialistas ha dado un giro desde la marcha de Pedro Sánchez, y que ese giro se consolida. Entre el actual presidente de la gestora, Javier Fernández, y Mariano Rajoy hay buena sintonía. Ambos hablan con frecuencia, se entienden y hay complicidad, en primer lugar, por razones generacionales. Con Rivera, en cambio, las relaciones personales nunca han sido fluidas, como tampoco entre las direcciones de sus respectivos partidos.
Grandes acuerdos de Estado
Ganarse al PSOE confirmaría el escenario preferido por Rajoy. El presidente siempre ha insistido en que su deseo es consensuar con los socialistas algunas de las grandes cuestiones de Estado. Además de los Presupuestos, claro está, otros asuntos, como un gran pacto Educativo, contra la violencia de género o la misma financiación autonómica. Al PSOE, por su parte, le permite reafirmarse en el liderazgo de la oposición, hoy amenazado por Unidos Podemos.
En su lugar, en Ciudadanos no se oculta el malestar por el ‘ninguneo’ que vienen constatando desde semanas. A los de Rivera ya les queda clara la escasa disposición del Ejecutivo para llevar a cabo algunas de las condiciones suscritas en el acuerdo de investidura, como es el caso de la recuperación del dinero de la amnistía fiscal.
Hacienda no tiene pensado mover un dedo para obligar a los amnistiados a devolver esa cantidad que se les reclama. Y si Montoro anunció hace unos días que la amnistía no prescribe fue más para templar a los socios que por una intención real de culminar ese punto del acuerdo.
En Ciudadanos lo asumen. “El tiempo ya corre en contra”, dicen desde la formación. Ello, además de las dudas jurídicas que harían la medida inconstitucional, llevan a la formación a asumir que la propuesta caerá en saco roto. Como también, por lo que parece, sus relaciones con el PP.