Entrevista a Valentina Lara, fundadora de Lemotbulle

«Somos una anticompañía que alude a la parte más humana, que incita a convertirse en poesía»

«Somos una anticompañía que alude a la parte más humana, que incita a convertirse en poesía»
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Valentina nació En Colombia y se crió en la ciudad de Cali. Su pasión por la lectura y la poesía le llevó a estudiar periodismo aunque plantó “su primer pino” con doce años tras la publicación de su primer libro. Trabajó en varios medios de comunicación y en el Ministerio de Cultura de Colombia. El amor le hizo viajar a unos cuantos kilómetros de su casa y aterrizó en Madrid en 2011 de la mano de su marido.

La publicación de su primer libro en España despertó sus ganas de emprender. “Lemotbulle recogía textos que había escrito desde 2007 en Colombia. Llevaba varios años trabajando en sectores alejados de la cultura y la publicación del libro me dio el impulso para decidir hacer de la poesía mi oficio y empecé a buscar la manera de materializarlo”.

El nombre de su libro es la razón de ser de su empresa, que comenzó siendo un blog. “Era consciente de que la poesía no tenía mucha demanda, así que me planteé cambiar la forma tradicional de “consumirla”, de actualizar el concepto de la poesía para que fuera algo que se integrara con la vida cotidiana, una poesía con la que se pudiera jugar, interactuar, dosificar según las necesidades como una medicina”, cuenta a OKDIARIO.

Apostó todo a las palabras, dice, y ahora, lidera la gestión y producción de diferentes inventos poéticos. Tras suprimir el formato tradicional, empezó a experimentar con diferentes recipientes: “establecí un uso y unas contraindicaciones para cada bote, una medida justa, dosificamos la poesía, solución día, la solución noche, las dosis de emergencias; elaboramos plantillas de corte, seleccionamos textos según la intención”.

Las ‘dosis’ de poesía que vende son todas escritas por Lemotbulle, es decir, por Valentina. Los vende a través de su página web y en diferentes tiendas en Bilbao, Vitoria, Granada, Valladolid y Madrid y además en algunas librerías.

Después de años, ha conseguido vivir de estas terapias poéticas. Desde que se fundó, ha conseguido poner en circulación en los últimos tres años 90.000 dosis de poesía, lo que equivale a 6.000 botes de nuestras terapias. “Estas cifras nos llenan de felicidad, dan cuenta del alcance que hemos tenido y nos llenan de impulso para continuar con nuestro objetivo: invadir el mundo de poesía”.

Además de las terapias poéticas, explica, “Lemotbulle es muchas más cosas”. “Aunque lo que más llama la atención son los botes de poesía, estamos llenos de inventos; libretas con versos, libros de los deseos y de la inspiración, kits para un naufragio, bolsas de tela, chapas, calendarios y libros de poesía”.

No se consideran una empresa tradicional. “Somos mejor una anticompañía que apuesta por aquello que realmente siente y cree. Somos una empresa que alude a la parte más humana, que incita a consumir momentos, a convertirse en poesía. Tenemos un papel muy importante, o mejor, tenemos muchos papeles llenos de poesía que invaden este universo tan grande de consumo sin sentido, que recuerda que no todo se compra, que muchas veces también es necesario inspirar desde nuestras palabras”.

Su día a día en el trabajo es diferente a lo que todos puedan imaginar. “Reparto el tiempo entre la creación de nuevos inventos, la producción de estos y la divulgación o promoción; planificando eventos y ferias. Pero lo realmente importante del día es el momento de creación, la meta es escribir todos los días, así empieza mi día de trabajo: escribiendo poesía”.

Precisamente es la poesía lo que da vida a su compañía. “Podemos sentirnos totalmente orgullosos de lo que hacemos porque lo hacemos estrictamente pensando en la poesía”. Vivir de ello ha sido un auténtico reto para ella y ha sido “el muro más alto a derribar porque ser poeta y vivir de la poesía es el reto profesional más grande a superar todos los días”.

Lemotbulle no sólo le ha servido para vivir de lo que más le apasiona, sino para demostrar que “las diferencias entre hombres y mujeres, entre nacionalidades, colores e idiomas, están fuera del margen. No quiero seguir alimentando ideas tradicionales de roles. Creo que el panorama ha cambiado mucho, las mujeres cada vez tenemos más claro lo que queremos y necesitamos, y estamos hombro a hombro haciendo nuestro trabajo al igual que los demás, construyendo una realidad desde la diversidad de los individuos, mirando el futuro con otras convicciones. Un futuro que estará como no, lleno de poesía”.

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