Sánchez hace permanente el impuesto energético aunque el sector ya supone el 6% de la recaudación
Pedro Sánchez envía un borrador a Bruselas diciendo que hará permanente el año que viene el impuesto a energéticas, cuando el sector ya aporta más de 16.000 millones de euros a la recaudación total de Hacienda por impuestos. Un 6% de la recaudación de impuestos en España se debe a este sector, que paga mucho más que el impuesto energético extraordinario. Pero sobre todo, cuando algo es un coste fijo para una empresa, lo acaba siendo para el contribuyente, que es quien termina pagando el sobrecoste.
El impuesto que era temporal y extraordinario en una situación concreta y que afectaba a las energéticas, será ahora permanente. Anda el Gobierno de Sánchez en negociaciones con los distintos actores del Congreso y, salvo que Junts decida oponerse, saldrá adelante.
Conflicto con ‘Sociedades’
La polémica servida por Sánchez y sus socios, si hacen permanente el impuesto, se la van a comer también en Bruselas, donde temen este tipo de movimientos. Consideran que las energéticas pueden terminar recurriendo -como los bancos harán- porque este impuesto, si deja de ser solidario, temporal y extraordinario, se parece mucho al impuesto de Sociedades.
Por eso son partidarios, entre otras cosas, de que se suban impuestos si es necesario, pero que no lo hagan copiando o inventando nuevas figuras. En Francia han tumbado esa medida que pretendía convertir el impuesto energético en permanente, por la misma circunstancia, aunque todavía podrían incluir subidas impositivas al sector con los tipos que ya existen.
El problema es que subir un tipo sería general para todas las empresas, y solo se quiere recaudar más de bancos o del sector energético.
Lo cierto es que dentro de los socios, sólo queda por conocer la opinión de Junts, porque el PNV pretende imponer este impuesto energético para, después, pedir en la negociación del concierto económico su recaudación. Lo elimina en su comunidad y así atrae a las empresas del sector.
La circunstancia extraordinaria
El asunto crucial es que, según datos de la CNMC, las energéticas aportaron cerca de 15.000 millones a las arcas públicas en 2023, y este año esa cuantía será mayor. Sobre todo porque, para abaratar el coste de la energía, se había suprimido un impuesto especial del 7% sobre la producción de esa energía. Desde el tercer trimestre de 2021 hasta 2023 se había suspendido.
El llamado IVPEE grava un 7% el «coste de producción e incorporación de la energía» a la red y lo paga, básicamente, toda la generación en España. El impuesto se creó en un momento de necesidad tras la crisis de 2008, cuando hubo necesidad de reducir la deuda tarifaria. Pero como recaudaba bien, aunque esa deuda se pague de otra manera actualmente, se mantuvo el impuesto.
El problema para España es la complejidad del sistema de precios energéticos y sus tasas. Suponen la mitad del recibo mensual de los consumidores y, huelga decirlo, cuanto más se incrementen los impuestos que no paga directamente al contribuyente, más probable es que la energética traslade el coste, con otro concepto si es necesario, al consumidor final.
Igual que ocurre con las ayudas genéricas al precio de la vivienda, suponen una receta equivocada para resolver el problema. Pero en este caso generan ingreosos. Según los cálculos de Hacienda, este año las energéticas superarán el 6% de los ingresos totales recaudados por impuestos.
Cerca de 17.000 millones de euros entre los que hay que contar que se ha vuelto a poner el IVPEE y que el impuesto energético temporal y extraordinario recaudará 1.164 millones.
Portugal frente a España
El sistema es tan desigual, que Portugal se tuvo que inventar un impuesto para que, mientras España cobre ese 7% por la producción, ellos también lo cobren, porque en caso contrario se lo quedarían las empresas. Esto ocurre porque el sistema de precios es único en la península. Mismo precio del pool para España que para Portugal.
Cuando España no aplica el IVPEE, Portugal tampoco. Si España lo quiere recaudar, en Portugal se activa el Clawback, que tiene el objetivo de que los productores portugueses no recauden más de lo que deberían -ya que siempre que marca un precio marginal una planta española, tiene un sobreprecio-. Para que el consumidor portugués no pague más, ese Clawback es deducible en su parte, mientras que la empresa paga algo más del 4%. Así equilibran el impuesto que se inventó España y que, evidentemente, pagan en forma de sobreprecio los consumidores.
Si a esto le sumamos el IEE, el IVA y los peajes, el coste se dispara. Y eso empobrece al consumidor. España es el segundo país donde mayor porcentaje de renta se dedica al pago de la energía en Europa, sólo superado por Malta. Y a eso no le va a ayudar que un impuesto extraordinario y temporal se convierta en permanente. Lo creen en Bruselas, en París o en Oslo. Pero el Ejecutivo ha presentado una recaudación fiscal récord en sus previsiones de 2025. Y ahí el consumidor o el poder adquisitivo no son importantes.