Revolución laboral a la vista: esto es lo que podría pasar con tu horario a partir de ahora
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La semana laboral de 40 horas podría estar viviendo sus últimos días. Aunque el cambio no será inmediato, el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar hoy miércoles (tras el retraso de ayer debido al apagón histórico vivido en España el pasado lunes) el proyecto de ley que plantea reducir la jornada máxima a 37,5 horas semanales sin reducción de sueldo. Una modificación profunda que, de salir adelante, afectará a millones de trabajadores y a las dinámicas laborales tal como las conocemos hoy.
El Ministerio de Trabajo lleva meses negociando esta medida, que cuenta con el respaldo firme de los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT), pero no así de la patronal CEOE, que considera que esta reforma se está imponiendo sin un análisis económico riguroso. El contexto tampoco es casual: la aprobación llegará justo en la víspera del 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, una fecha cargada de simbolismo y movilización. Mientras la ministra Yolanda Díaz defiende que esta iniciativa beneficiará a más de 12 millones de personas, especialmente en sectores como la hostelería, el comercio o la agricultura, los empresarios avisan de que podría poner en jaque a las pymes y al empleo. El pulso entre Gobierno y patronal continúa, pero lo cierto es que el debate sobre cómo trabajamos (y cuánto) ha llegado al centro de la conversación pública.
Revolución laboral a la vista: esto es lo que podría pasar con tu horario
Aunque la reducción de jornada es la medida que más llama la atención, para el Ministerio de Trabajo lo verdaderamente transformador es el nuevo sistema de control horario. Esta herramienta deberá estar plenamente operativa seis meses después de la entrada en vigor de la ley y será clave para garantizar que las 37,5 horas no se queden en papel mojado.
Este registro será digital, interoperable y permitirá a la Inspección de Trabajo conocer en tiempo real el inicio y fin de la jornada de cada empleado. Para ello, el sistema tendrá que ser gestionado directamente por los propios trabajadores, sin intervención de la empresa, lo que pretende evitar fraudes o manipulaciones. Además, deberá conservarse durante al menos cuatro años y estar siempre disponible tanto para el trabajador como para los representantes sindicales.
Este cambio responde a una necesidad real: muchas personas siguen trabajando más horas de las que figuran en su contrato. A partir de ahora, se busca que el registro de la jornada sea objetivo, fiable y accesible, tres pilares que apuntan a una transformación profunda del modelo laboral, tanto en lo técnico como en lo cultural.
Multas millonarias para quien no cumpla
La nueva legislación también traerá consigo un endurecimiento de las sanciones. Hasta ahora, las empresas podían recibir multas globales por incumplimientos en materia de jornada laboral. Con la nueva ley, las sanciones serán individualizadas por trabajador y podrán alcanzar los 10.000 euros por persona afectada.
Esto implica que si una empresa incumple con diez empleados, podría enfrentarse a una sanción de hasta 100.000 euros. Las infracciones se dividirán en tres tramos: leve, medio y grave, con importes que oscilan entre los 1.000 y los 10.000 euros, según la gravedad y la reincidencia.
El mensaje es claro: el Gobierno quiere que la norma se cumpla, y para ello no solo propone cambios técnicos, sino que pone sobre la mesa una política sancionadora mucho más estricta.
Desconexión digital
Otra de las novedades que recoge el texto legal es el derecho a la desconexión digital. Esto significa que ningún empleado tendrá la obligación de responder correos, mensajes o llamadas de trabajo fuera de su horario laboral. Un derecho que, aunque ya figuraba en normativas anteriores, ahora se refuerza con carácter irrenunciable.
Este punto es especialmente relevante en una era marcada por el teletrabajo y la hiperconectividad. El siempre disponible que tantas veces se ha exigido de manera implícita, empieza a tener los días contados. Así y en la práctica, esto podría significar cambios en los hábitos de comunicación dentro de las empresas: nada de WhatsApps urgentes fuera de hora ni correos que esperan respuesta un domingo por la tarde. El trabajo debe tener un principio y un final claros, también cuando se hace desde casa.
Negociación parlamentaria
Una vez aprobado por el Consejo de Ministros, el proyecto de ley deberá superar otro gran escollo: el Congreso. Y aquí no hay garantías. Aunque el Gobierno cuenta con el apoyo de sus socios habituales, hay formaciones clave como Junts que podrían dificultar la aprobación definitiva. Desde la CEOE y Foment del Treball (su homóloga catalana), la presión para frenar la ley es notable.
La patronal insiste en que este cambio debería negociarse exclusivamente en el marco de los convenios colectivos y advierte de un posible impacto negativo en el empleo, especialmente en las pequeñas y medianas empresas. Frente a ello, los sindicatos han avisado de que “presionarán” a los grupos políticos para evitar que se modifique el texto acordado con el Ministerio de Trabajo.
La aprobación llega en un momento clave, justo antes del 1 de mayo, lo que no ha pasado desapercibido para nadie. Para algunos, se trata de una jugada política; para otros, de una reivindicación histórica. En cualquier caso, el debate se traslada ahora al Parlamento, donde cada voto cuenta y donde el resultado final aún está por escribirse.
Lo que podría cambiar en tu día a día
Si la ley se aprueba y entra en vigor como está prevista, el cambio más visible será el ajuste de los horarios. En lugar de trabajar ocho horas al día durante cinco días, muchas personas podrían ver cómo su jornada se reduce a siete horas y media sin perder salario. Para quienes trabajan en sectores como la hostelería, la agricultura o el comercio, donde los convenios son más laxos, esto podría suponer un cambio radical.
Además, las empresas tendrán que adaptar sus sistemas de registro horario, establecer protocolos de desconexión digital y revisar sus procesos internos. Los departamentos de Recursos Humanos tendrán unos meses intensos, ya que los convenios colectivos tendrán hasta el 31 de diciembre para adaptarse a la nueva normativa.