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Redes sociales, cocaína conductual

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Las recientes declaraciones de la ministra de Comunicaciones y Deporte del Gobierno laborista de Australia, Anika Wells, la mujer más joven elegida en el parlamento nacional en su día, han calificado a las redes sociales como un tipo de «cocaína conductual» tal y como lo habían definido los creadores de los algoritmos depredadores. La adición de los adolescentes no ha sido un fallo, realmente era un proyecto de futuro donde las empresas han monetizado el tiempo libre de los niños, sacando partido de nuestros hijos, que es la parte de una población más vulnerable.

Se trata de una metáfora impactante y muy provocadora que señala a las redes sociales como un purgatorio donde las plataformas usan los algoritmos para multiplicar la naturaleza adictiva de las mismas. En muchos casos, estas redes sociales se transforman en las causantes de la destrucción de las relaciones humanas, valores de convivencia, tiempos de lectura y de juego, así como de déficits de formación y aprendizaje de aquellos jóvenes que pasan diariamente, horas y horas en ellas, disfrutando de su existencia virtual en mundos paralelos. 

La comparación con una droga dura, resalta el diseño intencional de los algoritmos que fomentan el consumo compulsivo y la polarización adictiva, humanizando el debate al señalar el sufrimiento real de los menores. Una retórica extrema y controvertida, que ha generado un amplio eco mediático y ha impulsado la aprobación de la «Ley de Protección Infantil en Línea», posicionando al continente australiano como pionero en la efectiva protección digital infantil.

Anika Wells, incluso ha establecido la posibilidad de que se produzca cierto «síndrome de abstinencia», una crisis conductual de agitación, en aquellos menores de 16 años afectados por la medida, una vez ha entrado en vigor la prohibición el pasado día 10 de diciembre de 2025, produciendo cuadros médicos de irritabilidad, ansiedad y aislamiento social. 

Esta advertencia lejos de ser alarmista, se anuncia como una posibilidad real en los estudios que vinculan un excesivo uso de las redes sociales, con patrones de dependencia química en el cerebro. Algunos críticos argumentan que se podría subestimar la resiliencia de los jóvenes o ignorar el papel positivo de las redes sociales en la actual tipología de conexión social, estableciendo un debate equilibrado sobre cómo mitigar los efectos negativos sin demonizar las ventajas del uso precoz de la tecnología entre millones de jóvenes en el mundo, aunque es cierto que la autorregulación del sector ha fracasado.

Los datos sobre la adicción a las redes sociales en menores de 16 años son alarmantes y respaldan la urgencia de intervenciones como la puesta en vigor en Australia. Según encuestas recientes, alrededor del 40% de los niños entre 8 y 12 años ya usan plataformas sociales, a pesar de estar teóricamente prohibidas antes de cumplir los 13 años en la mayoría de las circunscripciones. Entre los adolescentes de 11 a 15 años, el 70% posee ya cuentas, con TikTok, YouTube e Instagram como las más populares. En el caso de las niñas, las aplicaciones de mayor uso son Snapchat e Instagram.

Las estadísticas globales indican que el 24,4% de los adolescentes son verdaderos adictos a las redes, con un impacto directo en la salud mental, el 41% de los usuarios enganchados califica su bienestar emocional como pobre o muy pobre. 

En los EEUU, se estima que al menos 33 millones de personas son adictas, con el 40% concentrado en el grupo de 18 a 22 años, una tendencia que se extiende a los menores. Además, el 48% de los adolescentes percibe un efecto mayoritariamente negativo en los componentes de su propia generación, con un aumento del 32% desde el año 2022 tras la pandemia del Covid-19.

La recién estrenada normativa australiana, es un hito mundial al prohibir expresamente y de una manera estricta el acceso a las redes sociales para los menores de 16 años a partir del 10 de diciembre de 2025. El mercado de redes sociales de Australia según Reuters generó unos 6000 millones de dólares americanos en 2025, donde están presentes 1,5 millones de usuarios adolescentes que generarían unos 1.000 millones de dólares americanos. 

La Universidad de Harvard en base a tiempo de uso y datos de engagement, estimó en 2022 en 11.000 millones de dólares en ingresos publicitarios de usuarios menores de 18 años, de los que 2.100 eran de menores de 12 años. Instagram anotó 4.000 millones, TikTok 2000 millones y YouTube 1.200 millones.

Obligaciones de las redes sociales

Se obliga a las plataformas de las redes sociales más conocidas, TikTok, Instagram, Facebook, Snapchat, YouTube, X y Reddit a desactivar las cuentas existentes de los menores y a bloquear las nuevas, verificando las edades mediante la utilización de métodos como el análisis de documentos oficiales que garanticen la edad del usuario o de la biometría.

Entre los puntos clave de la normativa destacan las multas de hasta 28 millones de euros para aquellas empresas que no cumplan, así como la obligación de eliminar más de una estimación de un millón de cuentas de menores en función del análisis de los metadatos y de la información ya disponible. La ley aprobada, no afecta ni a los juegos, ni a los servicios de mensajería, pero exige una mayor transparencia en los algoritmos y la eliminación del contenido dañino, con un enfoque en la «cocaína conductual» para romper los ciclos de adicción.

En la Unión Europea, se está legislando algo similar, impulsado por una resolución no vinculante del Parlamento Europeo aprobada muy recientemente, el pasado 26 de noviembre de 2025, que propone la edad mínima de 16 años para el acceso de manera autónoma a las redes sociales. Esta iniciativa busca armonizar las diferentes reglas existentes en la actualidad en los 27 países que componen la UE, permitiendo algunas excepciones parentales, y prohibiendo los diseños adictivos e inmersivos del tipo de las notificaciones duplicadas, el scroll o desplazamiento infinito y las cajas que ofrecen recompensas aleatorias en juegos (armas más modernas, apariencias de diseño virtuales, nuevos poderes) que han de pagarse con dinero real.

El Parlamento Europeo califica internet como «estrictamente inseguro» para los niños, exigiendo banners que anuncien de manera expresa la existencia de contenido nocivo cuando se dé, así como una verificación obligatoria de la edad, similar a la recogida en la Ley de Servicios Digitales ya en vigor. 

Francia y el Reino Unido están trabajando en normas similares, con el presidente francés Macron presionando para dejar el límite mínimo de edad para acceder a estos servicios en los 15 años, lo que podría inspirar una futura directiva de la UE en 2026. España regula en el artículo 7 de la Ley de protección de datos la edad mínima de acceso a las redes en 14 años y el borrador de Ley orgánica sobre la materia quiere elevar a los 16 años. Los datos de IAB Spain establecen el tamaño del mercado publicitario de redes sociales en España de 1.500 millones de euros en 2023 de los que 220 millones de euros serian ingresos generados por los usuarios adolescentes.

Entre las redes sociales más adictivas para los jóvenes, TikTok con más de 1.700 millones de usuarios globales pertenece a la empresa tecnológica china ByteDance y lidera el ranking, según las encuestas de Gen Z, gracias a un sofisticado y eficaz algoritmo de videos cortos que genera la segregación de dopamina rápida y engancha a los jóvenes en sesiones interminables dificultando la concentración, fomentando el consumo pasivo, la compra por impulso sobrecargando la memoria.

ByteDance está sujeta a la Ley de Inteligencia Nacional de 2017 y es un vector claro exponente del poder blando del Partido Comunista Chino que difunde sutilmente la cultura y valores de China con una influencia creciente en la opinión pública occidental, generando debates sobre la seguridad, la privacidad y la soberanía.

Las plataformas de video YouTube, que utiliza el 90-95% de los adolescentes y TikTok, un 63%, fomentan el binge-watching o consumo compulsivo de series de forma consecutiva modo atracón, mientras que Snapchat, con un 60% de afiliados e Instagram con un 50%, destacan por sus funciones efímeras y de validación social, como los me gusta o los streaks, un sistema de gamificación que premia la constancia y la interacción diaria, mensajes, fotos o videos, entre dos usuarios de la misma red.

Otras como Facebook son vistas como «aburridas» por los jóvenes, pero la plataforma metaverso de juegos en línea Roblox y BeReal, sistema de notificaciones espontaneas diarias, emergen como adictivas en sus nichos. En general, el 35% de los adolescentes usa estas aplicaciones varias veces al día, con TikTok destacada como la más «pegajosa» por su diseño que prioriza la retención del usuario, consumiendo en sus usuarios entre 67 y 95 minutos diarios de media, sobre su propio bienestar y necesidad de descanso.

La comparación entre Australia y la Unión Europea revela un movimiento global contra la «cocaína conductual», pero también los grandes desafíos de su aplicación real. La pregunta clave es ¿cómo van a verificar las edades sin invadir la privacidad del resto de los usuarios mayores de edad? 

Los datos analizados sobre la adicción, destacan la necesidad de hacer los cambios, vigilando los impactos en la posible ansiedad y depresión de los jóvenes afectados, pero algunos expertos llaman la atención del proceso, dado que la transición podría agravar el aislamiento de los jóvenes si no se acompaña de una correcta educación digital.

Identificar TikTok e Instagram como las más adictivas invita a reflexionar sobre responsabilidad corporativa. Mientras Australia fuerza el cambio, la UE opta por una regulación gradual, pero ambas dibujan un escenario futuro donde los menores deberán acostumbrase de nuevo a dedicar su tiempo de ocio a lo que ocurre en el mundo real, deportes e interacción social, sobre el virtual de las redes sociales donde una parte de su información ha dibujado un mundo perfecto que realmente no existe. 

Estas medidas, marcan un giro hacia una protección proactiva, pidiendo a los padres y educadores que fomenten las alternativas saludables. 

Praeventio iuventutem melius efformatur 

José Luis Moreno, economista, ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.

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